sábado, 29 de julio de 2023

La flor de Peonia.

La princesa Aya debía casarse con el príncipe Ako. Las familias de los dos jóvenes habían decidido el matrimonio y todos los preparativos necesarios estaban hechos.

La tarde del día anterior a la boda, la princesa paseaba por su jardín, mirando melancólicamente aquellos lugares tan amados y familiares que debía abandonar para siempre, y amargas lágrimas brotaban de sus ojos y resbalaban por sus rosadas mejillas.

Al llegar a un rincón del jardín oyó un suspiro que respondía al suyo. Se volvió, e imaginad el asombro que sentiría al ver detrás de una planta de peonías, que eran sus flores predilectas, a un hermosísimo príncipe envuelto en un manto de terciopelo, salpicado de peonías recamadas en oro.

El joven miró a la muchacha con ojos dulcísimos y entreabrió sus labios con una sonrisa triste que penetró hasta el fondo del corazón de Aya, luego desapareció en forma misteriosa.

Profundamente turbada por aquel encuentro, Aya regresó muy despacio al palacio y dijo a su padre que por nada del mundo se casaría con el príncipe Ako, ya que solamente amaba al misterioso joven del jardín. El anciano príncipe, que adoraba a su hijita, mando suspender la boda y mando por todo el mundo caballeros y servidores en busca del desconocido joven, del cual se había enamorado su hija.

Los mensajeros escalaron montes escarpados, recorrieron inmensas llanuras, atravesaron ríos caudalosos y áridos desiertos, pero todo fue en vano, el misterioso joven no aparecía por ninguna parte. Todos tuvieron que regresar al castillo con las manos vacías.

Entonces el anciano príncipe, que era muy sabio, dijo a su hija:

-Querida niña, el joven que vieron tus ojos no es una criatura de este mundo, ya que si así fuera mis hombres lo habrían encontrado. Debe de ser el espíritu de la peonía, desde el momento que se apareció precisamente detrás de una planta de estas flores. Por eso, tu deseo es irrealizable, comprende que no puedes casarte con un espíritu.

Mañana estará aquí el príncipe Ako y celebraremos la boda. He dicho.

Aya inclinó la cabeza en señal de obediencia, comprendía que su padre tenía razón y que no podía seguir obstinándose en aquel capricho.

Empero, corrió al jardín para saludar por última vez a sus flores preferidas y  arrodillada junto a la planta de peonías, estalló en sollozos.

Las lágrimas manaban a raudales de sus ojos y regaban la tierra. Bajo aquella tierra rociada de lagrimas, una flor bellísima floreció, una flor como jamás viose otra igual.

A la mañana siguiente los invitados a la boda, al pasar junto a la plante de peonías, no podían dejar de detenerse y admirar aquella flor magnífica.

Pero cuando, después de la ceremonia nupcial, volvieron a pasar por allí, vieron la espléndida peonía que yacía en el suelo marchita.

El corazón de la flor no soportó el dolor de ver a la princesa Aya esposa de otro, y se había roto.



Autor: Desconocido.


sábado, 22 de julio de 2023

Leyenda de la Paz Perfecta.

Había una vez, un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas intentaron, y el rey observó y admiró todas las pinturas que le presentaron pero solamente hubieron dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.

La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas placidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos aquellos que miraron esta pintura pensaron que ésta reflejaba la paz perfecta.

La segunda pintura también tenía montañas. Pero éstas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacifico.

Pero cuando el Rey observó cuidadosamente, miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en el medio de su nido…

Paz perfecta… ¿Cual crees que fue la pintura ganadora?

El Rey escogió la segunda. ¿Sabes por que?

“Porque,” explicaba el Rey, “Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas,sin trabajo duro o sin dolor.

Paz significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz.


Autor: Desconocido.


sábado, 15 de julio de 2023

La Mariposa Blanca ( Leyenda Japonesa)

Un anciano llamado Takahama vivía en una casita detrás del cementerio del templo de Sozanji, él era extremadamente amable y querido por sus vecinos, aunque la mayoría de ellos lo consideraban un poco loco, ya que su locura al parecer se basaba en el hecho de que nunca se había casado o tenido contacto íntimo con una mujer.

Un día de verano se puso muy enfermo, tan enfermo que envió en busca de su hermana y su hijo, ambos llegaron e hicieron todo lo posible para brindarle comodidad durante sus últimas horas, pero mientras observaban a Takahama que se quedaba dormido, una gran mariposa blanca voló en la habitación y se apoyó en la almohada del anciano.

El hijo trató de alejarla con un ventilador, pero regresó tres veces, como resistiéndose a dejar al enfermo, luego la mariposa perseguida por el niño se alejo al jardín y de allí al cementerio, para posarse sobre la tumba de una mujer y luego desaparecer misteriosamente.

Al examinar la tumba el joven leyó el nombre de "Akiko" escrito en ella, junto con una descripción que narraba cómo había muerto cuando tenía dieciocho años y a pesar de que la tumba estaba cubierta de musgo ya que tenía cincuenta años, el muchacho observó que estaba rodeada de flores.

Cuando el joven regresó a la casa se encontró con que Takahama había fallecido, se dirigió a su madre y le contó lo que había visto en el cementerio, "Akiko?" murmuró su madre y le dijo; "cuando su tío era joven se iba a desposar con ella, pero Akiko murió de tuberculosis poco antes de su boda, por ello tu tío nunca quiso casarse y decidió vivir siempre cerca de su tumba”.

Durante todos estos años se había mantenido fiel a su voto, manteniendo en su corazón todos los dulces recuerdos de su único amor, por ello cada día Takahama fue al cementerio y oraba por su felicidad, dejando flores en su tumba, pero cuando Takahama enfermó y ya no podía realizar su tarea amorosa, Akiko en forma de una mariposa blanca se hacia presente para acompañarlo y ahora han vuelto a reunirse, para estar juntos por toda la eternidad.




sábado, 8 de julio de 2023

Una simpática Dama.

Una simpática dama de la tercera edad decidió regalarse para su cumpleaños una noche en uno de los hoteles más caros de su ciudad.  

Cuando a la mañana siguiente se acercó a pagar la cuenta , el recepcionista le entregó una factura de...  350 dólares!!!

Ella explotó de ira y exigió saber por qué la cuenta era tan alta. "Es un buen hotel pero las habitaciones sin duda no valen 350 dólares por pasar una noche y sin desayuno."

 El empleado le dijo que $ 350 era la "tarifa estándar", por lo que insistió en hablar con el gerente.

El gerente apareció y advertido por el empleado de recepción anunció: “El hotel tiene una piscina de tamaño olímpico y un gran centro de conferencias, que están disponibles para su uso".

"Pero yo no los usé", dijo.

''Bueno, ellos están aquí, y usted pudo usarlos ", explicó el gerente.

Luego pasó a explicar que ella también podría haber visto uno de los espectáculos internacionales del hotel por lo cual  es famoso. "Los mejores artistas internacionales se presentan aquí", dijo el gerente.

"Pero yo no fui a ninguno de esos shows", dijo.

"Bueno, nosotros los tenemos, y usted los hubiera podido ver", contestó el gerente.

El gerente no se inmutó, por lo que la viejecita decidió pagar con un cheque y se lo entregó.

El gerente se sorprendió cuando vio el cheque.

"Pero señora, este cheque sólo está hecho por $ 50."

''Eso es correcto. Yo le he descontado $ 300 por acostarse conmigo...", respondió ella.

"¡¡¡Pero no lo hice!!!", exclamó el gerente muy sorprendido.

"Bueno, pero... yo estaba aquí, y usted podría haberlo hecho."  


Autor: Desconocido.


sábado, 1 de julio de 2023

Una calle en silencio.

Tuvo la extraña sensación de conocer ya aquel pueblo en el que jamás había estado. Quizá eran sus calles angostas, empinadas y empedradas, bordeadas de casas grises con balcones vacíos. Tal vez porque la plaza tenía un kiosco como tantos otros, rodeado de árboles, y una fuente seca junto al monumento. Probablemente fue por la gente paseando en círculos por el centro, saludándose sin detenerse porque nada tenían que decirse o ya lo habían hecho. O fue por la melancolía de la tarde, cuando el ocaso anuncia el pronto descanso; o porque comenzaron a dibujarse sombras y éstas le trajeron recuerdos. Pero sintió que conocía el pueblo, si bien era la primera vez que lo visitaba y de ello estaba muy seguro.

Supo que era por aquella calle, una en la que sonaba el silencio. Lo leyó en los árboles tristes, las casas viejas con abolengo, la hiedra que cubría las paredes y en la sensación de un recuerdo. Se detuvo ante una puerta y dejó volar sus pensamientos. Se parecía la entrada, con tres escalones, una reja forjada y una imagen de algún santo. Se parecía a otra casa, a una casi borrada en su mente, aunque no había olvidado lo que hubo dentro. Y se parecía a otras, a miles en calles con árboles y silencio.

Observó la ventana y la cortina que se separaba. Vio durante segundos unos ojos y luego volvió a su estado el velo.

Se apoyó en un árbol, encendió un cigarrillo y lanzó el humo al viento. Un nudo le tapó la garganta y algo se le movió en el cuerpo. Era como aquélla la casa de sus recuerdos. Así como la cortina y los ojos. Y en la sala había un piano, cuadros rancios en las paredes y un gato dormilón en las rodillas del anciano. Y ella en la ventana, espiando sus movimientos, aguardando verle en el árbol, con el cigarrillo encendido y la sonrisa en los labios. Luego salía al porche y ambos se sentaban en los sillones de mimbre, oliendo el azahar de la tarde, escuchando el murmullo de la brisa, leyendo sus pensamientos.

Así fue aquella tarde sin mañana, cuando el ocaso se tiñó de luto y el llanto empañó sus ojos. Se cerró para siempre la cortina, él olvidó el camino y esperó que el tiempo borrase sus recuerdos. Pero regresaba en cada pueblo, en cada calle en silencio, en cada pared con hiedra, en cada árbol gris de la tarde, en cada crepúsculo melancólico.

Se abrió la puerta y la mujer salió al porche. Se sentó en el banco ornado de azulejos. Miró hacia el árbol, el hombre y lo que había a lo lejos. Él subió los tres peldaños y apoyó la espalda en la pared. Observó a la mujer, sin verle ni el rostro o el cuerpo. Intentó ver en ella a otra, como mimbre en los azulejos.

—¿Tiene un piano en la sala? —preguntó en tono quedo.

—No —dijo ella con una sonrisa para forasteros.

—¿Y cuadros viejos en las paredes, un gato y un abuelo?

—No —respondió ella, perpleja—, no tengo nada de eso. Vivo con mi hermana y su esposo.

Ella sonreía invitante, deseosa de conversación. El atardecer motivaba a un rato en el porche, incluso al lado de un forastero.

Él descendió los escalones y encaminó sus pasos por la calle, dentro del silencio. No, no conocía aquel pueblo, ni la calle sombría, ni la hiedra sobre los muros de piedra, ni el kiosco y la fuente seca. Se parecía a uno de sus recuerdos, a uno al que sólo volvería en sueños.



Autor: Erlantz Gamboa.