sábado, 28 de enero de 2023

La Leyenda de Lakshmi y la Lavandera.

Cuenta la leyenda que hubo un rey en el norte de la India que cierto día regalo a su adorada esposa un precioso collar de perlas para que esta pudiera lucirlo durante la celebración del Diwali.

Pero he aquí que al día siguiente, y mientras la afortunada se bañaba en el río, un cuervo oso atrapar dicho collar con su pico y desaparecer con el en el inmenso cielo.

Tal fue el disgusto de su esposa que el rey, ansiando consolarla de cualquier manera, ordeno a sus hombres que recorrieran todo el reino prometiendo una suculenta recompensa a quien lograra recuperar joya tan apreciada.

El ave ladronzuela por otra parte, quien sabe con que propósito, dejo caer el collar en un barrio muy pobre, concretamente muy cerca de donde vivía una lavandera que así de pronto, se encontró con el en las manos.

Poco tardo la humilde joven en presentarse ante el rey y devolver el botín robado. Pero no quiso reclamar recompensa por ello, para sorpresa del monarca, sino que rogó que aquella noche, punto de partida de las fiestas del Diwali de ese año, todas las luces del reino fueran apagadas quedando tan solo encendidas las lamparas de aceite de su casa. Esperaba así ser vista y escuchada por fin por Lakshmi, diosa de la buena suerte y de la prosperidad.

Llego la noche y su deseo fue concedido. Todo el reino quedo a oscuras, todo excepto el pequeño hogar de la joven lavandera. Así cuando Lakshmi apareció para honrar a todos aquellos que cada año celebraban su existencia, sus ojos solo pudieron fijarse en aquella humilde casita.

Pero he aquí que cuando la diosa toco a la puerta de la lavandera, tras abrir, esta le dijo que solo la dejaría entrar si prometía quedarse en ella durante las próximas 7 generaciones. La diosa Lakshmi, emocionada ante una fe en ella tan profunda, no pudo sino aceptar sumamente complacida. Así la lavandera dejo atrás su vida de pobreza y durante 7 generaciones sus descendientes fueron los mas afortunados y prósperos del reino.


Autor: Desconocido.


sábado, 21 de enero de 2023

El Lago Prestado ( Leyenda Celta )

Un joven jefe cortejaba a la hija de otro jefe, cuyo fuerte se hallaba situado en el linde de Loch Ennel en Westmeath.

La damisela era bastante altanera y melindrosa, y le dijo claramente que no aceptaría asumir la condición de dueña de casa mientras no pudiera ver desde su ventana un lago tan hermoso como el que se divisaba frente a la casa de su padre. Eso era algo engorroso.

El valle era adecuado, pero las laderas de las colinas estaban cubiertas de casitas y el arroyuelo que serpenteaba allá en el fondo tardaría quizá muchísimos años en llenar el valle, una vez terminada la represa, para cuya construcción se necesitaría una docena de años.

El galán sería viejo ya en esa época. Su madre adoptiva, una hechicera (esto ocurría en los tiempos de los Danaans), al verlo tirarse del cabello perplejo en un par de ocasiones, lo indujo a desahogarse y le ordenó que respetara hasta el día siguiente sus sueltos bucles.

Luego, la hechicera se dirigió con el medio corriente de transporte de las hechiceras, a la cabaña de una hermana Firbolg en el mágico arte, situada sobre la margen occidental del Shannon. Esta cabaña estaba cómodamente ubicada sobre el filo de una colina, dando sobre un agradable lago, y la mujer Danaan fue hospitalariamente agasajada por la mujer Firbolg.

Después de su sencillo refrigerio, la visitante reveló el motivo de su viaje y le suplicó a su sabia amiga que le prestara su lago hasta el día de la luna siguiente, añadiendo engañosamente entre dientes "después de la semana de eternidad".

Un lago era algo difícil de conseguir, pero finalmente lo obtuvo y se lo llevó triunfalmente debajo de la capa al valle de Leinster. La gente que vivía en las laderas de las colinas despertó esa noche de su sueño al oír el estruendo, digámonos así, de diez mil cascadas. Todos huyeron hacia las tierras altas y fueron hospitalariamente resguardados por los edificios del fuerte, y al alborear de la mañana siguiente, millares de asombrados ojos contemplaron la plácida sabana de agua que cubría sus moradas del día anterior. Así fue conquistada la altanera novia.

La descarriada mujer del Connacht esperó hasta el día de la segunda luna, irritadísima ante el fangoso lecho que exhibía el fondo de su lago bajo la influencia de un sol ardiente y sin aparentes perspectivas de que le devolvieran con gratitud las aguas. Hasta una mujer sabia puede perder la paciencia.

Ésta voló presurosamente a la casa de su embaucadora colega en brujerías, cabalgando sobre su escoba y fue recibida con fingida alegría. -No hay tiempo para cumplidos, comadre -le dijo-. Ha llegado el día de la luna siguiente y hasta el de la luna subsiguiente, y en vez de mi agradable lago, sólo veo rocas, barro y pescado podrido. Devuélveme mi lago, te digo.

-¡Ay, querida hermana! La ira te ha quitado la memoria. Te prometí devolverte tu hermoso pedazo de agua el día de la luna siguiente a la semana de eternidad, no antes, reclámala cuando venza el plazo.

La ira de la bruja traicionada no tuvo límites, pero carecía de recurso alguno, debido a la traicionera reserva de la astuta Danaan.

El resultado fue trágico para la mayor parte de los interesados, pero la incorporación de Loch Owel a las gratas llanuras de Meath es todo lo que nos interesa por ahora.



sábado, 14 de enero de 2023

La hija del rey de la tierra de la juventud.

Mientras Finn y su hijo Oisin, junto a varios compañeros, cazaban una mañana brumosa de verano a orillas del lago Lena, vieron acercarse a una doncella hermosísima, montada en un corcel blanco como la nieve.

Ella llevaba un traje de reina, una corona de oro y un manto de seda marrón con estrellas de oro rojo la envolvía y se arrastraba por el suelo.

Su caballo llevaba adornos de oro y un penacho sobre la cabeza.

La doncella se acercó a Finn y con él habló.

- Desde lejos he venido y te he encontrado, Finn, hijo de Cumhal.

- ¿Cuál es tu tierra, doncella, qué es lo que deseáis de mí?

- Mi nombre es Niam la del pelo dorado. Soy hija del rey de la Tierra de la Juventud, y lo que me ha traído hasta aquí es el amor por vuestro hijo Oisin.

Ella giró hacia el joven guerrero y le habló con una voz a la que nadie podía negarse.

- ¿Vendrás conmigo, Oisin, a la tierra de mi padre?

- Allí iré y hasta el fin del mundo.

Entonces la doncella habló sobre su tierra, y mientras lo hacía, una quietud de ensueño inundó todas las cosas.

Ningún caballo se movió, los perros dejaron de ladrar, ninguna ráfaga de viento meció las hojas del bosque.

Los hombres estaban tan maravillados que de todo lo que ella contó, sólo pudieron recordar:

Es una tierra deliciosa por encima de todos los sueños,

Más bella que cualquier cosa jamás vista por unos ojos.

Allí todo el año hay frutos en los árboles,

Y durante todo el año las plantas florecen.

Allí los árboles miel salvaje gotean;

El vino y la hidromiel nunca se terminan.

Ningún habitante conoce el dolor ni la enfermedad,

Y la muerte o el decaimiento nunca están cerca de él.

La fiesta nunca empalaga ni la caza cansa,

Ni tampoco para de sonar la música de los salones;

El oro y las joyas de la Tierra de la Juventud

Brillan con esplendor jamás conocido por hombre alguno.


Tendrás caballos de buena cuna,

Tendrás perros que corren más que el viento;

Un centenar de guerreros os seguirán en las batallas,

Un centenar de doncellas os cantaran para que durmáis.

Una corona de soberano llevareis en la frente,

Y a vuestro lado un arma mágica siempre estará,

Y seréis el señor de toda la Tierra de la Juventud,

Y señor de Niam la del pelo dorado.

Al terminar la canción, los fians vieron a Oisin montar en el corcel mágico, sostener a la doncella en sus brazos, y desaparecer como un rayo de luz hacia el bosque.


Autor: Desconocido.



sábado, 7 de enero de 2023

Artabán, el cuarto Rey Mago.

Como cada año se espera la llegada de los tres Reyes Magos para la madrugada del 6 de enero.

Cuenta la tradición que los reyes viajaron desde el lejano oriente guiados por una estrella y cargados con regalos para ofrecer al Mesías que nacería en Belén.

Melchor, Gaspar y Baltasar, llegaron a tiempo al pesebre donde nació Jesús y entregaron los regalos que traían para adorarlo: Oro, incienso y mirra.

Sin embargo, pocos saben que en realidad eran cuatro los reyes magos que debieron haber llegado aquella noche a Belén, pero, ¿Qué pasó con el cuarto rey mago? Artabán era el nombre del rey que jamás conoció a Jesús.

Su historia se encuentra en algunos textos antiguos que dan cuenta del largo camino que recorrió buscando a Jesús para entregarle el regalo que debió haberle obsequiado la noche en que nació.

Artabán junto con Melchor, Gaspar y Baltasar, habían hecho planes para reunirse en Borsippa, una antigua ciudad de Mesopotamia desde donde iniciarían el viaje que les llevaría hasta Belén para adorar al Mesías.

El cuarto rey mago llevaba consigo una gran cantidad de piedras preciosas para ofrecer a Jesús, pero cuando viajaba hacia el punto de reunión encontró en su camino a un anciano enfermo, cansado y sin dinero. Artabán se vio envuelto en un dilema por ayudar a este hombre o continuar su camino para encontrarse con los otros reyes. De quedarse con el anciano, seguro perdería tiempo y los otros reyes le abandonarían. Obedeciendo a su noble corazón, decidió ayudar a aquel anciano.

El tiempo había pasado y en el punto de reunión no encontró más a sus tres compañeros de viaje.

Decidido a cumplir su misión, emprendió un largo camino sin descanso hasta Belén para adorar al niño, pero al llegar, Jesús había nacido y José y María estaban rumbo a Egipto, escapando a la matanza ordenada por Herodes.

Artabán emprendió entonces un viaje en el que, por donde quiera que pasaba, la gente pedía su auxilio, y él, atendiendo siempre a su noble corazón, ayudaba sin detenerse a pensar que el obsequio de piedras preciosas que cargaba, poco a poco se reducía sin remedio. En su andar, Artabán se preguntaba: ¿Qué podía hacer si la gente le suplicaba por ayuda? ¿Cómo podría negarle ayuda a quien la necesitaba?

Así pasaron los años y en su larga tarea por encontrar a Jesús ayudaba a toda la gente que se lo solicitaba.

Treinta y tres años después el viejo y cansado Artabán llegó por fin a donde los rumores le habían llevado en su larga búsqueda por Jesús. La gente se reunía en torno al monte Gólgota para ver la crucifixión de un hombre que, decían, era el Mesías enviado por Dios para salvar las almas de los hombres. Artabán no tenía duda en su corazón, aquel hombre era quién había estado buscando durante todos esos años.

Con un rubí en su bolsa y dispuesto a entregarla joya pese a cualquier cosa, Artabán encaminó sus pasos hacia aquel monte, sin embargo, justo frente a él apareció una mujer que era llevada a la fuerza para ser vendida como esclava para pagar las deudas de su padre. Artabán la liberó a cambio de la última piedra que le quedaba de su basto tesoro.

Triste y desconsolado, nuestro cuarto rey mago se sentó junto al pórtico de una casa vieja. En aquel momento, la tierra tembló de forma brusca y una enorme piedra golpeo la cabeza de Artabán. El temblor aquel anunciaba la muerte de Jesús en la Cruz.

Moribundo y con sus últimas fuerzas, el cuarto rey imploró perdón por no haber podido cumplir con su misión de adorar al Mesías. En ese momento, la voz de Jesús se escuchó con fuerza: Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste. Artabán, agotado, preguntó: ¿Cuándo hice yo esas cosas? Y justo en el momento en que moría, la voz de Jesús le dijo: Todo lo que hiciste por los demás, lo has hecho por mí, pero hoy estarás conmigo en el reino de los cielos.


Autor: Henry van Dyke.