sábado, 24 de febrero de 2018

La Venganza de la Estatua. ( Leyenda de Toledo )


Cuando el ejército napoleónico se apoderó de Toledo, gran cantidad de tropas fue alojada en cuarteles, palacios e iglesias. A un grupo de dragones, con su capitán al mando, le correspondió aposentarse en la iglesia de S. Pedro Mártir. En esta iglesia, como en otras muchas, había varios enterramientos de personalidades que, por algún favor hecho a la iglesia, normalmente de tipo económico, adquirían ese derecho.

Cuando llegaron era noche cerrada, la iglesia estaba prácticamente desmantelada por la acción de otras tropas que antes se habían alojado allí. Hasta las puertas habían desaparecido en las hogueras encendidas en el centro de la iglesia para hacer frente al frío invierno toledano. Acomodaron a los caballos, se buscaron un hueco donde poner el jergón, y poco a poco, todos se fueron durmiendo.
A la mañana siguiente, el joven capitán se dirigió a la plaza de Zocodover y allí se reunió con otros oficiales. Se preguntaban unos a otros por el alojamiento y qué tal habían pasado la noche. El capitán de dragones comentó que había pasado mucho frío pero que la presencia de una bella dama le había hecho más llevadera la noche. Sus compañeros no lo podían creer. ¡No llevaba en la ciudad ni un día y ya había tenido una aventura amorosa! Le pidieron más información sobre lo sucedido y éste les contó que se había despertado en la noche debido al frío y al toque de una campana de la Catedral. Cuando estaba intentando conciliar el sueño de nuevo, vio, gracias a un tenue rayo de Luna, a una dama arrodillada en un lateral de la iglesia: era una joven bellísima, de aire reposado y noble, con su blanco traje que armonizaba perfectamente con su pálida piel.

Uno de los compañeros, mientras los demás reían y hacían gestos indicando que el capitán estaba loco, le preguntó si había hablado con ella. El capitán les dijo que no lo había intentado porque sabía que no le hubiera oído, ni hablado, ni visto. Preguntaron los otros, en medio de las risas, si es que era sorda o muda o ciega. Las tres cosas a la vez, dijo el capitán, porque es una estatua.
El capitán les invitó a ir esa noche a su aposento a tomar unos vinos que había traído de Francia, y, de paso, les presentaría a su enamorada.

Ya hacía unas horas que había anochecido cuando los oficiales amigos del capitán se presentaron en S. Pedro Mártir. El dragón les llevó al centro de la iglesia donde una fogata ardía con los restos de coro, bella obra de arte que se consumía para dar calor al ejercito invasor. Bebieron un poco y luego el capitán les llevó a ver la estatua. Les dijo que ya había conseguido saber quien era por las inscripciones en latín que había en la tumba. Era Doña Elvira de Castañeda, mujer que debió ser muy bella a juzgar por su representación en piedra.

Junto a ella estaba, también arrodillada en actitud de oración, la estatua de su marido, D. Pedro López de Ayala, noble y militar que había luchado en las guerras de Italia junto al Gran Capitán. Todos coincidieron en que era muy bella, pero que no dejaba de ser una estatua. Pero el capitán se puso a hablar con la del marido diciendo que le odiaba, no por ser uno de los que había derrotado a sus compatriotas en Italia sino por ser el marido de tan linda dama. Los demás decidieron que ya estaba bien de estatuas y se lo llevaron de nuevo junto al fuego para seguir bebiendo. Así estuvieron un rato bebiendo y hablando y riendo.

De pronto, el enamorado se levantó con su copa llena de vino y dijo que iba a brindar por su dama. Los demás siguieron en su sitio sin hacerle mucho caso. El capitán se acercó a las estatuas y dirigiéndose a la de D. Pedro le dijo que brindaba por su emperador Napoleón ya que gracias a él había podido venir a Toledo a cortejar a su dama. Bebió un sorbo y el resto lo arrojó a la cara del marido.

Luego, a voces, dijo a todos que iba a dar un beso a Doña Elvira. Sus compañeros le gritaron que dejara en paz a los muertos. Él dijo que si no la besaba no se quedaría contento. Inmediatamente los compañeros oyeron un desgarrador grito, se levantaron y se dirigieron al lugar.

Se encontraron al capitán muerto, con la cara destrozada y observaron que el guantelete de la armadura de D. Pedro estaba lleno de sangre. El marido, ante la ofensa que el capitán le quiso hacer, le había dado un golpe en la cara con su mano de mármol causándole la muerte.







sábado, 17 de febrero de 2018

Leyenda del Atrapasueños.


Hace mucho tiempo, cuando el mundo era joven, un viejo líder espiritual Lakota estaba meditando en una alta montaña cuando tuvo una visión. En esta visión, Iktomi, el gran maestro bromista de la sabiduría, apareció con la forma de una araña.

Iktomi le habló en un lenguaje sagrado, que sólo los líderes espirituales de los Lakotas podían entender. Mientras le hablaba, la araña cogió un trozo del sauce más viejo que había, le dio forma redonda y con algunas plumas, pelos de caballo y adornos de cuentas, comenzó a tejer una telaraña.

Y mientras lo hacía, el hablaban acerca de los círculos de la vida, de cómo evolucionamos a través del tiempo, desde que nacemos hasta que envejecemos, hasta que el círculo se cierra. Entonces, Iktomi dijo mientras continuaba tejiendo su red:

- " En cada tiempo de la vida hay muchas fuerzas, algunas buenas, otras malas. Si te encuentras con las buenas fuerzas, ellas te guiarán en la dirección correcta. Pero si tú escuchas a las fuerzas malas, ellas te lastimarán y te guiarán en la dirección equivocada ".

Y continuaba expresando: "Hay muchas fuerzas y diferentes direcciones, que pueden ayudar a interferir con la armonía de la naturaleza. También con el gran espíritu y sus maravillosas enseñanzas".

Mientras la araña hablaba, continuaba entretejiendo su telaraña, empezando de afuera y trabajando hacia el centro. Cuando Iktomi terminó de hablar, le entregó al anciano Lakota la red y le dijo:

-¿Ves? La telaraña es un círculo perfecto, pero en el centro hay un agujero. Usa la telaraña para ayudarte a ti mismo y a tu gente, para alcanzar tus metas y hacer buen uso de las ideas, sueños y visiones de los demás. Si tú crees en el gran espíritu, la telaraña atrapará tus buenas ideas y las malas se irán por el agujero.

El anciano Lakota, le pasó su visión a su gente, y los indios Sioux usaron el atrapasueños como la red de su vida. Éste se colgaba encima de la cama para escudriñar los sueños y visiones. Lo bueno de sus sueños era capturado en la telaraña de vida y enviado con ellos, lo malo de sus sueños escapaba a través del agujero en el centro de la red. Ellos creían que el atrapasueños sostenía el futuro de su destino.



Como la vieja leyenda dice, los atrapasueños ayudan a mantener los buenos pensamientos durante los sueños y a deshacerse de las pesadillas. Sólo tienes que colocarlo en el lugar donde duermas a poder ser permitiendo que las plumas se puedan mover. Si los malos sueños no te permitían dormir, ya has encontrado la solución...





sábado, 10 de febrero de 2018

El rey Elfo ( Leyenda Irlandesa )


Un precioso relato irlandés nos describe las colinas en las que vivía un rey elfo.

Hace muchos años un rey elfo se quedó prendado de la joven Ethna, según decían todos la muchacha más hermosa de la tierra. La muchacha vivía feliz en Irlanda, donde preparaba con ilusión su boda con un elegante noble. Todos los amigos y conocidos de la joven acudieron a la fiesta que celebraron la noche de su boda y contaron que ella y su marido bailaban en el salón regalándose tiernas miradas. La casa estaba adornada con guirnaldas de colores y miles de luces iluminaban el salón. Ethna sonreía a su marido mientras bailaba, pero de pronto, un torpe traspiés dio con la joven al suelo. Se formó un gran revuelo y todos rodearon a la novia, pero ésta no volvía en sí. Su marido, muy preocupado, la tomó en sus brazos y se la llevó a su alcoba, donde pasó toda la noche poniéndole paños mojados en su frente.

A la mañana siguiente, con el primer rayo de sol, la joven despertó.
- ¡Qué extraño sueño he tenido! Vivía en un hermoso palacio donde era muy, muy feliz. Muchas personas me rodeaban y yo era la dama de un importante rey.
Ethna intentó levantarse, pero no pudo. Intentó hablar, pero tampoco pudo. Ante los ojos atónitos del marido cayó en un profundo trance del que nadie lograba despertarla.
Su marido llamó a los mejores médicos y pronto acudieron a su alcoba, pero ninguno consiguió dar con la cura. La joven respiraba bien, incluso parecía en paz, pero nunca despertaba.
Una noche, en un descuido del marido, Ethna desapareció. El joven noble estaba como loco y no paraba de viajar buscándola por todas partes. Un mes después de su desaparición, camino de un pueblo cercano en el que se decía que había un bosque milagroso, escuchó un rumor entre las hojas:

- Finvarra parece que ha encontrado pareja. Dicen que ha raptado a la joven mortal más hermosa que ha encontrado y que sólo ha dejado su cuerpo. Si su marido supiera que podría liberarla cavando la tierra hacia el interior hasta dar con el palacio de Finvarra, que se esconde en el interior de esta colina, seguro que Finvarra no estaría tan contento como está.

El marido no podía caber en sí de gozo. Regresó a casa y llamó a algunos amigos suyos. Les contó lo que había oído y les pidió que le ayudaran a rescatar a su esposa. Una hora después cinco hombres cavaban la tierra hasta hacer un enorme agujero. Luego llegó la noche, y el cansancio, y tuvieron que dejarlo para continuar a la mañana siguiente. Pero la mañana guardaba una sorpresa: la tierra estaba intacta, como si nunca hubieran cavado. De nuevo empezaron los cinco amigos a cavar, y de nuevo llegó la noche, y el cansancio, y descansaron. A la mañana siguiente la tierra volvía a estar intacta, como si nunca nadie hubiera cavado. Todos estaban desanimados, y el marido más triste que ninguno, ¿para qué cavar si no servía de nada? Agotados por el esfuerzo se echaron sobre la hierba para descansar. Un rumor sonó de nuevo entre las hojas:

- Finvarra es muy poderoso y puede volver la tierra a su sitio. Pero la sal es aún más poderosa que Finvarra. Y el noble tuvo una idea. Pidió a sus amigos que le dieran una nueva oportunidad, y todos cavaron hasta el atardecer. Cuando empezaba a anochecer descansaron y el joven echó sal sobre el agujero. A la mañana siguiente todo estaba como lo habían dejado, con un agujero en la tierra. Esto les alegró y les animó a seguir cavando todo el día. Tres días enteros estuvieron cavando, y cada noche echaban sal. Al cuarto día uno de ellos gritaba:
- Escucha, aquí ya no hay tierra, golpeo con mi pala y suena como si retumbara, creo que estamos a punto de llegar a su castillo.
En ese momento una voz grave rugió en la colina, aunque ninguno pudo ver de dónde salía la voz.
- Deteneos, coged vuestras palas y volved a vuestras casas. Os prometo que si no continuáis cavando, esta noche Ethna regresará a su casa.

Los hombres asintieron. Sabían que Finvarra les decía la verdad, porque si una pala humana tocaba con su hierro el palacio, éste se destruiría.
Todos esperaban que oscureciera. Cuando se puso por fin el último rayo de sol vieron a lo lejos que se aproximaba un caballo. Era Ethna, más hermosa que nunca, más radiante aún que la noche de su boda. Su marido la abrazaba y la besaba, pero Ethna no hablaba, y el joven pensó que sería del cansancio. Pasaron los días, y los meses, y hasta un año, y Ethna seguía sin hablar.
Un año y un día después de su regreso, cuando los dos paseaban alegres por el campo, el marido escuchaba un nuevo rumor: Finvarra devolvió a la muchacha, pero se quedó su corazón. En su vestido oculta un pasador encantado que la une todavía a Finvarra. Si logran encontrar el pasador, desatarlo, prenderle fuego y arrojar las cenizas ante su puerta, se romperá el encantamiento y Ethna volverá a ser de nuevo mortal.

Y así lo hizo. Cuando se hizo de noche y su mujer dormía, miró el vestido de su mujer y encontró escondido entre sus pliegues un hermoso pasador de oro. Le quitó el pasador, le prendió fuego y arrojó las cenizas ante su puerta. A la mañana siguiente la hermosa Ethna despertó, sonrió a su marido y le dijo:
- Me siento como si hubiera dormido durante muchísimos meses.
- ¿Estás bien? - le preguntó su marido.
- Sí, ¿por qué me miras así de extrañado?
Había olvidado todo lo que había vivido en el otro mundo. Cuentan que Ethna y su marido siempre fueron felices y que nunca más Ethna volvió a sufrir nada extraño.


Autor: Desconocido.




sábado, 3 de febrero de 2018

Carnaval de Venecia.


Hola amigos, como estamos en puertas de los carnavales, voy a contaros un poco la historia de uno de los mas bonitos que creo existen, es el Carnaval de Venecia, a quien no le gustaría ir con esos trajes que son preciosos y esas caretas tan misteriosas y bonitas a la vez?, os cuento:

















De todos los carnavales en Italia el de Venecia es el más grande y más conocido, tiene una duración de  dos semanas previas al Miércoles de Ceniza, terminando el martes de Carnaval, el día antes del Miércoles de Ceniza. Aunque el estilo general de las máscaras y los disfraces son los mismos, el Carnaval adopta un tema nuevo cada año.

El Carnaval es la fiesta más popular de Venecia  cuya tradición se remonta al sigloXI cuando Venecia comenzaba a dominar marítimamente importantes puertos del mar Mediterráneo.
El Carnaval de Venecia se dice que se originó  después de una victoria de Venecia (o 'della Repubblica Serenissima ", como se le conocía entonces) en la guerra contra Ulirico, Patriarca de Aquileia. Para celebrar esta gran victoria multitud de personas se reunieron en la plaza San Marco para encontrarse con los amigos y celebrarlo.

















El uso de las máscaras que vino después como el Carnaval de Venecia era una época en que todo el mundo podía expresarse y celebrar. Las máscaras ocultó la identidad de la persona que significaba que no podía haber ninguna distinción entre las diferentes clases sociales. Según dicen la nobleza se disfrazaba para salir a mezclarse con el pueblo. Desde entonces las máscaras son el elemento más importante del carnaval.

Oficialmente se declaró como festividad suprema durante el siglo XIII. Sin embargo, es en el siglo XVIII cuando el Carnaval de Venecia alcanza su punto máximo. A él acudían viajeros y aristócratas de toda Europa, en busca de diversión y placer.

















Además, las máscaras sirven para el importante objetivo social de mantener a todos los ciudadanos en igualdad de condiciones. Estado, inquisidores y espías podían interactuar así con los ciudadanos sin miedo a que su verdadera identidad se descubriera (y los ciudadanos responder sin temor a represalias). La moral de la población se mantenía a salvo: sin rostros, todos tienen voz.

Sin embargo, algunos se aprovecharon de la situación. La sociedad durante la República creció cada vez más decadente. La inmensa cantidad de viajeros que pasaban por la ciudad conllevaba riquezas, comercio, pero también promiscuidad.

















Incluso monjas y monjes iban vestidos con las últimas creaciones importadas: bajo las máscaras participan en los mismos hechos que la mayoría de sus conciudadanos. Roma entretanto hace la vista gorda, siempre y cuando la República siguiese aportando donaciones generosas. La República cayó en un estado de lujo, indolencia, y decadencia moral. En el año1797 Napoleón Bonaparte derogó los festejos de carnaval.

Con la decadencia de Venecia como poder mercante y militar, el carnaval palideció hasta casi desaparecer. Se recuperó algo de su festividad hacia finales del siglo XX, cuando la ciudad se ve abrumada por la invasión de miles de turistas, aunque las grandes épocas de diversión desenfrenada quedaron atrás.

















La vestimenta del Carnaval y trajes que se utilizan son característicos de principios de los años 1700 y abundan las "maschera nobile", que es una careta blanca con ropaje de seda negra y sombrero de tres puntas. Después de 1979 se han ido sumando otros colores a los trajes, aunque las máscaras siguen siendo en su mayoría blancas, plateadas y doradas.

El auge de esta festividad popular comenzó en la Edad Media, donde los jóvenes de la nobleza eran los encargados de organizar los preparativos para los festejos. La tradición del uso de máscaras durante la celebración del Carnaval proviene del deseo de los integrantes de la nobleza por mezclarse con el pueblo para los festejos, pero sin exponerse a ser reconocidos.


















Para el siglo XVII, el Carnaval ya era un evento turístico y la principal de las fiestas en Venecia, congregando a nobles de todos los países de Europa. Los trajes y máscaras que actualmente adornan esta fiesta tradicional, tienen sus raíces en la moda del siglo XVIII, época de oro del Carnaval de Venecia.


Esta festividad se vio interrumpida durante mucho tiempo por causa de la caída de la República de Venecia a manos del Imperio Austríaco en 1797. También durante el gobierno de Mussolini fueron prohibidos los festejos del Carnaval de Venecia y resurgiría nuevamente a partir de 1979, a impulso de los artesanos, hasta convertirse en la gran atracción turística que es hoy en día.


















Por varios días la ciudad cambia su cara completamente y nos transporta al pasado esplendoroso de tiempos antiguos. Las máscaras, símbolo del Carnaval, cautivan por su belleza y misterio y constituyen el principal recuerdo que los viajeros llevan a su hogar.