jueves, 25 de septiembre de 2014
Las lavanderas castigadas
En un a pequeña aldea de la montaña alemana se celebraban con gran brillantez las fiestas de Pentecostés. Todos los vecinos engalanaban la noche de víspera sus balcones con colgaduras y guirnaldas de flores y al amanecer de aquel día aparecía la aldea radiante de luz, de animación y de colorido.
Habitaba en el pueblo un pobre anciano con dos hijas mozas, muy bellas, pero que vivían tan estrechamente que no tenían siquiera una tela con que adornar la sola ventana de su humilde choza. Las muchachas estaban apenadas de que fuera su casa la única del pueblo que no se sumase a la fiesta religiosa, y, entristecidas, se acostaron, pensando, en el despertar del día siguiente. Ya en la cama, las dos hermanas idearon que podían lavar aquella noche la única sábana que tenían y adornar con ella su ventana, cubriéndola de flores. Calladitas, se levantaron, para no hacer ruido, para que el padre no se enterara de que se iban.
Tenían que atravesar un espeso monte para llegar al río, y las dos hermanas iban muy cogidas del brazo, con gran miedo, sobresaltándolas todas las sombras que veían. La noche estaba envuelta en tinieblas, un viento huracanado movía los árboles, y hacía crujir las ramas, que se inclinaban amenazadoras ante las dos temblorosas muchachas.
Las jóvenes, con el miedo, se perdieron y tardaron en encontrar el río. Por fin vieron relucir el agua y se arrodillaron a la orilla para lavar con gran prisa entre las dos.
Una de ellas dijo:
-¿qué hora será? Porque desde las doce de la noche es fiesta y es pecado trabajar.
Su hermana la tranquilizó diciendo que faltaba mucho para la medianoche, y afanosas continuaron su tarea, para acabar pronto, antes de que su padre despertara y viera que habían salido.
Tan preocupadas estaban lavando que no se dieron cuenta de que en el lejano reloj de la iglesia daban las doce, ni que el cielo se encapotaba y amenazaba una tormenta. De repente, hinchándose la corriente del río con sordo ruido y revolviéndose el agua en torbellinos de espuma, se desbordó arrastrando a las infelices muchachas, que envueltas en la sábana fueron llevadas por el agua.
El día siguiente amaneció despejado y luminoso. La aldea hervía de animación y bullicio, con la nota alegre de sus floridos balcones.
El viejo despertó con la algazara y bullicio callejeros, las músicas y canciones populares que resonaban en la aldea. Buscó a sus hijas por la casa, y al no verlas, pensando que habían ido por flores y plantas para enramar la ventana, salió en su busca. Al llegar al bosque, preguntó a un arriero si había visto a dos jóvenes rubias y muy bellas. Pero el arriero a nadie había encontrado.
Siguió andando, y preguntó a unos labriegos si habían visto a dos jóvenes muy hermosas, pero ellos con nadie se habían cruzado en el camino. Más allá vio a un pobre viejo y, acercándose a él, le hizo la misma pregunta. El viejo respondió que las había visto la noche anterior, cuando, con un lío de ropa en la mano, se dirigían hacia el río. Sintió el padre un golpe en el corazón ante la noticia, pues habían pasado muchas horas.
Con ansiedad se dirigió al arroyo y encontró a un pastor con su rebaño, que pacía en las praderas de la orilla, y le preguntó si había visto por allí a sus hijas. El pastor le contó que había visto que el río desbordado arrastraba con su impetuosa corriente los cadáveres de dos muchachas rubias envueltas en un sudario blanco.
El anciano padre, loco de dolor, corrió gritando por la orilla del río, y preguntando por sus hijas a todos los que veía. Todos le contestaban: ¡más abajo!
Continuó corriendo siempre y llamándolas con tristes alaridos, que todavía se escuchan por las noches en las márgenes del río, sin que hasta el presente haya logrado el pobre anciano dar con el paradero de sus hijas.
Dice la gente del país que en los aniversarios del trágico suceso se oye desde la orilla del río el golpear de la ropa de unas invisibles lavanderas nocturnas. Muchos han pretendido sorprenderlas, y al ir acogerlas, el ruido se oye en la orilla opuesta.
Autor: Desconocido.
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Nunca debemos abochornarnos de lo que tenemos por ser poco, ni imitar lo que no se debe hasta hacer lo imposible para lograrlo, el día que entendamos que a cada cual lo suyo, no sucumbirán en las tormentas, ni se escucharán las voces lastimeras desde el otro lado del río.
ResponderEliminarAunque trágico, hermoso relato.
Creo que soy la primerita en entrar, de milagrooooooooo, le doy gracias al desvelo, jejeje.
Abrazos muchos querida Pirujilla
Devastador... Me ha gustado .
ResponderEliminarGracias por el relato
Hola Piruja.
ResponderEliminarTriste relató el que nos detallas hoy .
Un abrazo.
La fiesta se convirtió en tragedia para esa familia. Muy triste la leyenda de hoy Piruja.
ResponderEliminarBesos
Hay veces que por desear ser igual a los demas te encuentras con desgracias como estas. Triste relato de estas dos pobres jovenes llenas de ilusion
ResponderEliminarbesitos y un abrazo grandote
A pesar de su tristeza, es un relato muy bueno.
ResponderEliminarTe mando un beso.
Caray...esta historia es triste, triste, ¿eh?
ResponderEliminarAún así, me gusta siempre leerlas.
:)
Besos.
La pobreza las empujó a intentar atenuarla pero fue su perdición.
ResponderEliminarBesos,
El de hoy es un relato de una honda tristeza. Las imágenes me parecieron maravillosas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es un conjunto precioso, la leyenda, las imágenes, el suave color y fondo ... Me encantan todas y cada una de tus infinitas leyendas. Besicos.
ResponderEliminarHola Piruja, a veces hacemos cosas que no deberíamos hacer.Pero casi nunca nos conformamos con aquello que tenemos verdad??.La historia aunque triste en preciosa y las imágenes son una maravilla.Me encanta ese balcón lleno de flores.
ResponderEliminarBeso grande, pero que muy grande:).
Que mala suerte la de las lavanderas y pobre del anciano que se quedó solo, pero de todas maneras la historia de la fiesta es muy bonita.
ResponderEliminarUn abrazo.
Son historias tristes, que a veces pueden ser reales, sembrando el dolor en una familia.
ResponderEliminarSaludos
Hacía tiempo que no me pasaba por tu blog, un placer volver a leer las leyendas que compartes, siempre me llevo algo de su esencia.
ResponderEliminarUn beso.
Siempre salgo de tu blog encantada con lo que aquí puedo aprender .
ResponderEliminarTus leyendas son geniales, pero la de hoy no sólo lo es, si no que ademas trata un tema no muy habitual y que no deja de ser un homenaje a todas esas mujeres que acababan con sus manos de tanto tenerlas metidas en el agua.
La historia es triste, pero es preciosa.
Un beso Piruja
Buenas noches
Isa
Bueno es lo que tiene querer ser igual que el resto, a veces te sale bien y a veces, como en este caso no.
ResponderEliminarQuiza lo mejor es actuar cada uno como es y bajo sus propias convicciones que a veces emular a alguien no es la mejor opcion.
Bueno pequeñaja vamos a currar un rato jajajajaj
cuidaos mucho vale?
besotes para las dos ystävä
Bueno, esto demuestra que trabajar es malo.
ResponderEliminarDeberíamos estar agradecidos a Rajoy que vela por nuestra seguridad quitándonos el trabajo para que nada nos pase.
Pobres lavanderas que por santificar una fiesta recibieron un mal pago.
Yo es que en las fiestas procuro ni salir de casa por si acaso..........llueve.
Besotes y buen finde.
Una hstoria muy triste..........menos mal que ahora tenemos lavadoras:-) Besicos
ResponderEliminarLa historia me parece sobrecogedora Piruja, a la vez que bella, es un cúmulo de sensaciones entre la tragedia y la luminosidad de esos balcones, en cualquier caso me ha encantado. Besos y buen fin de semana.
ResponderEliminarLas ganas de aparentar, a veces, nos llevan a la muerte.
ResponderEliminarPobres niñas.
Pues sí que es triste, sí.
ResponderEliminarUn beso.
Aunque triste es preciosa la leyenda que nos cuentas.
ResponderEliminarUn beso Piruja.
Julia o Rafaela que mas da, siempre se que soy yo.
Muy bonita historia aunque triste . Las muchachas se fueron muy ilusionadas a lavar para poder adornar su ventana y la vida no le dio la oportunidad de hacerlo , así es la vida ... su deseo de adornar su ventana como los demás habitantes les llevo a la otra orilla.
ResponderEliminarGracias por regalarnos una vez más una hermosa historia ! Un abrazo grande
Pilar, nos dejas una historia, que de nuevo nos hace pensar...Esas lavanderas se arriesgaron mucho en la oscuridad y una noche de tormenta...Antes de actuar debemos pensar lo que hacemos y buscar soluciones más prudentes...El riesgo a veces sale mal...Y el padre sufrió un gran dolor...Mi gratitud y mi abrazo inmenso por tu buen hacer, compañera y amiga...Feliz finde Pilar.
ResponderEliminarM.Jesús
Hermosa historia amiga Piruja, todas las leyendas tienen algo de verdad, y de seguro aparte de triste ha sido un placer leerte. Siempre gracias por traernos tan bellas entradas. Un beso.
ResponderEliminarQueda demostrado que, a veces, los esfuerzos sólo sirven para aumentar el cansancio. Deberíamos aceptar nuestros límites y evitar las comparaciones.
ResponderEliminartD1b, Piruja.
Piruja es una triste historia que revela que arriesgar a veces sale bien y otras mal, que ni en la aldea más remota hay igualdad de oportunidades, que engalardonar no es necesario y mucho menos si se va de tus manos. Perder la vida por no querer ser menos en cuanto a adornos, es absurdo.
ResponderEliminarAmiga, aunque haya puesto anitvirus , entiendo que si te da error y una nota de PELIGRO, ni te asomes por mi blog, yo vendré a visitar el tuyo.
Besos muy muy fuertes,
tRamos
Hola Tramos, a tu blog voy casi todos los días a ver si te puedo comentar, pero me salta enseguida lo de que tienes algo y el antivirus me tira fuera, no es que no vaya como das a entender que si que voy, aquí puedes venir siempre que gustes, creo lo que que tienes mal es algo de "chicaconojosdeayer", seguramente sera una imagen y quitandola quitaras lo del virus, creo..., gracias por todo.
EliminarBesos.
Que mal me explico¡¡ se que vienes y lo intentas, y comprendo que no puedas entrar, y quería supieras que te lo agradezco mucho y que dejes de preocuparte.
EliminarHe quitado todo, la seguidora , su perfil, ya no soy seguidora de ella, no hay ni rastro de su blog, pero según me han explicado algunos antivirus lo siguen leyendo como amenaza y mira que me da rabia pero más ya no se puede hacer de momento , yo sigo insistiendo, No es una imagen después de investigar y con la ayuda de Jose el viejo aprendiz y bueno más blogueross he encontrado que es un blog que anteriormente nunca me dió problemas pues incluso desconocía, se hizo seguidora y nunca más supe de ella.
Lo cierto es que me hago una idea, ahora al poner el anitvirus nuevo me aparecen amenazas en blogs que voy cientos de veces y ya sigo entrando, pero claro porque este me dice: AMENAZA QUITADA y claro da tranquilidad.
Besos muy amplios y grandíiiiisimos
tRamos
Ya sabes que a mí me encantan los cuentos que acaban con un final feliz, aún recuerdo que al teminar el relato me decían: Se casaron y comieron perdices y siempre fueron muy felices.
ResponderEliminarDe esta vez nos has relatado una historia con un final bien triste ¡pobres niñas! ¡Qué pena que no se hubiesen dado cuenta de que, con su sola belleza, al asomarse al balcón, sería el adorno más precioso y admirado por todo el pueblo!
Cada uno debemos conformarnos con lo que tenemos, es la única manera de sentirnos dichosos.
Te dejo cariños y abrazos
kasioles
Muchísimas gracias a todos por vuestra visita y comentarios, gracias de corazón:)
ResponderEliminarBesos.