sábado, 19 de noviembre de 2016
Leyenda del Chocolate.
La leyenda del origen del cacao, es la que encontramos en el Tonalámatl, el libro de los augurios de los sacerdotes de la diosa Xochiquetzal, la historia de cuando los dioses, compadecidos de los trabajos que pasaba el pueblo tolteca, resolvieron que uno bajara a la tierra para ayudarles enseñándoles las ciencias y las artes. Decidieron que fuera Quetzalcóatl, que hacía tiempo se empeñaba en ayudar a los toltecas, quien tomara forma humana y descendiera sobre Tollan, la ciudad de los hombres buenos y trabajadores.
Y así se hizo, Quetzalcóatl descendió por un rayo de la estrella de la mañana, dejando asombrados a los toltecas con su aparición, particularmente por su indumentaria hecha toda de una materia luminosa, y por su blanca y rizada barba, luminosa también. Todo el pueblo comprendió que aquel aparecido no era un simple mortal y desde luego, le rindió adoración, rompiendo sus feos y oscuros dioses de barro.
Junto con Quetzalcóatl, dominaba el dios Tláloc “el señor que está dentro de la tierra” el dueño de las lluvias, dador de la vida y dueño de las almas separadas de los cuerpos. Reinaba también Xochiquetzal “flor emplumada” la diosa de la alegría y el amor, esposa de Tláloc y descubridora del pulque. Todos los dioses eran buenos, y dirigidos por Quetzalcóatl enseñaron al pueblo tolteca el saber, hasta hacerlo sabio y artista, conocedor de la marcha de los astros, lo que le permitió medir el tiempo y señalar en el calendario el cambio de las estaciones para aprovechar las lluvias y levantar las cosechas.
Quetzalcóatl les dio además a los toltecas el don de una planta que había robado a los dioses, sus hermanos, quienes la guardaban celosamente, porque de ella obtenían una bebida que, pensaban, sólo les estaba destinada a ellos. Quetzalcóatl sustrajo el pequeño arbusto de flores rojas, prendidas a largas ramas de hojas alargadas, inclinadas hacia la tierra, a la que ofrecía sus oscuros frutos. Plantó en los campos de Tula el arbolito y pidió a Tláloc que lo alimentara con la lluvia, y a Xochiquetzal que lo adornara con flores. El arbolillo dio sus frutos y Quetzalcóatl recogió las vainas, hizo tostar el fruto, enseñó a molerlo a las mujeres que seguían los trabajos de los hombres, y a batirlo con agua en las jícaras, obteniendo así el chocolate, que en el principio sólo tomaban los sacerdotes y los nobles.
Fue licor sagrado y lo tomaban agrio o amargo. Más tarde se le mezcló con miel, y a la llegada de los españoles, éstos le agregaron azúcar y leche, tomándolo caliente y haciéndolo la bebida de lujo de la época colonial.
Así pues, Quetzalcóatl fue dador del cacao en sus cuatro clases: el cauhcacahuatl, el mecacahuatl, el xochicacahuatl y el tlalcacahuatl, que era el que tostaban, reservando los otros tres para moneda, pues el fruto se consideraba símbolo de riqueza. Los toltecas fueron ricos y sabios, artistas y constructores; gozaban del rico chocolate y eran felices, lo cual despertó la envidia de los dioses, más aún cuando descubrieron que tomaban la bebida destinada únicamente a ellos.
Juraron venganza, contra Quetzalcóatl primero y contra el pueblo tolteca después. Para eso llamaron a Tezcatlipoca “espejo humeante”, dios de la noche y de las tinieblas. Este dios, enemigo de Quetzalcóatl, el dios luminoso, bajó a la Tierra por el hilo de una araña y disfrazándose de mercader se acercó a Quetzalcóatl para ofrecerle la bebida que Xochiquetzal había descubierto.
El dios luminoso se hallaba en su palacio inmensamente triste, pues un sueño le había hecho saber que los dioses preparaban su venganza y temía por el pueblo al que había hecho rico, sabio y feliz.
Quetzalcóatl bebió del jugo que se le ofrecía, que era el octli , el jugo fermentado del metl, el maguey, llamado por el pueblo tlachiuhtli, o sea, el pulque. Quetzalcóatl lo bebió y se embriagó, con gran regocijo del malvado Tezcatlipoca, y bailó y gritó ante el escándalo del pueblo que lo miraba hacer gestos ridículos. Después se durmió, y, al despertar, con la boca amarga y en la cabeza un dolor profundo, se dio cuenta de que los dioses lo habían deshonrado y que se preparaba la ruina del pueblo tolteca y la caída de la gloriosa Tollan.
Al sentir Quetzalcóatl que ya nunca podría ver a los que había enseñado a ser buenos y honrados sin tener una gran vergüenza, decidió marchar hacia el rumbo de la estrella vespertina, su casa. A su partida se dio cuenta que todas las plantas de cacao se habían secado, sin embargo, arrojó las ultimas semillas de cacao en Neonalco (Tabasco), las cuales florecieron bajo su mano y subsistieron hasta nuestros días. Después entró en el mar y, aprovechando un rayo de luz de la estrella de la tarde, se volvió a su morada de luz.
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Preciosa leyenda Piruja. Muchas gracias. Besetes.
ResponderEliminarNo imaginaba que el chocolate tuviera esta leyenda tan bonita. Y tan triste, pues en la lucha del bien y el mal gana el mal...
ResponderEliminarAl menos nos queda el chocolate como dulcísimo recuerdo de aquel dios sabio y bueno, un equivalente del Cristo de los occidentales, que como sabemos también acabo mal.
Un abrazo
Gracias le doy a ese que se fue en el rayo de luz de una estrella (Su nombre no es para retenerlo en la memoria).
ResponderEliminarCon lo que me gusta el chocolate.
manolo
Me encanta el chocolate sobre todo el negro así que le agradezco en infinito a ese generoso dios que nos lo regaló y que encima sufriera humilllación de los otros envidiosos dioses.Besicos
ResponderEliminarA pesar de todos los avatares, el chocolate pudo subsistir, para nuestro deleite.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bonita leyenda para un rico producto. Pero vaya con los nombrecitos.
ResponderEliminarPili. No podrias cambiar los nombres esos por Paco, Pepe, a algo asi. jjjjjj...
Un abrazo. Feliz finde.
La leyenda me ha encantado, pero con el comentario de mcfpalomo: "No podrias cambiar los nombres esos por Paco, Pepe, a algo asi. jjjjjj..." aún me estoy riendo. Un beso.
ResponderEliminarHay que ver lo que da de sí tan sabroso producto, con una leyenda tan bella.
ResponderEliminarBesos!
Un hermosa leyenda, como todas las que nos ofreces.
ResponderEliminarBesos
Preciosa leyenda, me encanta. Muchos besos y feliz tarde.
ResponderEliminarQué bonita historia para un producto tan apetitoso!!.
ResponderEliminarMe encantó.
Un beso grande. Feliz domingo.
Me encanta tambien a mi el chocolate (aunque tengo que tomarlo con prudencia , por el azucar) y desde luego esta historia o leyenda es una preciosidad .
ResponderEliminarSiempre un placer pasar por aqui .
Besos.,
Me parece un relato hasta histórico. Una mitología del pueblo mexicano.
ResponderEliminarPrecioso.
Preciosa. Eso de bajar por la estrella de la mañana, qué bonito.
ResponderEliminarSi no me paso más es porque últimamente estoy medio retirada, no sé si te lo había dicho.
Besos.
Una leyenda muy buena Piruja, me he reído con el dios Tezcatlipoca que bajó por el hilo de una araña. Me encanta el chocolate.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Bendito Quetzalcóatl! que nos trajo la semilla del cacao para que todos pudiéramos disfrutar de las dlicias del chocolate.
ResponderEliminarPreciosa leyenda aunque el final no fue muy feliz para quien solo quiso hacer bien.
Besos
Yo creo que no existe persona que no le guste el chocolate en alguna de sus variedades, porque todas están riquísimas, a mi el amargo me gusta menos, aun así si no tengo de otro también pico…
ResponderEliminarEs una leyenda preciosa, se que las leyendas son historias que jamás se pudieron contar, ahora en internet cuentan muchas cosas si se saben buscar, pero tu blog esta cercano al mío, y eso si que es una suerte. Gracias amiga por hablarme del chocolate que en estos momentos voy a degustar. Un abrazo.
Pilar, leo emocionada esta leyenda y me siento feliz de estar de nuevo con vosotros...El chocolate es bueno para el ánimo y para la memoria, asi que lo seguiremos tomando, amiga.
ResponderEliminarComo ves vuelvo de nuevo, voy mejorando poco a poco y os agradezco a todos vuestro apoyo y vuestra amistad...Nada es en vano, todo lo que damos vuelve, como decía mi amiga argentina, por tanto te dejo mi abrazo y mi cariño, que sin duda mereces, amiga.
M.Jesús
Piruja Es un placer pasar por su blog y disfrutar de esta admirable entrada dedicada algo tan exquisito Saludos
ResponderEliminarQue bonita leyenda, no la conocia. El chocolate es buenissimo para el estress pero malissimo para los diabeticos.
ResponderEliminarUn beso Piruja, siempre un placer visitar tu casa
Isa
Hola Pirujita, ya he repasado el completo y bello homenaje a Leonard, uno de lo grande, perece que en otoño la vida se duerme.
ResponderEliminarBella y a la vez triste esta historia, cuando se decide ser bueno y ayudar incondicionalmente, siempre aparece la envidia, los celos y el egoísmo.
Así es en la vida misma.
Un abrazo.
Ambar
Preciosa es la leyenda del chocolate ¡Menos mal que Quetzalcóartl era previsor y guardó unas cuantas semillas antes de volver con sus hermanos!
ResponderEliminar¿Qué sería de nosotros sin poder degustar el rico chocolate?
Es, en este momento, una hora muy apropiada para tomar una tacita calentita y humeante.
Cariños y buen fin de semana.
Kasioles
Que bella historia!!!!
ResponderEliminarMil gracias por compartirla
Luz&Chocolates
Isaac