sábado, 26 de octubre de 2019

El Bien Peinado.


"El Bien Peinado" es una leyenda mapuche, y toca varios puntos interesantes; la ambición material y el miedo a lo desconocido... entre otras cosas... pero sobretodo nos relata el origen de aquella florecilla amarilla tan común en la cordillera que comúnmente se conoce como "Topa-topa". Algunos la llaman también "Zapatitos de duende" porque su forma nos recuerda un par de botitas o zuecos, pero según este relato, podríamos relacionarlas con otro tipo de ser.


Cuentan que una vez, cerca del lago Lácar, un hombre que estaba cuidando ovejas se encontró con la entrada de una cueva, nunca la había visto antes y nunca había oído a nadie hablar de que por ahí hubiera una gruta. Como era muy curioso se metió dentro, era una cueva muy profunda. Fue recorriendo la cueva y al rato de estar caminando ya no se veía nada porque hasta allí no llegaba la luz del día, había una oscuridad total. Así que caminaba tanteando y así fue como con la mano tocó algo que le parecieron piedrecitas. Como no podía verlas cogió un puñado y salió. Al sol vio que tenía la mano llena de pepitas de oro!!

Entonces, pensó que lo mejor era volver a entrar pero con gente que lo ayudara y luz para revisar bien esa cueva oscura que parecía que no se terminaba jamás. Reunió a sus animales y volvió al pueblo. Cuando se enteraron de la cueva con pepitas de oro, todos se entusiasmaron, prepararon antorchas, montaron a caballo y allí fueron. Era mucha gente.

Cuando llegaron a la boca de la cueva se pararon en seco y muchos caballos se asustaron, se encabritaron y hasta tiraron a sus dueños al suelo, junto a la entrada había un hombre sentado. Eso no sería nada raro, pero es que el hombre era negro como el carbón, esto tampoco sería tan raro, pero es que el hombre estaba muy bien peinado... Pero lo raro de verdad y lo que hizo que todos se pararan en seco, que los caballos se espantaran no fue que hubiera un hombre negro bien peinado sentado junto a la cueva, sino que tenía medio cuerpo de hombre y el resto - desde el ombligo hacia abajo - era una enorme serpiente, gruesa y enroscada. Cuando la gente ve cosas que no conoce, muchas veces se asusta. Así que todos se enfadaron mucho con el hombre mitad hombre y mitad serpiente, se enfadaron  porque iban contentos a buscar el oro y se habían encontrado con algo feo, se enfadaron porque se habían asustado y a ellos no les gustaba asustarse.

Así que lo rodearon amenazándolo con palos, lo subieron en una carreta tirada por dos bueyes y se lo llevaron al pueblo para decidir qué hacían con él, aunque la verdad es que nadie tenía buenas intenciones. El monstruo ni se inmutó, acomodó su medio cuerpo de serpiente en la carreta, se arregló un poco el peinado y esperó con paciencia a que los bueyes llegaran al pueblo. Ahí se bajó y habló:
- Yo soy el Bien Peinado, así me llamo. No me hagan nada. Si me dejan tranquilo, les voy a dar mucho oro, que parece que les gusta tanto, si me hacen mal, soy capaz de hacer que venga un terremoto o una inundación, o mejor un terremoto y una inundación juntos.
- ¿Y cuándo nos vas a dar el oro y cuánto oro nos vas a dar? - quiso saber uno, al que le gustaban los negocios claros.
- Ahora les voy a dar bastante, para que vean que es cierto, pero después me tienen que llevar de vuelta a la cueva adonde vivo. Ahí les voy a dar muchísimo más, van a ver amarillo todo el suelo - contestó el Bien Peinado.

Y entonces empezó a poner unos huevos iguales a los huevos de las serpientes (que son más pequeños que los de las gallinas) pero ¡de oro!. El suelo se llenó enseguida, la gente se amontonaba y se pegaba empujones por coger esas pepitas de oro, y las guardaban en ollas, en bolsas o en canastos, según lo que cada uno tenía a mano. Sólo una viejita, que tenía fama de sabia, no se agachó a coger ese oro,  miró fijo al Bien Peinado, sonrió un poco se le acercó y le dio la mano. El monstruo le dio la suya y también sonrió un poco.

Entonces hicieron subir al hombre-serpiente de nuevo a la carreta y lo volvieron a llevar a la cueva. Pero ahora no encontraban la entrada, habían llegado al lugar pero la cueva no estaba. Y ahí oyeron otra vez hablar al Bien Peinado:
- ¡Como les dije! ¡Van a ver amarillo todo el suelo! ¡Todo el suelo amarillo! ¡Ja, ja, ja!
En ese momento, el campo se puso dorado, pero cuando se agacharon para agarrar las pepitas, vieron que no era oro, sino unas florecillas amarillas que nunca había habido antes. Se dieron vuelta para preguntarle al Bien Peinado qué era eso, pero el Bien Peinado ya no estaba. Había desaparecido. Buscaron y buscaron, pero ya no pudieron encontrar ni la cueva, ni al monstruo, ni una sola pepita de oro.

Volvieron a su pueblo, y cuando fueron a buscar los huevitos de oro que habían conseguido antes, se encontraron con que todas esas ollas, esas bolsas o esos canastos que habían llenado estaban ahora repletas de estas florecillas amarillas. Y la viejita aquella que era sabia y por eso sabía lo qué iba a pasar, se reía despacito. Al poco tiempo hubo un terremoto, aunque no muy fuerte, y el agua del lago creció bastante.
- ¡Esto es cosa del Bien Peinado! - comentaban todos.

Desde entonces, nunca más pudo encontrarse la cueva del hombre-serpiente, y en realidad nadie tenía ya muchas ganas de toparse con él, había resultado mucho más poderoso de lo que creían, y tenían la impresión de que si no lo hubieran cogido en un día de buen humor, la cosa hubiera sido bastante más peliaguda.

Oro no tuvieron, pero desde ese día les quedaron esas florcitas amarillas que crecen todos los años en la zona. Muchos les dicen "Topa-topa", pero los mapuches, que se acuerdan de cómo aparecieron por primera vez, las llaman kuram filú, que en su idioma quiere decir "huevo de culebra".




sábado, 19 de octubre de 2019

Leyenda del Viento


Cuenta una vieja leyenda, que el hijo menor del rey Julio IV, era muy rebelde. No pudiéndolo controlar, decidió encerrarlo en la torre más alta del castillo.
Si bien Ventolín, era la gran preocupación de su padre el rey, tenía un costado romántico y le gustaba llevar los mensajes entre los jóvenes enamorados. Pero desde que lo encierran para castigarle su interés fue cómo poder escapar de allí.
Cada día recibía mensaje de los enamorados, que llegaban hasta lo alto de la torre, pidiéndole favores para llegar hasta sus amadas que vivían en territorios lejanos.
Esto enfurecía a Ventolín, que no encontraba la manera de escapar.

Hasta que una tarde en que el sol parecía abrazar el castillo haciendo el calor insoportable, a Ventolín se le ocurrió una idea… llamó a la nube que tenía forma de corcel y se estaba acercando a la torre del castillo. Comenzó a cabalgar airoso y desde muy arriba empezó a soplar en poemas, los mensajes que le encargaron ellos, para sus amadas .
Pero las distancias eran enormes y los versos se dispersaron sin llegar a sus destinatarios. Ventolín quiso reunirlos, ordenarlos para entregarlos de la mejor manera. Sin embargo, en el aire dominaban remolinos que se lo impedían …
El rey Julio IV enfureció al notar la ausencia de su hijo , un grito sobre natural salió de su garganta filtrándose por las ventanas del palacio hacia el exterior.
Ventolín que cabalgaba en la nube de corcel, llegó a escucharlo, reclamó desesperado por el temor que le infligía su padre, la presencia de los dioses, personándose ante él, el dios de la Furia, el de la Calma y el de Tempestad…, le respondió el dios de la furia.

Este , tomó brutalmente a Ventolin , puso en su boca una fuerza efusiva y un flujo de gases que empezó a expedir con toda la intensidad .Era un soplo que provocaba destrucción, los árboles se inclinaban, caían los nidos, la gente huía para resguardarse,,,
Apareció entonces el dios de la tempestad, y junto con su furia llegó hasta los mares levantando olas gigantes que hacían naufragar a los grandes barcos pescadores.

Sorprendidos los pocos sobrevivientes, clamaron por el dios de la calma, que luego de tanta destrucción se hizo presente, las aguas se calmaron, la mar se tranquilizó, la paz se hizo suya. Se alojaron en su alma, la furia, la tempestad.
Ventolín comprendió que a partir de ahora, su vida estaría atada a los diferentes vientos: el “calmo” que llevaría frescura y alegría a quienes lo recibían, La “furia”, que haría hacer temblar ciudades , campos destruyendo todo a su alcance, y la “tempestad”, que haría temblar las grandes y pequeñas embarcaciones que viajaran por alta mar.
Desde entonces…cuando Ventolín provocaba vientos calmos, acariciaba los cabellos de las doncellas, dispersaba semillas hacia otros lugares, aliviada a la gente luego de un día sofocante, hasta hacía nacer música en las cañas de los cañaverales. Este rol era el que más le agradaba.
Pero cuando su fuerza llevaba el sello de la furia, todos le temían y aun peor cuando era tempestad, era impresionante los cataclismos, la catástrofe que provocaba en los mares…..
Y así fue como Ventolin se convirtió en VIENTO para siempre, olvidando las torres del palacio, las cartas a las doncellas, y su antiguo nombre.
Desde ese instante, muchas voces clamaran por él, sedientos de su frescuras, pero otras voces,  pedirán clemencia por su locura.


Autor: Desconocido.



sábado, 12 de octubre de 2019

Leyenda del Hada y el Mago.


Cuenta la historia de un mago
que un día en su bosque encantado lloro.
Por que a pesar de su magia
no había podido encontrar el amor.

La Luna, su única amiga
le daba fuerzas para soportar
todo el dolor que sentía
por culpa de su tan larga soledad.

Es que el sabia muy bien que su existir
nunca debía salir de su destino.
Si alguien te tiene que amar, ya lo sabrás
solo tendrás que saber reconocerlo.

Fue una tarde en la que el mago
paseando en el bosque la vista cruzo
con la mas dulce mirada
que en toda su vida jamas conoció.

Desde ese mismo momento
el hada y el mago quisieron estar
solos en el bosque
amándose siempre y en todo lugar.

Pero el mal que siempre existió, no soporto
ver tanta felicidad entre dos seres.
Y con su odio ataco, hasta que el hada cayo
en ese sueño fatal de no sentir.

En su castillo pasaba
las noches el mago buscando el poder
que devolviera a su hada,
su amor, su mirada tan dulce de ayer.

Y no paro desde entonces
buscando la forma de recuperar
la mujer que aquel día,
en medio del bosque pudo amar.

Y hoy sabe que es el amor, y que tendrá
fuerzas para soportar aquel conjuro.
Sabe que un día vera su dulce hada llegar
y para siempre con el se quedara.




Rata Blanca.




sábado, 5 de octubre de 2019

Tres Amigos Inseparables.


Eran tres inseparables amigos muy diferentes pero que a pesar de ello siempre estaban juntos en las buenas y en las malas.

Uno de ellos,  blanco como la nieve, suave, delicado, ocurrente, solícito y amable con todos el Sr. Algodón, aunque a veces un poco  distraído  y dormilón. No así su amiga, áspera, fuerte, emprendedora y trabajadora la Sra. Madera y el tercer amigo, tostado, pequeño, muy  extravagante y exquisito, por su aroma y sabor, aunque para llegar a ello muchas veces se amargaba sin razón el Sr. Café.

Los tres se ayudaban mutuamente y compartían lindos momentos, la madera trabajadora mostraba con su ejemplo al algodón a ser menos dormilón; el café culto y perfeccionista en los pequeños detalles les mostraba a sus amigos como ser precisos, minuciosos y oportunos, por último el algodón con su paciencia y buen humor ayudaba a sus amigos a mantener la calma en los problemas, sobre todo cuando el café se ponía tan pero tan furioso, hasta al rojo vivo, y la madera tan pero tan  áspera y dura como una piedra.

Sin embargo, en un día como hoy, donde todo parecía ir bien, de repente, al algodón se le ocurrió  tomar el sol, y broncearse con sus rayos dorados.

Se decía:

- Vaya si que hace calor en el campo,  ¡voy a ponerme bronceador y a lo mejor me pongo tostadito como el café, una siesta tomaré y luego vamos a ver que resultados obtendré!.

Y así fue, que el Sr. Algodón se echó a descansar, una, dos, tres, cuatro, cinco, seis  laaaaargas horas desde el mediodía hasta el atardecer.

Cuando ya eran las seis de la tarde, el Sr. Sol como de costumbre se fue a jugar a las escondidas con el viento inquieto y bailarín, que a pesar de ser tan veloz  nunca lo encuentra, no obstante en este juego, todo el campo junto al viento empieza a bailar y a mover el esqueleto: las hojas de los árboles, los pajaritos cantores, las nubes y el riachuelo.

Todos en movimiento están, menos el Sr. Algodón que aún dormido sin darse cuenta de lo sucedido, sueña que los rayos del sol lo vuelven tostadito como el café, el viento le susurraba en sus oídos levantándolo hasta las nubes del campo:

-Sigue soñando Sr.Algodón, hasta lo más alto -.

Cuando el Sr. Algodón despertó, pensó que se había convertido en una nube del hermoso cielo, pero cuando el viento dejó de soplar y todo llegó a su calma, cayó rápidamente desde lo más alto dándose volantines en el aire hasta el caudaloso  río.

Muy asustado y todo mojado suplicando por su vida  gritó con fuerza:

¡AUXILIO., SOCORRO, sáquenme de aquí no se nadar!.- mientras el río lo iba paseando sin rumbo fijo.

Sus amigos El Sr. Café y la Sra. Madera, que habían regresado de su jornada de trabajo, al no ver al Sr. Algodón, armaron una discusión, la Madera estaba muy áspera con el Café y él se encontraba muy amargo; al estar tan ofuscados se dieron cuenta que solo el Sr. Algodón, lograba mantener la calma en los problemas, así que la Sra. Madera fue en su búsqueda,  mientras que el Sr. Café rojo de furia, esperó en el lugar hasta que se le pase la amargura.

El Algodón estaba hecho un manojo, a punto  de hundirse en las aguas del riachuelo, cuando de pronto la Sra. Madera, escuchó sus gritos de auxilio, se lanzó al agua, y nadó hasta llegar donde él estaba. Lo colocó encima de su lomo, y algodón temblando de susto y frío, le dijo:

- GRRAACCCIASSS AMIIIIGGGAAAA, si no fuera por TIIII ya estaría hundido.

Madera áspera respondió: -

- Eso te pasa seguro por dormilón y ocurrente, pero vamos ya pasó, hemos estado muy preocupados por ti, Café esta esperando impaciente.

Algodón, fue escurriendo su blanca y esponjosa tez, mientras que madera lo iba cargando en su lomo hasta el medio del Bosque donde el Sr. Café más calmado dejaba entrever su fino aroma y exclamando decía:

- ¡Hay amigo porque te has perdido, estuve rojo de furia por que no aparecías!

- ¡Lo siento mucho amigos, yo solo quería broncearme un poquito y estar algo tostadito como Tu Cafecito, pero no funcionó mi experimento, a pesar de estar horas y horas tomando sol. – dijo algodón.

-Ay Algodón pero como se te ocurre semejante idea, ¡tú eres blanco y blanco serás!- dijo áspera la madera.

-Lo sé, lo sé, – dijo avergonzado Algodón.

-No tienes nada que cambiar,  te queremos tal como estás – le dijo café.

Y madera añadió:

-Somos diferentes y eso nos mantiene unidos en todo momento.

-Si tienen razón -dijo Algodón. Ustedes saben lo mucho que vale nuestra amistad, que estaremos siempre juntos, aún a pesar de los problemas.

Fue tan emotivo el encuentro que la Sra. Madera empezó a lagrimear y crujir de emoción, el pequeño Café  dejó caer su suave liquido y  deleitó con su inigualable fragancia. Y los tres el Sr. Algodón, la Sra. Madera y el Sr.  Café más amigos que nunca se abrazaron fuertemente y compartieron un grato momento juntos.



Autor: Giuliana Gaona.