sábado, 3 de junio de 2023

Monólogo de la lluvia.

¿Habéis visto la lluvia?. Esta lluvia de madrugada que ha colgado sus lágrimas en el perchero gris de la sombra de los juncos. ¿No la habéis visto?. ¿Pero si está cuajada en las horas de vuestros párpados sedientos?. ¡Es imposible que no la hayáis visto!. Ha llegado así, de repente, con la tristeza del niño acurrucado bajo el mantón de la abuela. Ha sido una lluvia de pequeños llantos colgados, como la rama del almendro que está ahora sollozando por la larga espera. ¿De verdad que no la habéis visto?. Ha sido una lluvia de mandrágoras saladas surgiendo de un vaporoso lagar de mares en tinieblas.

Pero bien. ¡Tenéis que haberla visto!. Una lluvia de cristales agudos erizando sus aristas en el corazón de la madrugada, con los gorriones dormidos en medio de las callejuelas en donde hay sapos croando al cloquetear de las viejas sandalias del pescador. ¿Es verdad que no la habéis visto?. Ha sido la lluvia del desamparado perro dálmata, blanco y negro como la noche de los pecados inocentes del sarmiento. Sí. Ese sarmiento empeñado en sacar a la luz su inerte sonrisa.

¡Tenéis que haberla visto!. ¡Seguro que habéis visto esta lluvia calando los huesos del camposanto de la sementera!. Aquí. Aquí mismo. Bajo las buhardillas del desamparo yo he visto cómo se han mojado todas las sonrisas del desdentado y viejo borracho empeñado en beber las lágrimas del viento. ¡Y cómo chorreaban los bordillos de las aceras!. ¿No habéis visto cómo chorreaban los bordillos de las aceras?. Quizás porque estábais abstraídos en observar los railotes del tejadillo de las iglesias. Claro. Pero de tanto llorar las campanas no habéis podido escuchar el llanto del recién nacido. Sí. Ha nacido hoy, bajo la lluvia, el infantil recuerdo de una melancolía colgada del aguacero de la madrugada.

¡Estoy seguro de que habéis oído la lluvia!. ¿Por qué os da miedo o temor o resquemor reconocer que habéis oído a esta lluvia pedir licencia para morir de hambre?. No. No es posible no haberla oído. Esta madrugada la lluvia ha sido más huracán, más tormenta, más espanto que nunca… y las mujeres del burdel se han quedado solas, llorando por el niño perdido en la barahúnda de los jardines del sueño de su madre. Ha sido una lluvia de ceniza clavada en el ras del suelo. Sí. En el ras del suelo de los que carecen de todo excepto de nostalgia.

¿De verdad que no la habéis visto?. ¿De verdad que no la habéis oído?. ¡Pero si ha sido una lluvia tan poderosa como el terror de la propia muerte!. El niño se ha ido a llorar a la otra esquina, la de las paredes sucias envueltas en la bruma de los vencidos. Y yo aquí. Observando tras los cristales de la funámbula silueta una especie de lluvia ácida como el jugo de los limoneros. Sí. Los limoneros que han parido al niño bajo la yerma sequedad de sus guedejas. ¿Qué de qué guedejas hablo?. De las guedejas de una madre en donde se ha terminado de sacudirse el sueño soñado de lo inerte..

¿Es posible que no la hayáis visto?. Ha sido una lluvia de parto con dolor, de muerte hacinada bajo las sombras del enebro. ¿Es que no habéis oído el llanto del niño?. Lo que debe suceder es que acaso los acentos del viento no os han dejado escuchar o discernir. Pero yo os doy mi palabra de que ha sido una lluvia de temblores y de fríos. Que ella se ha quedado tan lejana como la última estrella del alborear y que el niño aún está ahí, desmadejando su sueño entre las telarañas de la inexistencia. La madre ha muerto llorando por la lluvia y el niño llora porque la lluvia le moja la vida.


Autor: Diesel.


sábado, 27 de mayo de 2023

Leyenda del Clavel del Aire

Corre por todo el noroeste argentino una hermosa y triste leyenda sobre el clavel del aire, planta que vive pendiendo de los troncos o ramas de viejos algarrobos o entre los  peñascos.

Refiere la misma que durante una reunión de amigos, un joven oficial español se enamoró de una indiecita conocida por Shullca, la que en ningún momento correspondió al apasionado amor de aquel. Juró entonces vengarse de la que así despreciaba su cariño, y una tarde en la que la halló sola en la sierra comenzó a perseguirla.

La niña en su desesperación, trepó a la rama más alta de un gran algarrobo que el viento balanceaba amenazando derribarla. El joven le solicitó con buenas palabras que bajara, prometiéndose respetarla si así lo hacía. Como la niña se negara a ello, le amenazó con su puñal. Lo que no pudo la súplica, menos logró la amenaza. Y entre despechado y furioso arrojó el arma que fue a clavarse en el pecho de la pobre niña.

Como un pájaro cayó el cuerpo de Shullca en el vacío y tras él, el del oficial hispano.

Una gota de sangre alcanzó, a humedecer el tronco del árbol. Y allí nació el clavel del aire, que antes de una flor es, según dicen, un rayo de luz modelado en la forma de los lirios místicos, con tres pétalos de suavísimo y casi volátil tejido con la blancura y el aroma de la virginidad seráfica, porque es el alma de la tierra, y encarnada en tan delicioso cuerpo, vive encima de ella, impregnándola de su aliento que es gracia y amor.


Autor: Raul Antonio.



sábado, 20 de mayo de 2023

Leyenda del Caldén ( Huitrú )

En una pacífica tribu ranquelina mapuche, de las tantas que habitaban La Pampa vivía Huitrú, un indiecito que correteaba como todos, por esta tierra que le pertenecía.

Era hostil y rebelde y, aunque pequeño, se daba cuenta de las penurias, sufrimientos y persecuciones de las que eran objeto.

Fue creciendo. Se convirtió en un joven fuerte y valeroso, con un solo ideal defender a su raza de las opresiones. Por esta causa fue perseguido y hostigado por sus enemigos.

Un día, al resistirse al saqueo del poblado, fue capturado y mostrado como trofeo por sus adversarios, llevándolo lejos del lugar.

Esa misma noche, amparándose en la oscuridad reinante, logró escapar para buscar ayuda en otras tribus cercanas.

Cuando sus enemigos notaron que el indómito y bravo joven se había fugado, comenzaron a perseguirlo.

En su huida, Huitrú no se dio cuenta que se internaba cada vez más en el corazón del monte pampeano.

En un momento se encontró enredado en unos bajos y enmarañados arbustos, y por más que luchó no pudo desligarse de sus ataduras.

Estaba sediento. Su cuerpo sangraba por las heridas que habían provocado las ramas y las espinas. Su sagre iba filtrándose en el suelo y atándolo cada vez mas.

Al verse perdido se encomendó a su Dios, guitu wuta chao,( Fuerza de la naturaleza) para que amparara a su raza a costa de su propia vida y, por un designio de éste, se lo vio de pronto convertido en un árbol frondoso, destinado a brindar alimento y sombra a sus hermanos y a los animales, que serian los encargados de multiplicarlo por toda La Pampa.

Al amanecer, cuando sus hermanos y sus adversarios aún lo buscaban, sólo hallaron un imponente árbol en medio de estas extensas llanuras.

El huitrú tenía las ramas cubiertas de espinas, para defenderse de quienes lo quisieran cortar, y su sangre se había convertido en una larga raíz buscando agua para saciar su sed, en lo más profundo de la tierra y poder aferrarse al lugar que lo vio nacer. En el tronco se notaban las heridas sangrantes que el mapuche se hizo al huir.

Así como Huitrú (Caldén) arraigado a este suelo, su raza sigue luchando por los derechos en estas tierras, afirmándose con fuerza y valor. Por eso, cuando se destruye un Caldén, dicen que muere un antepasado.



sábado, 13 de mayo de 2023

Cartas convictas.

Era una cortesana de pelo largo castaño oscuro y ojos negros profundos, su belleza era conocida en todo el condado pero mas conocida era su tristeza que arrastraba desde tiempo atrás. Un buen día se decanto por un caballero al que solo conocía de oídas en las celebraciones de la noble corte. Sus hazañas, su caballerosidad y su sensibilidad estaban en boca de todo el mundo y ella quedo fascinada de las historias acerca de aquel supuesto caballero apuesto y misterioso, aunque mas que fascinación, sintió curiosidad y se aventuro a escribirle. El intercambio de cartas era cada vez mas frecuente, sus escritos iban tomando contenido alentador, palabras complacientes, música y poema para su audición, revelaciones y compromisos íntimos y profundos que ella anhelaba muchísimo.

Pasaba el tiempo y aquellas palabras tomaban ternura, los escritos sensualidad y aquel amor desconocido se convirtió real. Una noche lluviosa ella le cito en un lugar seguro y observaba a través de la ventana de su oculta morada la llegada de su amado, le veía acercarse hacia su portón galopando sobre su caballo andaluz. Ella se escondió detrás de las cortinas de la antesala de sus aposentos para oír la llegada de su amado, quería observar previamente su físico, aunque ese detalle poco le importaba, ya le quería antes de conocerle. El amante golpeo suavemente la puerta y la doncella le abrió, le hizo pasar hacia los aposentos de las cortesana y por primera vez se vieron la cara.

El caballero que tanta valentia derrochaba en sus cartas quedo inmovil sujetando la cortina, no sabia que hacer ante tanta belleza y ella tomo la decisión. Le cogió de la mano, le introdujo en sus aposentos y le beso tiernamente. Un temblor se apodero de su cuerpo vigoroso a la vez que su corazón latía frenéticamente, no quería soltarla, deseaba con ansiedad ese momento y ella, después de todas aquellas cartas, estaba convencida de que sus palabras no solo eran letras escritas con una tinta mediocre, eran sentimientos trasladados a poesía y plasmados con amor febril sobre un papel fino y suave, tan delicado como ella.

Le llevo lentamente sin separar sus labios y sus cuerpos hacia el lecho, se recostaron y el comenzó a desabrochar lentamente los lazos de su camisón de seda negro, lo retiro espalda abajo y comenzó un juego de caricias y besos suaves. Ella sentía un escalofrío recorrer su delicada piel, le gustaba, disfrutaba de la ternura y sensibilidad con que la acariciaba su amado, cada vez sentía mas deseo de descubrir la pasión de sus escritos de una forma mas intensa, mas profunda.

Aquellas palabras alentadoras que nacieron a través de unas cartas inocentes fueron forjando un amor verdadero, pero también un amor maldito, ese amor a ojos del mas allá estaba manchado, no eran libres y el destino jamas les dejo reunirse de nuevo.

Esta es la leyenda de los amantes, aunque predestinados, incumplieron una promesa y cometieron pecado. Jamas pudieron vivir su amor libremente, estaban encadenados a su libertad, muertos en vida. El amor que se profesaban les llevo a la locura y posterior muerte.

Cuenta la leyenda que sus espíritus vagan por la eternidad escribiendo cartas convictas destinadas a sus iguales.



Autor: Desconocido.



sábado, 6 de mayo de 2023

Las Manos del Abuelo.

Nunca volveré a ver mis manos de la misma manera…

El abuelo, con noventa y tantos años, sentado débilmente en la banca del patio, no se movía, sólo estaba sentado cabizbajo mirando sus manos. Cuando me senté a su lado no se dio por enterado y entre más tiempo pasaba, me pregunté si estaba bien. Finalmente, no queriendo realmente estorbarle sino verificar que estuviese bien, le pregunté cómo se sentía.

Levantó su cabeza, me miró y sonrió. "Sí, estoy bien, gracias por preguntar", dijo en una fuerte y clara voz. "No quise molestarte, abuelo, pero estabas sentado aquí simplemente mirando tus manos y quise estar seguro de que estuvieses bien", le expliqué.

¿Te has mirado alguna vez tus manos?" preguntó. "Quiero decir, ¿realmente te has mirado tus manos?"

Solté mis manos de las de mi abuelo, las abrí y me quedé contemplándolas.  Les di la vuelta, palmas hacia arriba y luego hacia abajo. No, creo que realmente nunca las había observado mientras intentaba averiguar qué quería decirme. El abuelo sonrió y me contó esta historia:

"Detente y piensa por un momento acerca de tus manos, cómo te han servido bien a través de los años. Estas manos, aunque arrugadas, secas y débiles han sido las herramientas que he usado toda mi vida para alcanzar, agarrar y abrazar la vida.

Ellas pusieron comida en mi boca y ropa en mi cuerpo. Cuando niño, mi madre me enseñó a juntarlas en oración. Ellas ataron los cordones de mis zapatos y me ayudaron a ponerme mis botas. Han estado sucias, raspadas y ásperas, hinchadas, cortadas, secas y dobladas. Se mostraron torpes cuando intenté sostener a mi hijo recién nacido. Adornadas con mi anillo de bodas, le mostraron al mundo que estaba casado y que amaba a alguien muy  especial.

Ellas temblaron cuando enterré a mis padres y esposa y cuando caminé hacia el altar con mi hija en su boda. Han cubierto mi rostro, peinado mi cabello y lavado y limpiado el resto de mi cuerpo. Y hasta el día de hoy, cuando casi nada más en mí sigue trabajando bien, estas manos me ayudan a levantarme y a sentarme, y se siguen uniendo para orar.

Estas manos son la marca de dónde he estado y la rudeza de mi vida. Pero más importante aún, es que son ellas las que Dios tomará en las Suyas cuando me lleve a casa.

Desde entonces, nunca he podido ver mis manos de la misma manera…

Y aún recuerdo cuando Dios estiró las Suyas y tomó las de mi abuelo y se lo llevó a casa.

Cada vez que voy a usar mis manos pienso en mi abuelo… es cierto que nuestras manos son una bendición.

Hoy me pregunto… ¿qué estoy haciendo con mis manos? ¿Las estaré usando para abrazar y expresar cariño o las estaré esgrimiendo para expresar ira y rechazo hacia los demás?.


Anónimo.


sábado, 29 de abril de 2023

El Lobo Solitario.

Había una vez un señor halcón, que cada día salía a pasear y remontaba el vuelo tan alto que sus plumas parecían finos diamantes al sol de tanto como relucían. Su vuelo era majestuoso y señorial tanto que una señora halcón que también habitaba por aquel bosque un día se fijó en él y quedó deslumbrada por sus brillos.

Durante un tiempo, el señor halcón volaba para ella mostrándola su esplendor y majestuosidad y ella seguía tímidamente la estela de su vuelo pero jamás conseguía volar tan alto como él y alcanzar sus anheladas nubes y mecerse en ellas como si fueran colchones de algodón. De esta forma decidió por un tiempo caminar sobre la tierra para descansar sus frágiles alas, mientras que su admirado halcón continuaba cada día con el mágico ritual.

Estaba un día la señora halcón reposando bajo un gran árbol milenario cuando acertó a pasar por allí un precioso lobo blanco, y viéndola tan encogidita en un rincón se compadeció de ella y se atrevió a saludarla, Ella sintió gran admiración por aquel lobo que se presentaba ante ella con su porte distinguido y con la serenidad y sabiduría que ofrecen los años, pues el lobo ya no era un jovencito, y poco a poco fueron haciendo amistad.

Cada día se saludaban y paseaban un ratito juntos por los linderos del bosque contemplando las maravillas de la naturaleza y un día la señora halcón le pregunto que porque estaba siempre con esos ojos tan tristes, que qué era lo que le acongojaba y él le respondió así:

"Estimada amiga, desde hace mucho tiempo me siento muy solo. Yo tenía una amiga, la señora zorra, con la cual he compartido muchos y muy bellos momentos de mi vida pero por ser de naturalezas distintas esta amistad fue distanciándose y la señora zorra hace mucho que no viene a visitarme a mi hogar. Creo que la sombra del olvido ya se ha extendido entre ambos y me siento tan solo que por eso estoy buscando una compañía que alegre mis días."

Con esto pasaron los días, y los días y la amistad entre el señor lobo y la señora halcón fue haciéndose mas profunda y ambos se guardaban un inmenso cariño y respeto. Y así, cada día, salían a pasear juntos compartiendo trozos de sus vidas y alegrándose mutuamente con todas esas cosas sencillas que la vida puede ofrecer.

Sin embargo, como vosotros sabréis no es muy normal que un halcón y un lobo sean amigos, y dado lo extraño de esa relación pues las noticias se hicieron eco en el bosque provocando las críticas de todos los animales.

Los rumores se hicieron tan grandes que llegaron a los oídos del señor halcón, el cual descendió de las nubes solo para comprobar si era cierto, y también llegó a los oídos de la señora zorra que llego acompañada desde los confines de la tierra de su gran amiga la señora buho; y bajo la sombra del gran árbol milenario, empezaron a discutir sobre lo sórdido de aquella relación, que no podía ser y además, el señor lobo siempre había sido amigo de la señora zorra y ella había vuelto otra vez y quería ocupar el lugar que le correspondía,.....

La señora buho permanecía expectante sin decantarse ni por uno ni por otro pero claro, como era muy amiga de la señora zorra decidió apoyarla y olvidarse del señor lobo del cual hacia mucho tiempo también había sido su amiga. Así que el señor lobo entristecido enormemente por esa situación tan absurda comenzó a aullar desesperado espantando a todos los animales del bosque, solo la señora halcón permaneció a su lado hasta que el señor lobo se hubo calmado...

La zorra tanto tanto se asustó del señor lobo que decidió no volver nunca jamás a visitarlo y salió huyendo despavorida con su amiga la señora buho. Solamente el señor halcón, con la majestuosidad que le caracterizaba, descendió su vuelo y se poso bajo la sombra del gran árbol milenario y les dijo así:

"Queridos amigos, no importa como seáis ni quien seáis, no importa que seáis diferentes pues ante los ojos de Dios todos somos iguales, solamente la belleza se encuentra en la pureza de corazón, en los bellos sentimientos y sobre todo en los ojos del que mira. Continuad vuestro camino unidos en la amistad sin importaros lo que pensaran el resto de los animales del bosque pues los que vean que en esta unión hay algo malo es porque en ellos anida la ENVIDIA y habrá de pasar un tiempo hasta que todos se acostumbren a veros."

Y dicho esto el gran halcón levantó de nuevo su vuelo desplegando sus hermosas alas adiamantadas al sol y se alejó lentamente hacia la inmensidad de los cielos.

Y así, de esta forma, cada día el señor lobo continuo saliendo a pasear por los linderos del bosque con la señora halcón posada en sus lomos, compartiendo las alegrías y también alguna pequeña tristeza pero estas eran las menos os lo aseguro queridos amigos.....y de vez en cuando, iban a cobijarse bajo la sombra de aquel gran árbol milenario que a pesar de que nunca les había dicho nada siempre les había ofrecido su sombra para que ambos se cobijasen.

Moraleja:

No importa la condición social, ni el color, ni si se es rico o pobre, porque todos somos iguales.

Y que en muchas ocasiones podemos provocar envidia con nuestros actos aunque sean involuntarios, este es un sentimiento que hay que evitar a toda costa porque es dañino y destructivo, para la persona que la padece y para las personas que son objeto de las envidias.


Autor: Desconocido.



sábado, 22 de abril de 2023

Los Dos que Soñaron.

Cuentan los hombres dignos de fe, que hubo en El Cairo un hombre poseedor de riquezas, pero tan magnánimo y liberal que todas las perdió, menos la casa de su padre, y que se vio forzado a trabajar para ganarse el pan. Trabajó tanto que el sueño lo rindió debajo de una higuera de su jardín y vio en el sueño a un desconocido que le dijo:

-Tu fortuna está en Persia, en Isfaján, vete a buscarla.

A la madrugada siguiente se despertó y emprendió el largo viaje y afrontó los peligros de los desiertos, de los idólatras, de los ríos, de las fieras y de los hombres.

Llegó al fin a Isfaján, pero en el recinto de esa ciudad lo sorprendió la noche y se tendió a dormir en el patio de una mezquita. Había, junto a la mezquita una casa, donde una pandilla de ladrones atravesó la mezquita y se metió en la casa,  las personas que dormían se despertaron  pidiendo  socorro. Los vecinos también gritaron, hasta que el capitán de los serenos de aquel distrito acudió con sus hombres y los bandoleros huyeron por la azotea.

El capitán hizo registrar la mezquita y en ella dieron con el hombre de El Cairo y lo llevaron a la cárcel. El juez lo hizo comparecer y le dijo:

-¿Quién eres y cuál es tu patria?

El hombre declaró:

-Soy de la ciudad famosa de El Cairo y mi nombre es Yacub El Magrebí.

El juez le preguntó:

-¿Qué te trajo a Persia?

El hombre optó por la verdad y le dijo:

-Un hombre me ordenó en un sueño que viniera a Isfaján, porque ahí estaba mi fortuna. Ya estoy en Isfaján y veo que la fortuna que me prometió ha de ser esta cárcel.

El juez echó a reír.

-Hombre desatinado -le dijo-, tres veces he soñado con una casa en la ciudad de El Cairo, en cuyo fondo hay un jardín. Y en el jardín un reloj de sol y después del reloj de sol, una higuera, y bajo la higuera un tesoro. No he dado el menor crédito a esa mentira. Tú, sin embargo, has errado de ciudad en ciudad, bajo la sola fe de tu sueño. Que no vuelva a verte en Isfaján. Toma estas monedas y vete.

El hombre las tomó y regresó a la patria. Debajo de la higuera de su casa (que era la del sueño del juez) desenterró el tesoro. Así Dios le dio la bendición,  lo recompensó y exaltó.


Autor: Desconocido.