domingo, 30 de marzo de 2014

David Gómez


Antes de nada, quiero darle las gracias a Piruja por permitirme hacer esta entrada.Habitualmente no pido este tipo de cosas, pero en este caso tenía que hacerlo. 
Me presento: mi nombre es Persephone, Perse, Mery, itkdev... como queráis llamarme (Piruja me conoce con algunos nicks más). Algunos me conocéis por el blog Desvaríos Propios y Ajenos, dedicado a música y series coreanas. En agosto lo trasladé a Wordpress porque me daba bastantes problemas y, desde entonces, he seguido con lo de siempre. Pero hace unas semanas decidí dedicarle una entrada a este pianista. Lo hice por varios motivos: el primero, porque su música me conquistó y, el segundo, por la calidad humana y la humildad que destila a pesar de la gran carrera que tiene detrás. 
Creo que es bueno que, en ocasiones, nos olvidemos de la música importada y prestemos atención a lo que se cocina en España. Yo la primera, ya que soy de las que suben siempre música griega, rusa, coreana, kazaja, mongola, afgana, armenia... de cualquier sitio menos española, habiendo como hay tanto talento en nuestro país. Talento que los españoles ignoramos en beneficio de otras músicas.
Pues David Gómez es talento en estado puro. Talento Made in Spain, con una gran sensibilidad en sus composiciones y un trato muy agradable.
Desde que lo escuché por primera vez, sentí un gran respeto por su trabajo, cuando vi sus comentarios en su página de Facebook, sentí un gran respeto por su persona. Tenéis que entender que me rodean muchas escritoras divas y que encontrarte con alguien normal sorprende y agrada. 
Voy a aprovechar también esta entrada para hablar de Giannis Moraitis, un cantante griego con cierta carrera en su país y que, al igual que David, tiene una calidad humana que ya quisieran muchos para si. Un detalle es la felicitación que me hizo vía mensaje privado en Facebook en mi cumpleaños. O que siempre tenga un «gracias» a punta de teclado cuando comparto sus vídeos. 
A lo largo de mi vida solo me he encontrado con otra persona así antes: el escritor Henrique de Senna Fernandes, que sacó de su propia biblioteca uno de los libros escritos por él y descatalogado desde hacía muchos años, para enviármelo a mi casa (hablamos de un escritor que vivía en Macao). 
Cuando te encuentras con personas así, el dedicarle una entrada en tu blog o publicitarlo cuanto puedas se convierte en algo que tienes que hacer. Se lo merecen. Y, sobre todo, tienes que destacar que son personas normales, sin ramalazos divos ni estupideces similares.
Ahora os dejo el enlace de la entrada donde podréis descubrir a este pianista y compositor. Os pediría, eso sí, que si hacéis algún comentario sobre su música, lo trasladéis a mi blog, ya que en ocasiones tengo problemas para entrar en blogger (de hecho, estoy haciendo esta entrada desde el WLW)


Muchas gracias a todos por vuestra atención y vuestra paciencia.
Gracias, Piru, por permitirme hacer esta entrada :)

jueves, 27 de marzo de 2014

Leyenda de Tanabata


Había una vez un joven labrador. Un día, cuando estaba caminando hacia su casa se encontró una tela colgada en un árbol. ¡Era una tela maravillosa! La más bonita que el joven había visto en su vida. Así, pensando que alguien la había tirado allí cogió la tela y se la metió en su cesto. Había acabado de poner la tela en en el cesto, cuando alguien le llamó, y al girarse se sorprendió mucho al ver aparecer a una mujer muy hermosa que le dijo: Me llamo Tanabata. Por favor devuélveme mi 'hagoromo'.

El joven le preguntó: ¿Hagoromo? ¿Qué es un hagoromo?

Ella le dijo: El hagoromo es una tela que uso para volar. Vivo en el cielo. No soy humana. Descendí para jugar en aquella laguna, pero sin mi hagoromo no podré regresar. Por eso le pido que me la devuelva.

El joven avergonzado no pudo decir que él la había ocultado y le dijo que no sabía nada de esa tela.

Así, como no tenía el hagoromo Tanabata no pudo volver al cielo y no tuvo más remedio que quedarse en la tierra. Sin embargo, al cabo de un tiempo ella y el joven labrador se enamoraron y se casaron.

Al cabo de unos años, Tanabata, cuando hacía la limpieza de la casa, encontró el hagoromo, y entonces le dijo a su marido que tenía que regresar al cielo, pero también le dijo que había una manera de estar juntos. Si hacía mil pares de sandalias de paja y las enterraba en torno a un bambú podría subir al cielo. Tanabata le estaría esperando.

El joven se quedó muy triste y empezó a hacer las sandalias de paja.

Cuando había hecho 999 estaba tan impaciente fue a enterrarlas al lado de un bambú. En ese momento el bambú se alargó muy alto hasta el cielo.

El joven labrador subió por el bambú hasta el cielo, pero le faltaba sólo un poco para llegar. Era el par de sandalias que no había hecho, pero empezó a llamar a Tanabata. Y ésta le ayudó a subir.

Su felicidad no duró mucho porque en ese momento apareció el padre de Tanabata, al que no le había gustado que ella se casara con un simple mortal. El padre pidió al joven labrador que cuidara durante tres días sus tierras.

"Entendido.", respondió el joven.

Tanabata le dijo a su marido que su padre le estaba haciendo una trampa y que aunque tuviese sed no comiese ninguna fruta pues le ocurriría algo malo.

El joven se puso a cuidar las tierras. Pero la mañana del tercer día ya no podía aguantar la sed y sus manos se fueron hacia la fruta. En ese momento, del melocotón que había tocado empezó salir mucha agua convirtiéndose en el río "Amanogawa"

El joven y Tanabata quedaron separados por Amanogawa y ambos se convirtieron en estrellas, las estrellas Vega y Altaír. Desde entonces, la pareja con el permiso del padre, puede encontrarse sólo un día al año, el siete de julio.

Autor: Desconocido.


domingo, 23 de marzo de 2014

Leyenda de la Rosa Roja.


En un lejano castillo existía el jardín mas hermoso que se hubiese visto, en el había infinidad de flores de todos colores y de todas las clases habidas y por haber, ese jardín tan hermoso, era cuidado por un jardinero que amaba a las flores como a su vida, siempre se le veía feliz hablando con todas las flores, les cantaba y ellas muy contentas lo escuchaban, todos los días las regaba con amor, con ternura y suaves melodías que nacían de su corazón, jamás olvidaba decirles que a todas las quería, pero había una especial para el, una hermosa rosa roja era su consentida y ella vivía feliz de ser la rosa mas querida por el jardinero, todos los días le cantaba y le decía que la quería mucho, ella sonrojada le contestaba que también lo quería, ellos sin darse cuenta se estaban enamorando y cada día se querían mas.

Una bella noche de primavera, con un cielo cubierto de estrellas y una luna en todo su esplendor, se acercó a su amada rosa, ella sorprendida lo miro y le pregunto, ¿pasa algo mi buen amigo jardinero? el le contestó, no bella flor, no pasa nada, rosa de bello aroma, caminaba por ahí y mis pasos me guiaron hacia ti, para decirte lo que mi corazón hace tiempo comenzó a sentir, pues de ti me enamore y al cielo grite podér decir y hoy bajo este cielo lleno de estrellas y con la callada luna de testigo, te digo mi linda rosa de bellísimo color tan rojo y puro como tu alma, que este corazón mío a ti pertenece, pues sin ti, mi vida sentido no tendrá... la rosa emocionada dejo brotar dos lágrimas de sus bellos pétalos... y el jardinero asustado pregunta; ¿Que te pasa hermosa flor? ¿Por que lloras? ¿Acaso lo que dije te lastimó?
Ella presurosa le contestó, no jardinero de mi corazón, lloro de felicidad pues este momento esperaba, lloro de alegría por que también mi corazón a ti pertenece y de ti me enamoré, y al decirme tú, lo que sientes por mi, salieron dos lágrimas de amor para ti, el jardinero emocionado hasta lo mas profundo de su ser, no lo podía creer, ella también lo quería, se acerco a ella con tal cuidado y un tierno beso en sus pétalos depositó y algo increíble ocurrió.

Ella se transformo, su color cambio, era la mas hermosa rosa roja mas brillante que jamás vio el jardinero, pues el beso que le dio, en rojo pasión la convirtió, ella al ver la cara de asombro de su amado le contesto, estoy llena de amor, por eso al besarme tu, mi color cambio y en mujer me convirtió, ahora nos amaremos cada noche bajo las estrellas y bajo los rayos de la luna, jamás me alejare de ti, el jardinero emocionado la tomo en sus manos y la acaricio con ternura y amor, otro beso le dio, sintiendo que todo su ser se estremecía de amor y pasión por su amada rosa, le dijo, y yo mi amada rosa, jamás te dejare,  por siempre en mi corazón vivirás, te cuidare con mi propia vida y te amare mas allá del sol, no estarás sola mi bello amor, contigo siempre estaré y a tu lado viviré, la rosa le contesta, así será mi amado jardinero, tu y yo hasta la eternidad.

Ocurrió una noche de verano que un aguacero callo y a la pobre rosa deshojo, sus pétalos destrozó
y ella… murió.
Por la mañana, como cada amanecer, el jardinero a su amor fue a ver, !! oh !! sorpresa se llevo, a su flor marchita encontró, muerta estaba ya, el jardinero exclamó: !!oh dios mió !! ¿que le paso a mi bello amor, quien la destruyo? de rodillas callo y en sus manos la tomo, lloro y lloro, hasta que de sus ojos las lágrimas agotó… La tomo en sus brazos y con ella camino, hasta llegar a un bello rió de aguas cristalinas, de mágicas melodías y en ese lugar la depositó, tomo una enorme hoja de laurel y ramitas de romero, con mucho cuidado y amor, la recostó sobre la hoja y al río la entregó, con fuerza grito, eh aquí a mi bella amada, a tus aguas la entrego para que al cielo llegue y en una estrella se quede, que muy pronto a su encuentro iré, pues sin ella, vivir ya no podré.

Y así cada noche el jardinero el cielo contemplaba, mirando en una estrella a su amada y con ella hablaba, sus penas le contaba y cada vez que el jardinero hablaba una estrella en el cielo mas se iluminaba, era la mas grande y brillante de todo el firmamento, era la rosa, que al jardinero escuchaba y emocionada su luz aumentaba, y la vida del jardinero iluminaba con su amor que desde el cielo lo cobijaba.

Hasta que un día el jardinero de tristeza por perder a su amada, en su hermoso jardín murió y al encuentro de su amor se dirigió y felices viven, uno al lado del otro, en el universo eterno.



Autor: Mitológicas Y Fantasías.


jueves, 20 de marzo de 2014

Leyenda de la flor Pasionaria



Foto de Karras
Mburukujá era una hermosa doncella española que había llegado a las tierras de los Guaraníes acompañando a su padre, un capitán del ejercito de la Corona. Mburukujá no era su nombre cristiano, sino el tierno apodo que le había dado un aborigen guaraní a quien ella amaba en secreto y con el que se encontraba a escondidas, ya que su padre jamás habría aprobado tal relación. En realidad, su padre ya había decidido que ella desposara a un capitán a quién el creía digno de obtener la mano de su única hija.

Cuando le revelaron los planes de matrimonio, la joven suplicó que no la condenaran a consumirse junto a un hombre a quien no amaba, pero sus ruegos solamente lograron encender la cólera de su padre. La doncella lloró desconsolada, tratando de conmover el inflexible corazón de su padre, pero el viejo capitán no sólo confirmó su decisión sino que además le informó que debería permanecer confinada en la casa hasta que se celebrara boda.

Foto de Karras
Mburukujá debió contentarse con ver a su amado desde la ventana de su habitación, ya que no estaba autorizada a salir a los jardines por la noche y difícilmente lograba burlar la vigilancia paterna. Sin embargo, envió a una criada de su confianza para que lo informara sobre su triste futuro. El joven indio no se resignó a perder a su amada, y todas las noches se acercaba a la casa intentando verla. Durante horas vigilaba el lugar, y sólo cuando se percataba de que los primeros rayos del sol podían delatar su posición se retiraba con su corazón triste, aunque no sin antes tocar una melancólica melodía en su flauta.

Mburukujá no podía verlo, pero esos sonidos llegaban hasta sus oídos y la llenaban de alegría, ya que confirmaban que el amor entre ambos seguía tan vivo como siempre. Pero una mañana ya no fue arrullada por los agudos sones de la flauta. En vano esperó noche tras noche la vuelta de su amado. Imaginó que el joven indio podría estar herido en la selva, o que tal vez había sido víctima de alguna fiera, pero no se resignaba a creer que hubiese olvidado su amor por ella.

Foto de Karras
La dulce niña se sumió en la tristeza. Su piel, otrora blanca y brillante como las primeras nieves, se volvió gris y opaca, y sus ojos ya no destellaron con hermosos brillos violáceos. Sus rojos labios, que antes solían sonreír, se cerraron en una triste mueca para que nadie pudiera enterarse de su pena de amor. Sin embargo, permaneció sentada frente a su ventana, soñando con ver aparecer algún día a su amante. Luego de varios días vio entre los matorrales cercanos la figura de una vieja india. Era la madre de su enamorado, quien acercándose a la ventana le contó que el joven había sido asesinado por el capitán, quien había descubierto el oculto romance de su hija. Mburukujá pareció recobrar sus fuerzas, y escapándose por la ventana siguió a la anciana hasta el lugar donde reposaba el cuerpo de su amado.

Enloquecida por el dolor cavó una fosa con sus propias manos, y luego de depositar en ella el cuerpo de su amado confesó a la vieja india que terminaría con su propia vida ya que había perdido lo único que la ataba a este mundo. Tomó una de las flechas de su amado, y luego de pedirle a la mujer que una vez que todo estuviera consumado cubriera sus tumbas y los dejara descansar eternamente juntos, la clavó en medio de su pecho. Mburukujá se desplomó junto al cuerpo de aquel que en vida había amado.

Foto de Karras
La anciana observó sorprendida como las plumas adheridas a la flecha comenzaban a transformarse en una extraña flor que brotaba del corazón de Mburukujá, pero cumplió con su promesa y cubrió la tumba de los jóvenes amantes. No pasó mucho tiempo antes de que los indios que recorrían la zona comenzaran a hablar de una extraña planta que nunca antes habían visto, y cuyas flores se cierran por la noche y se abren con los primeros rayos del sol, como si el nuevo día le diera vida, una flor que bautizaron como 'la pasionaria'

Nota: Los jesuitas, identificaron la flor del mburucuyá con los atributos de la pasión cristiana: la corona de espinas, los tres clavos, las cinco llagas y las cuerdas con que ataron al Jesús en el Calvario. Y en los rojos e irregulares frutos, los religiosos creyeron ver las gotas coaguladas de la sangre de Cristo. Esta flor tan singular, se cierra como si se marchitara al ponerse el sol, y se abre cobrando su brillo natural cuando amanece.


Autor: Desconocido.