lunes, 1 de diciembre de 2014

Leyenda del Viejo Almendro.


Hubo hace mucho tiempo, en el siglo xix, un hermoso caballero que se fue a enamorar de una bella dama y que por ello, por culpa de su gran amor y poca inteligencia, acabó muerto.

Pasaba que todos los días a las doce de la mañana salía nuestro hermoso caballero a leer su libro de poemas de Quevedo. Daba igual si fuera en el caluroso verano o el frío invierno, siempre vestía con su levita gris, pantalón ancho, corbata grande y chaleco negro.

Y todos esos días cruzaba la calle, atravesaba el parque y se sentaba en el mismo banco bajo el almendro. Y allí, como siempre, se ponía a leer sus sonetos. Pero un día pasó algo maravilloso, nuevo, algo que fue a lastrar la tranquilidad del hombre y su consuelo.

Porque pasó una bella dama con un traje escarlata y cofia de terciopelo vestida de un desconocido cabello rubio y cuyos ojos, la verdad, que no consiguió verlos. Nuestro protagonista, lleno de respeto, tan sólo levantó la mirada y le siguió con salud y deseo puesto que se dio cuenta que en ese instante, en ese mismo momento, el amor cubrió su sangre, el amor cubrió su cuerpo.

Nuestra dama, sabiéndose observada, siguió caminando y sonriendo y empezó a mover rápidamente el abanico y a tocarse lentamente el pelo. Poco a poco fue pasando frente a él. Poco a poco fue mirándola a ella aunque con la cortesía de un gentil hombre sólo movía de lado el sombrero. Ya casi se le ocultaba de la mirada y él seguía forzando su cuerpo. Justo cuando faltó de sus ojos dio un último golpe del pescuezo y con un “crack” apenas audible… se partió el cuello.

Pasó tiempo hasta que alguien se fijó en él. Unos dicen que se ausentó en la noche y otros que hasta el crujir oyeron, pero lo que todos ellos aseguraban era que tenía la vista perdida como si guardase un secreto. A los dos días sus amigos le enterraron y hasta nuestra bella dama fue al entierro.

Pasaron los años y ella se casó, tuvo tres hijos y a ninguno de ellos le puso el nombre del caballero,
aunque todos los días hasta su lejana muerte veía en su paseo el viejo almendro. Pues cuenta la leyenda, y no sé si esto es cierto, que cada vez que pasaba por el banco se oía un leve chasquido,
un “crack” apenas audible… como si se partiera un cuello.


Autor: Carlos.



18 comentarios:

  1. Bonita leyenda Piruja, me gustó mucho.

    Como siempre mágica.

    Saludos.

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  2. Bueno al menos en la hora de la muerte el pobre hombre se llevo una bella visión en aquella dama desconocida, jejeje que consuelo más tonto y que forma mas tonta de morir jajaja
    Bueno la leyenda esta guapa y me ha resultado graciosa para empezar el lunes. Ya se que hacer cuando este sentado en mi furgo y pase un pibon jajajaja mirar por supuesto ajjajaja.
    Bueno ten cuidado con el agua he oido que estais con temporal. Abrigate bien jejeje
    Espero que hayais pasado un buen finde. Dale unos besotes a la prince y quedate unos pocos para ti.
    Näkemiin ystävä

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  3. Ostras pues conozco a más de un viejo verde que le debería pasar algo similar.
    Aunque los motivos de este caballero fueran más honestos, hay que ser algo más discreto porque hasta la salud se resiente.
    Imagina si tiene marido y le rompe el cuello de un tortazo....... igualmente terminaría, pero aún más ridículo jajajaja.
    Besotes grandes y a por el lunes.

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  4. Es bonita salvo por lo de escuchar el dichoso crack cada vez que pasase por allí...ufff, da un repelús que para qué!
    :)
    Besos.

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  5. Hija mia, tan romantico el comienzo y tan cruel el final. Pobrecillo
    besitos

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  6. Será que las ramas hacen ese sonido en algún momento, porque las leyendas siempre se basan en realidades, verdad? Es muy original. Besicos.

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  7. ¡Qué magnífico sentido del humor! Ya me lo imaginé cuando leí "hermoso caballero", tan lejos de lo clásico.

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  8. Estupenda leyenda. Me ha gustado mucho leerla y conocerla.

    Feliz comienzo de semana.

    Un beso.

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  9. Hola Piruja,mira que he leído y escrito cuentos de Amor,eh??pero jamás había oído que por Amor se le pudiera partir el cuello a nadie,en fin,el Amor hace cosas que nadie entiende:).
    Besos y mas besos!!!.

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  10. Cachis Piruja la mala suerte del caballero, otros tropezamos por seguirlas con la mirada pero eso del "crack" ya es jodío, ya, una manera muy tonta de morir de amor.

    Seguro que el culpable es el almendro.

    Besos,

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  11. Conozco alguno que de hacer lo mismo terminó con un collarín, jeje...una estupenda leyenda amiga.
    Abrazos.

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  12. Vaya forma más absurda de morir......eso le pasó por mirar demasiado , le hubiera ido mejor seguirla y plantarse enfrente de ella para verle los ojos de frente.Besicos

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  13. Una bonita y triste entrada, así son las cosas, no siempre ver una cosa bonita te libra de ir donde el corazón no quiere, en este caso… al otro lado del amor, y no con él. Un beso amiga.

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  14. Pilar, nos dejas una historia muy original...Este hombre leía todos los días a las 12 poemas de Quevedo, estaba obsesionado, y cuando pasó la dama se sintió tan atraído e hipnotizado, que se le fue el alma tras ella y forzó demasiado el cuerpo...Quizá la historia nos viene a decir, que no debemos obsesionarnos, ni dejarnos dominar por la apariencia de las cosas y de las personas, sino que debemos ser dueños de nosotros mismos y no forzar el cuerpo y el alma...Mi gratitud y mi abrazo siempre, amiga.
    M.Jesús

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  15. ¡Pobre hombre! Ninguna belleza por extraordinaria que sea merece ese trágico final.

    Besos

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  16. Vaya forma tan tonta de morir. Seguro que hay un mensaje en esta leyenda.
    Mil besos Piruja
    Isa

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  17. Jopé, qué mala suerte! ya podía pasarle lo mismo, con esa facilidad, a muchas de sus señorías cuando miran hacia el reloj que les marca el turno de palabra en el congreso.

    tD1b, Piruja.

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  18. Muchísimas gracias amigos por vuestros sabios y cariñosos comentarios:)

    Besos.

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