sábado, 24 de febrero de 2024

La Muñeca de Sal.

Lo que ella más quería era ver el mar.Siendo una muñeca de sal , ignoraba qué era el mar. Y un día decidió partir. Porque era el único modo de poder satisfacer su deseo. Después de un interminable peregrinar a través de territorios áridos y desolados, llegó por fin a la orilla del mar y entonces descubrió algo inmenso, fascinante y misterioso al mismo tiempo.

Era el alba, cuando el sol comenzaba a iluminar el agua encendiendo aún tímidos reflejos. Pero la muñeca no lograba entender qué era aquello.

Permaneció allí firme largo tiempo, como clavada fuertemente en la arena con la boca entreabierta. Y ante ella, esa extensión inmensa  y seductora. Se decidió al fin y le preguntó al mar :

 

-dime: ¿ quién eres ?

 - Soy el mar.

 -¿ Y qué es el mar ?

 - Soy yo.

 - No llego a comprender, pero lo deseo tanto. Explícame lo que debo hacer.

  - Es muy sencillo: sólo tócame   Entonces la muñeca cobró ánimos.Y dio un paso, avanzando hacia las aguas.

Después de dudarlo mucho, tocó levemente con el pie aquella masa imponente.. Y obtuvo una extraña sensación. Y tuvo la impresión de que comenzaba a comprender algo.

Cuando retiró el pie del agua , descubrió que los dedos habían desaparecido. Quedó espantada y se quejó : - ¡malvado ! ¡Qué me has hecho ?¿Dónde han ido a parar mis dedos ?

El mar respondió imperturbable :

 -¿por qué te quejas ? simplemente has ofrecido algo para poder comprender. ¿ No era eso lo que pedías ?

Pero la muñeca de sal insistía :

  - sí ... Es cierto, no pensaba ... pero ...

Reflexionó un poco. Luego avanzó decididamente dentro del agua. Esta, a medida que progresaba, la iba envolviendo, le arrancaba algo alguna parte de ella dolorosamente. A cada paso la muñeca perdía algún fragmento. Cuanto más avanzaba se sentía despojada de alguna porción de sí misma, y la dominaba la sensación de comprender mejor. Pero no conseguía aún saber del todo lo que era el mar

Otra vez repitió la acostumbrada pregunta:

  -¿ qué es el mar, entonces ?

Una última ola se tragó lo que aún quedaba de ella. Y precisamente en el mismo instante en que desaparecía , en que se disolvía hundida en las olas que la arrastraban, llevándosela no se sabe dónde, la muñeca exclamó con el último hilo de voz, - ¡Ah...! , ¡ahora el mar soy yo !


Narración Budista.   


sábado, 17 de febrero de 2024

Los tres árboles enanos.

Nevaba grandes copos desde hacía más de tres días, los campos estaban sepultados bajo un manto de blancura inmaculada. Por doquiera había desolación y tristeza. Parecía que de repente el mundo se había despoblado, que los hombres y los animales hubiesen desaparecido, abandonando a su destino unas pocas plantas desnudas, esqueléticas, que alzaban sus descarnados brazos hacia el cielo, como en demanda de piedad.

También las viviendas de los hombres habían desaparecido, sepultadas bajo aquel lienzo blanco, inmenso, que se extendía monótono e inexorable sobre todas las cosas. Pero no, o por lo menos no todas, ya que en el centro de aquella llanura blanca y desolada, había una cabaña. El tejado estaba cargado de nieve, la chimenea estaba encapuchada de blanco y no despedía humo alguno. Todo era silencio en torno, un silencio mortal desconsolador.

¿Estaban tal ve muertos los habitantes de aquella solitaria cabaña? No. Tomanari y Maharita estaban vivos, bien vivos, pero acaso hubiese sido mejor que hubiesen muerto. En la cabaña reinaba una miseria absoluta; y ello se veía no sólo en los rostros descarnados de sus dos habitantes, no sólo en las andrajosas y descoloridas ropas que los cubrían sin lograr resguardarles del punzante frío, sino también en el hogar apagado, en la desnudez de las paredes, en la sordidez de la estancia, con la despensa absolutamente vacía, a lo sumo quedaría un pedazo de pan.

Sólo en un rincón se veían tres arbolillos enanos, plantas que en el Japón son apreciadas, uno era un thuya que tenía cien años, el segundo era un pino de ciento veinte años, el tercero un arce de doscientos años.

Tomanari y su mujer adoraban aquellas tres plantas, las cuidaban como si fuesen sus hijas, las acariciaban con ternura y se pasaban días enteros contemplándolas con la misma adoración con que un avaro contempla su tesoro. Si las hubiesen vendido, la miseria habría desaparecido de la cabaña, la despensa colmada de alimentos. Pero ellos preferían morir antes que separarse de las tres plantitas adoradas.

Al atardecer, alguien llamó a la puerta de la mísera morada. ¿Quién podía aventurarse por aquel lugar tan desolado y en tal hora? ¿Quién podía visitar a aquellos dos desgraciados, abandonados de todos? Maharita fue a abrir.

En el umbral apareció un mendigo, tembloroso de frío.

-Dispénsame –murmuró-, pero tengo tanto frío, tengo tanta hambre y estoy tan cansado…Concédeme hospitalidad por esta noche; si no, moriré en el camino…

Tomamari y Maharita se miraron ¿había, pues en el mundo un ser más pobre y desvalido que ellos? ¿Había, pues quien no tenía ni siquiera un techo en que cobijarse?

-Entra, entra-dijo Tomamari, con voz emocionada. Nosotros somos pobres, muy pobres, pero lo poco que tenemos es también tuyo.

Y ofreció al mendigo el último pedazo de pan duro que había quedado en la despensa y que habían guardado para la sopa del día siguiente. El desconocido lo devoro famélico; pero seguía temblando de frío. ¿Qué hacer? No quedaba ni un trozo de madera en la cabaña, lo habían quemado todo, las sillas, las mesas, las camas. Sin embargo, sí, algo quedaba todavía. Tomanari y Maharita se miraron con angustia. ¿Debían ahora sacrificarlos?

-Si-dijo Maharita, ahogando apenas un sollozo. No podemos soportar que este hombre muera de frío ante nuestros ojos.

Y valerosamente, mientras gruesas lágrimas regaban sus mejillas, la mujer tomó el thuya centenario y lo hecho a la hoguera. Las llamas se alzaron alegres bajo la campana de la chimenea que por tanto tiempo había estado fuera de servicio, esparciendo en torno un ligero calor. Pero muy pronto el fuego se apago, y Maharita tuvo que alimentarla con el pino. Al poco tiempo, el arce siguió la suerte de sus hermanos.

Pero he aquí que entre el crepitar y el culebrear de las lívidas lenguas de fuego, apareció la figura majestuosa y sublime de Buda, el dios de los japoneses, al tiempo que una voz parecía provenir a la vez del cielo y de la tierra, decía:

-Habéis dado todo cuanto teníais a un pobre y yo bendeciré vuestra casa. De ahora en adelante no os faltará nada.

La aparición se desvaneció. Ambos se volvieron hacia el peregrino, pero éste había desaparecido.

Tomanari y Maharita lanzaron un grito de asombro, las paredes de la casa ya no estaban desnudas, sino que aparecían cubiertas de espléndidos tapices, por el suelo se extendían alfombras, ricos muebles aparecían repartidos por la estancia, y la despensa abierta de par en par mostraba una espléndida variedad de manjares.

El fuego seguía chisporroteando en la chimenea, y, por último, cosa, más prodigiosa aún, en su rincón estaban sanos y verdes los tres arbolillos enanos que momentos antes habían sido pasto de las llamas.

Habían sufrido mucho de hambre y frío, pero, gracias a su bondad, ahora tenían su justa recompensa. Tomanari y Maharita se echaron uno en brazos del otro y estallaron en llanto. Pero esta vez eran lágrimas de alegría.



Autor: Desconocido.


sábado, 10 de febrero de 2024

Carnaval de Venecia.

Hola amigos, como estamos en carnaval voy a contaros un poco la historia de uno de los carnavales mas bonitos que creo existen, es el Carnaval de Venecia, a quien no le gustaría ir con esos trajes y esas caretas tan misteriosas y bonitas a la vez, os cuento:

De todos los carnavales en Italia el de Venecia es el más grande y más conocido, tiene una duración de  dos semanas previas al Miércoles de Ceniza, terminando el martes de Carnaval, el día antes del Miércoles de Ceniza. Aunque el estilo general de las máscaras y los disfraces son los mismos, el Carnaval adopta un tema nuevo cada año.

El Carnaval es la fiesta más popular de Venecia  cuya tradición se remonta al sigloXI cuando Venecia comenzaba a dominar marítimamente importantes puertos del mar Mediterráneo.

El Carnaval de Venecia se dice que se originó  después de una victoria de Venecia (o 'della Repubblica Serenissima ", como se le conocía entonces) en la guerra contra Ulirico, Patriarca de Aquileia. Para celebrar esta gran victoria multitud de personas se reunieron en la plaza San Marco para encontrarse con los amigos y celebrarlo.

El uso de las máscaras que vino después como el Carnaval de Venecia era una época en que todo el mundo podía expresarse y celebrar. Las máscaras ocultó la identidad de la persona que significaba que no podía haber ninguna distinción entre las diferentes clases sociales. Según dicen la nobleza se disfrazaba para salir a mezclarse con el pueblo. Desde entonces las máscaras son el elemento más importante del carnaval.

Oficialmente se declaró como festividad suprema durante el siglo XIII. Sin embargo, es en el siglo XVIII cuando el Carnaval de Venecia alcanza su punto máximo. A él acudían viajeros y aristócratas de toda Europa, en busca de diversión y placer.

Además, las máscaras sirven para el importante objetivo social de mantener a todos los ciudadanos en igualdad de condiciones. Estado, inquisidores y espías podían interactuar así con los ciudadanos sin miedo a que su verdadera identidad se descubriera (y los ciudadanos responder sin temor a represalias). La moral de la población se mantenía a salvo: sin rostros, todos tienen voz.

Sin embargo, algunos se aprovecharon de la situación. La sociedad durante la República creció cada vez más decadente. La inmensa cantidad de viajeros que pasaban por la ciudad conllevaba riquezas, comercio, pero también promiscuidad.

Incluso monjas y monjes iban vestidos con las últimas creaciones importadas: bajo las máscaras participan en los mismos hechos que la mayoría de sus conciudadanos. Roma entretanto hace la vista gorda, siempre y cuando la República siguiese aportando donaciones generosas. La República cayó en un estado de lujo, indolencia, y decadencia moral.

En el año1797 Napoleón Bonaparte derogó los festejos de carnaval.

Con la decadencia de Venecia como poder mercante y militar, el carnaval palideció hasta casi desaparecer. Se recuperó algo de su festividad hacia finales del siglo XX, cuando la ciudad se ve abrumada por la invasión de miles de turistas, aunque las grandes épocas de diversión desenfrenada quedaron atrás.

La vestimenta del Carnaval y trajes que se utilizan son característicos de principios de los años 1700 y abundan las "maschera nobile", que es una careta blanca con ropaje de seda negra y sombrero de tres puntas. Después de 1979 se han ido sumando otros colores a los trajes, aunque las máscaras siguen siendo en su mayoría blancas, plateadas y doradas.

Por varios días la ciudad cambia su cara completamente y nos transporta al pasado esplendoroso de tiempos antiguos.


Internet.


sábado, 3 de febrero de 2024

Leyenda del Árbol Drago.

Cuenta la leyenda que Las Hesperides eran las ninfas del ocaso e hijas de la noche que cuidaban un jardín donde estaba el huerto de Hera. Huerto en el que había un solo manzano de manzanas doradas y que aquel que comiese de ellas obtenía la inmortalidad.

Para protegerlo las Hesperides tenían el manzano bajo la custodia de un Dragón llamado Ladón.

Hércules, el héroe más grande de la Antigüedad, recibió la misión de realizar doce tareas consideradas muy difíciles o imposibles, los "Doce trabajos de Hércules". El trabajo número once consistió en robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides.

Hércules encontró a Atlas sosteniendo el cielo al borde del Océano, en las montañas que hoy llamamos el Atlas (Marruecos). Puesto que el dragón del Jardín de las Hespérides conocía a Atlas, Hércules lo convenció para quedarse él en su lugar sosteniendo el cielo, mientras el gigante iba a las islas y robaba las manzanas. Atlas fue al Jardín, en el que pudo entrar ya que el dragón lo reconoció, mató al monstruo, robó las manzanas de oro, y regresó donde estaba Hércules. Atlas, cansado de sostener el cielo, pretendió dejar a Hércules en esa posición, pero el héroe logró engañarle, pasarle la carga de nuevo, y huir con las manzanas.

Las manzanas regresaron a las islas, pues fueron entregadas a la diosa Atenea... que las devolvió al Jardín y a sus jardineras, las Hespérides.

Ladon, el dragón guardián muerto por Atlas, sigue vivo en sus hijos los árboles llamados dragos. Según la leyenda, la sangre que manaba de las heridas mortales del dragón cayó sobre el Jardín de las Hespérides, y de cada gota creció un drago. Estos árboles, "dracaena drago", llamados "árbol dragón", tienen un grueso tronco del cual surge de pronto un racimo de ramas retorcidas que parecen las cien cabezas de Ladon y de ramas espesas cuyas hojas simulan afiladas espadas.. Cuando se rompe la corteza, brota una savia de color rojo oscuro llamada "sangre de drago" que tiene propiedades medicinales.


Autor: Desconocido.