sábado, 30 de diciembre de 2023

Las Arañas de Navidad.

Hace mucho tiempo, en un pueblecito de las montañas Harts, en Alemania, empezaban a prepararse para la Navidad y como era costumbre, todas las señoras se dispusieron, escoba en mano, a limpiar dejando todo reluciente para cuando llegaran las fiestas.

Hubo una vez hace mucho, mucho, tiempo, un hogar alemán, en el que la madre se encargaba de limpiar la casa para celebrar el día más maravilloso del año.

Era el día en el que nacía Jesús, el día de la Navidad. Ella limpiaba y limpiaba, para que no pudiera ser encontrada ni una sola mota de polvo. Incluso limpió esos rincones en donde, en muchas ocasiones, al hacer mucho tiempo que no se limpia, suelen aparecer minúsculas telas de araña.

En la casa, una araña había establecido su nido en las vigas del comedor y cual no sería su miedo al ver como la escoba se acercaba peligrosamente a sus pequeñas hijas. Así que las llamó a todas y se escondieron un poco más arriba, justo en un pequeño hueco entre los ladrillos, que casi no se veía.  Y allí quedaron escondidas dos o tres días, hasta que una noche vieron algo asombroso.

Del mismo suelo del comedor, había brotado un árbol centelleante de luces y lleno, desde la raíz a las puntas de toda clase de cosas brillantes y deliciosas.

Las pequeñas apenas podían contener su impaciencia, pero la madre araña no las dejó salir del nido hasta que toda la casa estuvo en silencio.

Entonces las arañitas se deslizaron por sus hilos y bajaron hasta el árbol para ver de cerca todas aquellas maravillas. Pasearon arriba y abajo mirándolo todo, tocando los adornos con sus patas y dando tantas vueltas que, al final, todo el árbol quedó envuelto en una gran masa de telarañas y había perdido todo su esplendor.

Cuando Santa Claus bajó por la chimenea aquella noche y se acercó al árbol, se dio cuenta que estaba lleno de arañas. Se rió mucho viendo lo felices que eran las arañas, pero también sabía que los niños se`pondrían tristes cuando vieran su árbol tan sucio y gris.

Santa Claus sintió lástima de las pequeñas arañas, porque también son criaturas de Dios, sin embargo pensó que la dueña de la casa no pensaría lo mismo que él.

Así que les preguntó si querían quedarse en el árbol para siempre. Algunas dijeron que si y otras decidieron volver a su nido. Santa Claus sopló sobre el árbol y, las que quisieron quedarse, se convirtieron en arañitas doradas y sus hilos en bonitas y brillantes guirnaldas que colgaba de las ramas del árbol, haciendo que este fuera aún más bonito.

Desde entonces, en Alemania, todos los años, los abuelos les cuentan a sus nietos la leyenda de las Arañas de la Navidad, y colocan con ellos las guirnaldas brillantes y de colores en el árbol. Cuenta la tradición que siempre hay que incluir una araña en medio de cada decoración.

Y esta es la razón por la que muchas personas ponen arañas y cintas doradas en los árboles de Navidad.


Autor: Desconocido.


sábado, 23 de diciembre de 2023

Deseos Cumplidos.

Hola amigos, siempre digo que no se escribir como hacéis muchos de los que me visitáis y sigo diciendo lo mismo:), pero hace unos años escribí este cuento, hoy lo comparto de nuevo con vosotros, espero que os guste:)


Anny era una niña muy dulce, tenía 11 años y pertenecía a una familia acaudalada, su padre era un hombre de negocios que aparentemente le ha ido muy bien, su madre una señora muy recta que no aguantaba a los niños, por eso Anny y sus hermanos, tenía una hermana Lucy de 8 años y un hermano Tony de 6 años, desde que nacieron estuvieron al cuidado de niñeras, no les faltaba nada material, pero solo conocían el cariño que les daban las niñeras y cuando se lo daban que no era siempre.

Una noche Anny se despertó sobresalta, se oía mucho ruido, salió fuera de su habitación y vio al personal de servicio correr y llorar, le pregunto a una de las doncellas que paso por su lado que pasaba, esta la miro llorando y no le dijo nada marchándose corriendo, Anny fue a buscar a sus padres y al llegar a la habitación de ellos fue cuando vio que estaban todos en la puerta, al entrar en la habitación vio a su madre toda seria de pie junto a la cama, entonces fue su madre cuando le dijo que su padre había muerto.

Después del entierro de su padre, al día siguiente se presentaron en la casa muchos acreedores ya que su padre les debía mucho dinero, se dieron cuenta entonces que estaban completamente arruinados y tenían que abandonar la casa, sin dinero y con lo justo de ropa salieron en busca de alguna casa para poder cobijarse, ya que los amigos les dieron la espalda, fueron a parar a uno de los barrios más humildes de la ciudad, encontraron una casa casi en ruinas pero no había otra cosa mejor, como pudieron se acomodaron en ella.

Pasaban los días y los pocos alimentos que se llevaron ya empezaban a terminarse, la madre de Anny cayó enferma del frío que hacía en la casa, sus hermanos estaban pasando hambre y Anny no sabía que hacer, salía todas las mañanas y recogía los trozos de carbón que se les caía a los carros cuando lo llevaban para venderlo, pasaba por los mercados y recogía lo que tiraban y se podía aprovechar, pero todo eso no hacía nada para quitar el hambre de todos y calentarles.

Anny se dormía todas las noches llorando pidiendo alguna ayuda, su madre cada vez estaba más enferma, se acercaba la Navidad y sus hermanos pequeños cada vez se les veía más tristes y con aspecto enfermizo, los vecinos que tenían aun siendo pobres cuando les podían ayudar en algo les ayudaban, compartían lo poco que tenían.

Un día al ir a salir de la casa se encontró con un caballero que estaba a punto de llamar a la puerta, ella se asusto mucho pensando que era un nuevo acreedor que había dado con ellos y venia a pedirles lo que no tenían, le pregunto al señor que quería y este le contesto preguntándole si era  Anny Lamfort. 

Ella le dijo que sí, entonces la cara del caballero se ilumino con una gran sonrisa, Anny le dijo que de que se reía ya que no tenia gracia ninguna, entonces este le dijo que era su tío Tony, hermano de su padre que había pasado muchos años en América donde había acumulado una gran fortuna con sus negocios, que al enterarse de la muerte de su hermano por medio de los abogados y saber la situación en que habían quedado decidió regresar y ayudarles, que su hermano pequeño llevaba el mismo nombre por el, Anny no daba crédito a lo que estaba oyendo, por fin se cumpliría el sueño que tenia y era recibir esa ayuda que tanto necesitaban.

Al cabo de unos días todos residían en la casa que su tío había comprado, su madre iba mejorando y sus hermanos tendrían una bonita Navidad, pero para que Anny tuviese esa bonita Navidad le faltaba una cosa, con ayuda de su tío fue casa por casa de sus vecinos que les ayudaron sin tener nada, y les fueron dando toda clase de alimentos, juguetes para los niños, también regalos para los mayores, a partir de entonces entre la niña y su tío se encargaron de que a aquellas personas no les faltase nada y les dieron trabajo en las empresas que su tío había abierto en la ciudad.

Llego el día de Navidad y lo iban a celebrar todos juntos incluidos los antiguos vecinos, la madre de Anny ya recuperada se acerco a sus hijos y les dio por primera vez un beso, comprendió llorando que se había perdido mucho cariño de ellos por ser como era. Otro deseo cumplido pensó Anny con lagrimas en los ojos, entonces cogió a su madre de la mano y le dijo ven conmigo, fueron entonces donde estaban todos y así celebraron esa bonita Navidad.


Pili F.


sábado, 16 de diciembre de 2023

Leyenda del Tejo y el Olivo.

Con la muerte del último ser vivo, llegó el día de la Sentencia para aquel planeta de aquel universo.

Allí estaban todos los que habían sido desde el principio de los tiempos. A un lado los humanos, al otro… los demás seres vivos. Y en el centro la Luz, la Voz y el Ejecutante. La Voz desgranaba los nombres de todo lo que un día respiró en el mar, en el aire o sobre la tierra. Uno por uno se iban acercando hasta aquel peculiar tribunal y escuchaban, en silencio, la historia de su vida. Tras oír la relación de sus hechos, el Ejecutante, a una señal de la Luz, señalaba una puerta de salida y hacia allá se encaminaba el viejecito jorobado, la niña hermosa, la matrona malhumorada, el guerrero de hierro, la langosta que asolara los cultivos, la ballena plácida, el abedul y el fresno, o el león que recorriera, rugiendo, las praderas.

Todos, absolutamente todos, desde el más pequeño al más grande, humano, animal o vegetal, rendían cuentas ante un Tribunal que sentenciaba si sus acciones merecían el premio de volver a vivir, bajo la misma forma, en otro planeta, en otro nuevo universo que ya se estaba configurando.

Sucedió que en una de las últimas filas de la izquierda, donde estaban situados toda clase de árboles, se encontraba un tejo que había crecido en una montaña abrupta. A su lado se encontraba el olivo que, traído de tierras cálidas, le había hecho compañía durante centenares de años. Ambos conversaban y comentaban, susurrando, todo lo que estaba aconteciendo a su alrededor en aquel momento.

Ahora que ya todo había acabado y esperaban el dictamen final, el tejo le rogó a su amigo que le explicara qué le había sucedido durante su vida en la tierra, porque se había quedado sin recuerdos. Y el olivo contó, desgranó con voz clara y muy despacio, que el tejo, alegre y vibrante durante cientos de años, había sido herido en su corazón por múltiples rayos y poco a poco había perdido el habla e incluso la memoria.

El olivo le explicaba a su amigo que por más que el viento, los pájaros, los insectos, las ardillas y él mismo se habían afanado en contarle cómo había sido su existencia, él era incapaz de recordar cosa alguna de su pasado. Y una fría mañana de diciembre-siguió contando el olivo- el hacha del leñador le había ahorrado sus últimos sufrimientos y quedó convertido en astillas.

Cuando le tocó comparecer al viejo tejo, la Voz habló de cada día de su vida, del bienestar y la sombra que había aportado a quienes bajo sus ramas se cobijaron, del sosiego y la tranquilidad que experimentaron los que a su lado pasaron, de cómo protegió a los caminantes y al leñador de la lluvia menuda y de todo el amor que había otorgado a pájaros e insectos. Había sido una buena vida la suya y el Ejecutante, a un signo de la Luz, le indicó una de las puertas de salida. El tejo, que ya se encaminaba hacia aquella puerta se volvió y preguntó con voz humilde a su amigo:

-¿Y qué sucedió cuando mis raíces fueron arrancadas y mis ramas y mi tronco cayeron bajo el frío filo del hacha?

El olivo contestó:

-Entonces tu recuerdo se convirtió en una silla vacía.

El olivo, que le siguió por la misma puerta, terminó de contarle al anciano tejo que el leñador, que deseaba que aquel árbol se perpetuara de algún modo, trabajó parte de su madera y con sus manos construyó una silla grande y fuerte en la que solía sentarse, al atardecer, para contemplar la llegada de las sombras sobre las montañas. El leñador cerró su corazón y sus ojos a la vida una noche de verano y aquella silla quedó solitaria y callada, como calcinado y olvidado quedó aquel planeta donde un día vivieran hombres, animales y plantas.

Y una mañana, en otro mundo claro y bello que, poco a poco, iba creando su propia historia, alguien encontró, uno junto al otro, a un tejo y a un olivo centenarios y rogó para que se perpetuaran a través de las lluvias, las nieves y los soles de todos los siglos venideros. Para que el rayo no les hiriera, ni perdieran la memoria, y que un día, en otro tiempo y en la historia de otra Tierra pudieran permanecer juntos, por los universos de los universos, amén.


Todas las imagenes son de mi querido mago Karras.


Autor: Maria del Carmen Polo Soler.


sábado, 9 de diciembre de 2023

Leyenda del primer Icaro.

Wayra como cada alba solía despertar a los tunquis, pilcos y picaflores del interior de la Selva, deleitándose luego con sus vuelos, cantos y juegos. Wayra o viento, era una deidad jóven siempre inquieto y juguetón. Una de sus labores cotidianas era acompañar a Mayu, su hermano mayor, la deidad de los ríos de la foresta. La alianza entre éstos era de irrigar el bósque y refrescarlo para que la madre suprema mantenga su presencia divina en el órden cíclico del cósmos.

Wayra había ayudado a las aves a modular sus cantos y darles una melodía y tono particular. Un día quiso hacer algo similar con los humanos, como había tantos quiso elegir uno muy trabajador.

Inmediatamente pensó en aquél agricultor que pasaba cada mañana por las riberas de mayu, vio que éste era un gran hombre de familia y de campo, que muy temprano acudía a cuidar a sus animales y trabajar su chacra, vio además, que regresaba muy tarde cuando casi la luz de tata inti se ocultaba con el ocaso del horizonte. Tananta así se llamaba el agricultor sería en adelante su elegido.

Decidió así, regalarle el silbido para acompañar su largo trayecto por medio de la Selva. Tananta en adelante, caminaría alegre y ritmicamente al son de sus silbidos, siendo éstos casi semejantes al canto de los pájaros. Ese sería el nuevo convenio.

Un día Mayu se percartó que Tananta silbaba casi como un pájaro e inmediatamente se dio cuenta que el único que podía darle esa facultad a los humanos no era otro que Wayra su hermano menor. Espero a éste y cuando lo vio le preguntó sobre lo acontecido -he oído silvar a Tananta y por un momento pensé que era un pájaro. Wayra le dijo -le he otorgado la facultad de silbar porque quería alegrar sus pasos y porque es un humano justo y trabajador. Luego Wayra agregó -no te he consultado porque no quería incomodarte.

Mayu no sólo estaba de acuerdo con la ofrenda, sino que además propuso regalarle desde el poder de sus aguas sensibilidad, fuerza y sentimiento de su energía purificadora. Así se pusieron de acuerdo para obsequiarle a Tananta el don de icarar, es decir de cantar. En adelante, el indígena caminaría por las riberas de Mayu cantando y silbando a los cuatro vientos, para honrar y respetar a las deidades del bósque. Como cualquier otro don divino, ésto permitiría tomar contacto y crear una nueva alianza con éstos dioses.

Sus primeros icaros serían bien recibidos por las demás deidades y espíritus del bósque, alguno de los cuáles había informado el acontecimiento a Pachamama la madre suprema.

La deidad mayor encargó llamar a sus hijos y les preguntó sobre este suceso. Wayra y Mayu le dijeron -Tananta es un humano sensato y respetuoso de la Selva, merece icarar para comunicarse por medio de sus cantos con los espíritus del bósque. Luego agregaron -si no te hemos informado de lo sucedido fue por no incomodarte Madre Suprema. Pachamama replicó -han hecho bien hijos míos, en adelante este será el nuevo pacto entre los humanos y las divinidades. Agregó -cada vez que los humanos canten las deidades del bósque escucharán con atención.

En adelante, Tananta no solo silbaba sino que icaraba muy contento de la nueva alianza, sus cantos  nacían desde su corazón que es su sangre, lo que le permitiría hablar con la naturaleza, calmar las aguas, calmar al viento, invocar a los espíritus y curar a los enfermos con la energía suprema purificadora. Los Icaros serían así los cantos de una nueva alianza de los dioses con los humanos, una nueva pachachaka con la pachamama.



Autor:  Arnaldo Quispe.



sábado, 2 de diciembre de 2023

El lobo y el Caribú.

En el principio de los tiempos, Kaila era el dios del cielo por encima de los inmensos bosques y llanuras heladas. Creó al Hombre y a la Mujer.

Completamente solos y libres, el hombre y la mujer observaron el mundo a su alrededor. La mujer le pidió a Kaila que poblara la tierra. Kaila le dijo a la Mujer que hiciese un agujero en el hielo, y que sacase del agujero a todos los animales. El último de los cuales fue el caribú.

"El caribú será tu mejor regalo. El te alimentara a ti y tu familia, gracias a sus pieles confeccionareis ropa y tiendas para abrigaros”, le dijo Kaila a la Mujer.

La Mujer ordenó al caribú que se multiplicara, y habitase los inmensos bosques y llanuras heladas. Así fue. Los caribús se multiplicaron y los Hijos de la Mujer también.

Los Hijos de la Mujer cazaban siempre los caribús fuertes y gordos, no deseaban los caribús débiles, porque estos no tenían buena carne ni tampoco sus pieles eran buenas. Así fueron desapareciendo los caribús fuertes y sanos, aumentando el número de caribús débiles y enfermos. Viendo que sus hijos empezaban a pasar hambre, la Mujer se puso a llorar. Kaila desde el cielo vio sus lágrimas.

“Te di el mejor de los regalos y lo malgastaste, pero como mi generosidad es grande, intentaré ayudarte.” dijo Kaila a la Mujer.

Kaila habló con Amarok, el espíritu de los lobos, que vivía cerca de él en el cielo. Le pidió que enviase lobos a la tierra para que estos se comieran los caribús débiles y enfermos.

Desde lo alto de la colina, los hombres observaban a los lobos. Después de reunirse en el bosque, la manada de lobos se dirigió sin ruido hacia los caribús que rumiaban tranquilamente. Al ver los lobos, los caribús se agruparon, formando un círculo protector alrededor de los animales débiles y jóvenes.

Los lobos se lanzaron para romper el círculo formado por los caribús y alejar a los más fuertes. Desde aquel día el espíritu de Amarok reina en el Gran Norte.

Los Inuit dejan cazar tranquilos a los lobos, porque saben que el caribú nutre al lobo, pero el lobo mantiene la buena salud de los caribús.