sábado, 25 de enero de 2025

Cartas Convictas.

Esta es la leyenda de dos amantes, aunque predestinados, incumplieron una promesa y cometieron pecado. Jamás pudieron vivir su amor libremente, estaban encadenados a su libertad, muertos en vida. El amor que se profesaban les llevó a la locura y posterior muerte.

Era una cortesana de pelo largo castaño oscuro y ojos negros profundos, su belleza era conocida en todo el condado pero más conocida era su tristeza que arrastraba desde tiempo atrás. Un buen día se decantó por un caballero al que sólo conocía de oídas en las celebraciones de la corte noble. Sus hazañas, su caballerosidad y su sensibilidad estaban en boca de todo el mundo y ella quedó fascinada de las historias acerca de aquel supuesto caballero apuesto y misterioso, aunque más que fascinación, sintió curiosidad y se aventuró a escribirle. El intercambio de cartas era cada vez más frecuente, sus escritos iban tomando contenido alentador, palabras complacientes, música y poema para su audición, revelaciones y compromisos íntimos y profundos que ella anhelaba muchísimo.

Pasaba el tiempo y aquellas palabras tomaban ternura, los escritos sensualidad y aquel amor desconocido se convirtió real. Una noche lluviosa ella le citó en un lugar seguro y observaba a través de la ventana de su oculta morada la llegada de su amado, le veía acercarse hacia su portón galopando sobre su caballo andaluz. Ella se escondió detrás de las cortinas de la antesala de sus aposentos para oír la llegada de su amado, quería observar previamente su físico, aunque ese detalle poco le importaba, ya le quería antes de conocerle. El amante golpeo suavemente la puerta y la doncella le abrió. Le hizo pasar hacia los aposentos de la cortesana y por vez primera se vieron la cara. El caballero que tanta valentía derrochaba en sus cartas quedó inmóvil sujetando la cortina, no sabía qué hacer ante tanta belleza y ella tomó la decisión. Le cogió de la mano, le introdujo en sus aposentos y le besó tiernamente. Un temblor se apoderó de su cuerpo vigoroso a la vez que su corazón latía frenéticamente, no quería soltarla, deseaba con ansiedad ese momento y ella, después de todas aquellas cartas, estaba convencida de que sus palabras no sólo eran letras escritas con una tinta mediocre, eran sentimientos trasladados a poesía y plasmados con amor febril sobre un papel fino y suave, tan delicado como ella.

Le llevó lentamente sin separar sus labios y sus cuerpos hacia el lecho. Se recostaron y él comenzó a desabrochar lentamente los lazos de su camisón negro sedoso, lo retiró espalda abajo y comenzó un juego de caricias y besos suaves. Ella sentía un escalofrío recorrer su delicada piel, le gustaba, disfrutaba de la ternura y sensibilidad con que la acariciaba su amado, cada vez sentía más deseo de descubrir la pasión de sus escritos de una forma más intensa, más profunda. Aquellas palabras alentadoras que nacieron a través de unas cartas inocentes fueron forjando un amor verdadero, pero también un amor maldito, ese amor a ojos del más allá estaba manchado; no eran libres y el destino jamás les dejó reunirse de nuevo.

Cuenta la leyenda que sus espíritus vagan por la eternidad escribiendo cartas convictas destinadas a sus iguales.





Autor: Desconocido.


sábado, 18 de enero de 2025

La Punta del Jamón.

Gustavo y María se acaban de casar. Están felices de haber decidido caminar juntos en el camino de la vida, se aman muy profundamente y tratan de demostrarlo en detalles diarios.

A Gustavo le encanta disfrutar de una buena comida y le da mucho placer cocinar a María. El plato favorito de Gustavo es el jamón al horno, pierna entera asada lentamente.

María, sabiendo esto, decide ir a la mejor receta posible para agasajar a su amante con su plato favorito. Recuerda muy bien que su madre cocina este plato y pide la receta. Recibe las instrucciones oportunas y se pone a trabajar.

Cuando María lleva el jamón a la mesa, Gustavo es consciente de un detalle y le hace una pregunta:

- "¿Por qué le has cortado la punta? es la parte que me gusta.!"

María piensa un momento y responde:

- "Bueno, mi madre me dio la receta y dijo que tenía que cortarle la punta al jamón para cocinarlo"

- "Qué extraño", respondió Gustavo. "Es precisamente la parte que me gusta y no entiendo por qué se lo has quitado."

Con esta pregunta en mente, los días de María después de que su madre le pregunta por qué hay que cortar la punta del jamón. La madre piensa por un momento y sólo tiene una respuesta:

- "La abuela siempre lo ha cocinado de esta manera, siempre corta la punta. Creo que es mejor preguntarle a la abuela para saber por qué.."

Sin perder tiempo y tratando de desentrañar el misterio del jamón cocido, Marìa llama y le pregunta a su abuela:

- "Abuela, ¿por qué siempre se corta la punta del jamón antes de cocinar?"

La abuela, sorprendida por la pregunta obvia, responde:

- "Porque mi horno es muy pequeño, y el jamón no cabe entero!"


Autor: Desconocido.

 

sábado, 11 de enero de 2025

Leyenda del Viento.

Cuenta una vieja leyenda, que el hijo menor del rey Julio IV, era muy rebelde. No pudiéndolo controlar, decidió encerrarlo en la torre más alta del castillo.

Si bien Ventolín, era la gran preocupación de su padre el rey, tenía un costado romántico y le gustaba llevar los mensajes entre los jóvenes enamorados. Pero desde que lo encierran para castigarle su interés fue cómo poder escapar de allí.

Cada día recibía mensaje de los enamorados, que llegaban hasta lo alto de la torre, pidiéndole favores para llegar hasta sus amadas que vivían en territorios lejanos. Esto enfurecía a Ventolín, que no encontraba la manera de escapar.

Hasta que una tarde en que el sol parecía abrazar el castillo haciendo el calor insoportable, a Ventolín se le ocurrió una idea… llamó a la nube que tenía forma de corcel y se estaba acercando a la torre del castillo. Comenzó a cabalgar airoso y desde muy arriba empezó a soplar en poemas, los mensajes que le encargaron ellos, para sus amadas .

Pero las distancias eran enormes y los versos se dispersaron sin llegar a sus destinatarios. Ventolín quiso reunirlos, ordenarlos para entregarlos de la mejor manera. Sin embargo, en el aire dominaban remolinos que se lo impedían …

El rey Julio IV enfureció al notar la ausencia de su hijo , un grito sobre natural salió de su garganta filtrándose por las ventanas del palacio hacia el exterior.

Ventolín que cabalgaba en la nube de corcel, llegó a escucharlo, reclamó desesperado por el temor que le infligía su padre, la presencia de los dioses, personándose ante él, el dios de la Furia, el de la Calma y el de Tempestad…, le respondió el dios de la furia.

Este , tomó brutalmente a Ventolin , puso en su boca una fuerza efusiva y un flujo de gases que empezó a expedir con toda la intensidad .Era un soplo que provocaba destrucción, los árboles se inclinaban, caían los nidos, la gente huía para resguardarse,,,

Apareció entonces el dios de la tempestad, y junto con su furia llegó hasta los mares levantando olas gigantes que hacían naufragar a los grandes barcos pescadores.

Sorprendidos los pocos sobrevivientes, clamaron por el dios de la calma, que luego de tanta destrucción se hizo presente, las aguas se calmaron, la mar se tranquilizó, la paz se hizo suya. Se alojaron en su alma, la furia, la tempestad.

Ventolín comprendió que a partir de ahora, su vida estaría atada a los diferentes vientos: el “calmo” que llevaría frescura y alegría a quienes lo recibían, La “furia”, que haría hacer temblar ciudades , campos destruyendo todo a su alcance, y la “tempestad”, que haría temblar las grandes y pequeñas embarcaciones que viajaran por alta mar.

Desde entonces…cuando Ventolín provocaba vientos calmos, acariciaba los cabellos de las doncellas, dispersaba semillas hacia otros lugares, aliviada a la gente luego de un día sofocante, hasta hacía nacer música en las cañas de los cañaverales. Este rol era el que más le agradaba.

Pero cuando su fuerza llevaba el sello de la furia, todos le temían y aun peor cuando era tempestad, era impresionante los cataclismos, la catástrofe que provocaba en los mares…..

Y así fue como Ventolin se convirtió en VIENTO para siempre, olvidando las torres del palacio, las cartas a las doncellas, y su antiguo nombre.

Desde ese instante, muchas voces clamaran por él, sedientos de su frescuras, pero otras voces,  pedirán clemencia por su locura.



Autor: Desconocido.


sábado, 4 de enero de 2025

Artabán ( El cuarto Rey Mago )

Como cada año se espera la llegada de los tres Reyes Magos para la madrugada del 6 de enero.

Cuenta la tradición que los reyes viajaron desde el lejano oriente guiados por una estrella y cargados con regalos para ofrecer al Mesías que nacería en Belén.

Melchor, Gaspar y Baltasar, llegaron a tiempo al pesebre donde nació Jesús y entregaron los regalos que traían para adorarlo: Oro, incienso y mirra.

Sin embargo, pocos saben que en realidad eran cuatro los reyes magos que debieron haber llegado aquella noche a Belén, pero, ¿Qué pasó con el cuarto rey mago? Artabán era el nombre del rey que jamás conoció a Jesús.

Su historia se encuentra en algunos textos antiguos que dan cuenta del largo camino que recorrió buscando a Jesús para entregarle el regalo que debió haberle obsequiado la noche en que nació.

Artabán junto con Melchor, Gaspar y Baltasar, habían hecho planes para reunirse en Borsippa, una antigua ciudad de Mesopotamia desde donde iniciarían el viaje que les llevaría hasta Belén para adorar al Mesías.

El cuarto rey mago llevaba consigo una gran cantidad de piedras preciosas para ofrecer a Jesús, pero cuando viajaba hacia el punto de reunión encontró en su camino a un anciano enfermo, cansado y sin dinero. Artabán se vio envuelto en un dilema por ayudar a este hombre o continuar su camino para encontrarse con los otros reyes. De quedarse con el anciano, seguro perdería tiempo y los otros reyes le abandonarían. Obedeciendo a su noble corazón, decidió ayudar a aquel anciano.

El tiempo había pasado y en el punto de reunión no encontró más a sus tres compañeros de viaje.

Decidido a cumplir su misión, emprendió un largo camino sin descanso hasta Belén para adorar al niño, pero al llegar, Jesús había nacido y José y María estaban rumbo a Egipto, escapando a la matanza ordenada por Herodes.

Artabán emprendió entonces un viaje en el que, por donde quiera que pasaba, la gente pedía su auxilio, y él, atendiendo siempre a su noble corazón, ayudaba sin detenerse a pensar que el obsequio de piedras preciosas que cargaba, poco a poco se reducía sin remedio. En su andar, Artabán se preguntaba: ¿Qué podía hacer si la gente le suplicaba por ayuda? ¿Cómo podría negarle ayuda a quien la necesitaba?

Así pasaron los años y en su larga tarea por encontrar a Jesús ayudaba a toda la gente que se lo solicitaba.

Treinta y tres años después el viejo y cansado Artabán llegó por fin a donde los rumores le habían llevado en su larga búsqueda por Jesús. La gente se reunía en torno al monte Gólgota para ver la crucifixión de un hombre que, decían, era el Mesías enviado por Dios para salvar las almas de los hombres. Artabán no tenía duda en su corazón, aquel hombre era quién había estado buscando durante todos esos años.

Con un rubí en su bolsa y dispuesto a entregarla joya pese a cualquier cosa, Artabán encaminó sus pasos hacia aquel monte, sin embargo, justo frente a él apareció una mujer que era llevada a la fuerza para ser vendida como esclava para pagar las deudas de su padre. Artabán la liberó a cambio de la última piedra que le quedaba de su basto tesoro.

Triste y desconsolado, nuestro cuarto rey mago se sentó junto al pórtico de una casa vieja. En aquel momento, la tierra tembló de forma brusca y una enorme piedra golpeo la cabeza de Artabán. El temblor aquel anunciaba la muerte de Jesús en la Cruz.

Moribundo y con sus últimas fuerzas, el cuarto rey imploró perdón por no haber podido cumplir con su misión de adorar al Mesías. En ese momento, la voz de Jesús se escuchó con fuerza: Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste. Artabán, agotado, preguntó: ¿Cuándo hice yo esas cosas? Y justo en el momento en que moría, la voz de Jesús le dijo: Todo lo que hiciste por los demás, lo has hecho por mí, pero hoy estarás conmigo en el reino de los cielos.



Autor: Desconocido.