sábado, 24 de septiembre de 2022

Kamshout y el Otoño. El origen de los loros ( Leyenda Ona )

En la Isla Grande de Tierra de Fuego, vivió antes de su extinción, un pueblo indígena americano llamado los Sélknam, más conocidos como Ona.

Hubo un tiempo en el que las hojas de los árboles siempre eran verdes, y en ese tiempo vivió Kamshout, un muchacho alegre perteneciente a esta tribu, al que le gustaba hablar sin parar. No importaba que no hubiera mucho que decir en un momento determinado, él siempre encontraba las palabras necesarias para hacerse oír. A veces tanta cháchara resultaba una molestia, y por ello a nadie pasó desapercibida su ausencia cuando Kamshout tuvo que marcharse para cumplir sus ritos de iniciación. En la tribu al fin había momentos en los que se podía disfrutar del silencio.

El muchacho tardó mucho tiempo en regresar, tanto que el resto de la tribu comenzó a creer que había fallecido. Sin embargo un día regreso, tan parlanchín como siempre, hablando y hablando sin parar sobre su aventura. Repetía una y otra vez que había estado en un fantástico país allá por el Norte en el que los árboles cambiaban de color. Sus hojas se volvían amarillas y caían hasta que parecían estar completamente muertos, pero después llegaba un tiempo al que llamaban Primavera en el que las hojas volvían a renacer en los árboles y todo se teñía de verde de nuevo.

Hablaba de aquellos maravillosos matices y colores, de hojas secándose en el suelo tiñendo el paisaje de ocre, de árboles que volvían a vestirse de luz y verdor después de haber perdido todas sus hojas… Nadie le creyó. Nadie conocía aquellas extrañas palabras que Kamshout repetía sin parar, Otoño… Primavera… Todo debía ser una mentira del imaginativo muchacho, las hojas de los árboles eran eternas. Toda la tribu se rió de él y esto lo puso muy furioso. Se puso rojo de la rabia y no paró de repetir su historia una y otra vez hasta que las palabras se le apelotonaban en los labios.

Cansado de las burlas de sus vecinos, el muchacho, furioso, decidió volver a marcharse. Al cabo de un tiempo Kamshout regresó a su tribu; pero lo hizo de una forma totalmente sorprendente, el muchacho era ahora un gran pájaro de plumas verdes y rojas. El pájaro emitía un ruido cansino con el que parecía reírse de todos. Debido a este sonido todos comenzaron a llamarlo Kerrhprrh.

El pajarraco se fue posando en todas las ramas de los árboles verdes y las fue tiñendo una a una de un color rojizo. Las hojas en ellas comenzaron a adquirir una tonalidad dorada tal y como el muchacho había descrito y poco a poco comenzaron a caerse y a vestir el suelo. Todos en la tribu estaban aterrados, lamentando la muerte de todos sus benditos árboles, y Kerrhprrh se reía ahora de ellos, como ellos lo habían hecho de Kamshout antes.

En primavera la tribu contempló maravillada cómo todos los árboles volvían a brotar y a vestir sus ramas de hojas verdes y frescas, tal como el muchacho había dicho en su día.

Desde ese entonces, se reúnen unos pájaros de vivos colores en las ramas de los bosques, son los loros, que se ríen constantemente de los humanos con sus picos curvos para recordar a su antepasado Kamshout, al que nadie tomaba en serio.

Esa fue la venganza que planeó Kamshout para toda la eternidad.



sábado, 17 de septiembre de 2022

El Lobo Blanco (Leyendas de Galicia)

Hace mucho tiempo vagaba por la Serra da Coba un lobo. Esto no tendría nada de especial si no fuera que este era un lobo completamente blanco. Todos los pueblos de la sierra conocen la historia del lobo blanco que fue encontrado siendo un cachorrillo por el pastor de "Os Lugarexos" da Coba. Realmente lo encontraron los perros del rebaño que curiosamente en vez de matarlo como era su natural inclinación, lo rodearon como asombrados por el color de aquel lobezno abandonado por su manada que tenía pinta de lobo, olía a lobo pero era blanco como un corderillo, y no estaba protegido por ninguna de las manadas que enseñoreaban la Sierra. Sorprendido el pastor, lo recogió, lo bajó al pueblo, y una vez allí lo llevó a un pajar donde lo puso a mamar de una oveja. El hambre era tan grande que el lobezno empezó a mamar de aquella oveja como si de su verdadera madre se tratara.

El tiempo pasó y el cachorro creció entre el rebaño y al igual que su familia adoptiva, iba al monte, actuaba como ellas e incluso cuando el rebaño estaba en peligro, también él buscaba refugio mientras los perros les defendían, además, su color contribuía y daba fe de aquel lobezno era un cordero más. Creció como corresponde a su raza, aunque su piel seguía siendo blanca y tenía unos ojos que daban miedo, en el pueblo los perros ya no le respetaban como cuando era cachorro y tenía frecuentes peleas que manchaban de sangre su blanca piel.

Poco a poco se fue alejando del rebaño, ya no lo acompañaba ni bajaba al pueblo por la noche. Por si fuera poco, el hecho de haber pasado parte de su vida en el pueblo, hacía que su aullido fuera conocido por todos los vecinos y nadie le tenía miedo alguno. El pastor le tenía tanto cariño que todos los días le llevaba alimento. Jamás atacó a rebaño alguno, era un huérfano errante que solo encontraba compañía con el pastor y sus perros, los únicos que seguían respetándole.

Pasaron los años y fueron una pareja -lobo y pastor- inseparable hasta que un día estando el pastor solo con su rebaño en la Sierra le asaltaron unos bandidos. Como ofreció resistencia, después de matar a flechazos a sus perros se pusieron a darle muerte a golpes. De repente, los caballos de los bandidos empezaron a relinchar nerviosos como si les acechara un peligro inminente que hizo detener la inhumana paliza, súbitamente y sin que pudieran reaccionar apareció un enorme ejemplar de lobo blanco que se lanzo al cuello de uno de ellos. La sangre manaba a borbotones de la herida, no tuvieron tiempo de defenderse y pronto salto de nuevo a otro bandido. El que pudo huyo despavorido como alma que lleva el diablo.

El pastor contó todo lo sucedido poco antes de morir como consecuencia de las heridas y los golpes recibidos, dijo que al menos habían sido diez los bandidos que le asaltaron. Cuando sus vecinos da Coba fueron a la Sierra, encontraron los cuerpos de siete desconocidos, todos con la marca del lobo en sus gargantas. Nadie volvió a ver al lobo blanco, pero en Coba durante muchos años lo siguieron oyendo aullar, allá por la Escrita.


Leyenda adaptada del "Libro Oscuro", libro que existió en la Edad Media y que actualmente se ha perdido.



sábado, 10 de septiembre de 2022

La Flor de Loto ( Leyenda )

Cuentan que hace mucho, muchísimo tiempo, en la selva del Mayab, había un reino muy hermoso, con un príncipe llamado Chacdziedzib. Su nombre significaba ‘pájaro cardenal’.

El joven estaba enamorado profundamente de la hija del guardián del Cenote sagrado, una hermosa joven de nombre Nicté-Há, que significaba ‘Flor de loto’.

Los demás no veían con buenos ojos esta unión entre un noble y una mujer de tal condición… Hasta el gran Cenote Sagrado decidió que el príncipe debía casarse con la hija de algún rey, no con la humilde Nicté-Há. Y para evitar esta unión, convocó a los grandes nobles del lugar. Entre todos decidieron que la muchacha debía morir para terminar con aquel ‘absurdo’ amor.

Pero uno de los sirvientes del príncipe había oído todo, y fue a contárselo a Chacdziedzib, quien decidió mandar al mejor de sus guerreros en busca de la joven. Su intención era llevarla al palacio y casarse de inmediato con ella. Pero el guerrero fue asesinado y nunca llegó a la vivienda de la joven.

De nuevo el sirviente del príncipe se enteró de aquella desgracia y se la comunicó a su amo, quien decidió ir él mismo a por su amada.

Cuando llegó a su vivienda, la encontró junto al Cenote Sagrado, y al abrazarla, una flecha que partió de la oscuridad, se clavó en su pecho, provocándole la muerte de inmediato.

La joven cayó al agua del Cenote y el príncipe, muerto de dolor, se dejó caer con el corazón roto al mismo lugar donde estaba su amada, dejando como estela un charco de sangre.

Pero los dioses, que lo habían visto todo, enviaron al Señor de las aguas y al Señor de los pájaros para ayudarles. El Señor de las aguas llegó hasta las profundidades y encontró el de Nicté-Há. Lo transformó en una preciosa flor de loto. Y el Señor de los pájaros encontró el cuerpo del príncipe, y transformó a Chacdziedzib en un pájaro cardenal.

Por eso, cuando despunta el alba, el pequeño pájaro cardenal se posa sobre la hermosa flor de loto y no deja de cantar hermosas melodías de amor.





sábado, 3 de septiembre de 2022

La anciana mendiga. ( Fábula )

Durante la época de Buda, muchas personas iban a su templo para dejarle ofrendas. Pero vivía por entonces una anciana mendiga que no tenía nada para llevar. Y lo cierto es que deseaba tanto poder hacer una ofrenda que decidió pedir limosna un día y sacrificar su comida a cambio de unas pocas monedas. Con ellas compró una pequeña lámpara de aceite. El dinero no le daba para nada más.

Ilusionada, llegó al templo y encendió su lamparita. La colocó junto al resto, todas más grandes, y dijo en voz alta:

– Perdona, Buda, por no poder traerte nada más. Es todo lo que tengo, pero deseo que esta pequeña luz pueda ser bendecida con el don de la sabiduría para poder hacer felices a otros e iluminar su camino.

Durante esa noche, todas las lámparas se fueron apagando. Todas, menos una, la de la anciana. Uno de los discípulos de Buda, al ver a la mañana siguiente que estaba encendida, quiso apagarla. Pensó que no había razón para que estuviera encendida durante el día. Pero por más que intentó a pagarla, no lo consiguió. Ni soplando, ni apretando la mecha… La llama volvía a surgir de nuevo. Entonces se acercó Buda y le dijo:

– ¿Qué haces? – Intento apagar esta lámpara, pero no lo consigo…

– No lo lograrás nunca. Ni aunque derrames sobre ella todo el agua del océano, ni aunque traigas hasta aquí el agua de todos los lagos. No podrás apagarla jamás.

– Pero… ¿por qué?- preguntó extrañado el discípulo.

– Porque esta lámpara fue encendida con el poder del amor, con la devoción y la ilusión, con la intención de hacer felices a otros.


Moraleja: «Cada vez que intentamos proporcionar felicidad a otros, nos proporcionamos felicidad a nosotros mismos»