sábado, 31 de julio de 2021

El Hojarasquín.

En lo más recóndito de las selvas de América deambula un fantasma singular, fabuloso y misterioso "El Hojarasquín", un árbol altísimo, su tronco es mitad hombre y medio animal sus extremidades son humanas, en ellas tiene cientos de nudos que parecen lunares pero que en realidad son bocas.

El Hojarasquín tiene copas verdes que aparentan ser cabezas zoomorfas: una de cocodrilo, una de oso, una de cóndor, una de danta, una de jabalí, una de tigre y una de caballo y en todas tiene cuerno. Del tronco del Hojarasquín se desprenden ocho inmensos brazos, de sus ramas cuelgan frutos de múltiples variedades y colores, que le sirven de ojos; cuando unos duermen otros vigilan.

El Hojarasquín tiene raíces de marfil incorruptible, camina por la selva persigue a los taladores de árboles, a los cazadores, a los saqueadores y los convierte en muertos vivientes.

El Hojarasquín puede hacerse invisible, canta, baila y vuela, a veces está de buen genio, otras veces iracundo y vomita fuego como un dragón. Él puede atravesar las llamas sin quemarse, como una salamandra virginal y todas las partes de su ser son acorazadas y blindadas. La humanidad del Hojarasquín está perfeccionada con múltiples vegetales, con roble sólido, con pino inmortal, con trébol de buen augurio, con cedro majestuoso, con olmo que dignifica la vida, con ópalo de confianza y con olivo de victoria.

El Hojarasquín tiene adherido a su corpulencia flores míticas: azahares puros para adornar a la novia el día de su boda, azucenas virginales, jazmines elegantes, violetas inocentes, lirios puros, loto para olvidar mala vida y sus pesares, margaritas proféticas, girasoles de oro, rosas amorosas, claveles de matrimonio, tulipanes de amor desgraciado y amapolas narcóticas.

Hojarasquín también tiene pegado a su maravillosa vestidura, frutas lujuriosas, limones fieles en el alma, manzanas del bien y del mal, peras eróticas, melones estúpidos y sabios, uvas embriagantes y cerezas dulces del paraíso."

El Hojarasquín se enaltece con diadema de reyes: laureles de victoria,  mirto de prosperidad, espigas de fecundidad, hongos de longevidad, higueras de la ciencia, heno de riqueza, espi­nas de pasión y musgo para protegerse.

El Hojarasquín carga en su botiquín bebidas de inmortalidad, medicamentos prodigiosos, la panacea, llantén pan del camino, mandrágora erótica, alpiste para la esperanza, almendro para la dulzura, sauce para la melancolía, magnolia para el gran amor, junco para ser flexible, encina para la fuerza, espino para la prudencia, durazno para la felicidad prohibida, cítiso para el disimulo, ciprés para el duelo, boj para la resistencia, aliso para la estimación,  y albaricoque de insensibilidad.

Además de eso al Hojarasquín la Madre Gaia y el Gran Arquitecto del Universo lo bendijo con dones divinos, sabiduría, entendimiento, consejo,  fortaleza, ciencia, prudencia y temor a la naturaleza. Gracias a eso el portentoso Hojarasquín domina los cuatro elementos de la naturaleza, agua, aire, tierra y fuego. Cuando el gigantesco Hojarasquín camina, tiene cuidado para no aplastar a sus primos del reino animal y vegetal y cuando vuela, contempla las estrellas, el sol y la luna.

El Hojarasquín es poeta, encantador, sabio y adivino, lee los astros y es inmortal. El Hojarasquín disfruta la presencia de las amazonas y de los indígenas, ve con recelo a los colonos, enfrenta a los que quieren robar sus secretos medicinales, extravía y amarra con lianas y bejucos a los intrusos y luego los devuelve.

El Hojarasquín es fascinante, complejo y mágico, protege a los animales, vegetales y tesoros de la “Madre Gaia”.


Autor: Desconocido.



sábado, 24 de julio de 2021

Ian Davie ( Arte en las Plumas de Cisne )

Hola amigos, para que veáis que el arte no tiene fronteras en la forma de expresarse ni donde, os hablo de Ian Davie y su arte es pintar sobre plumas de Cisne.

Cuando se trata de arte, los límites de la imaginación parecen ser alejados por los jóvenes talentos de una manera original y expresiva. Ian Davie, pintor de 44 años, que vive en Gales, Inglaterra, demuestra su maestría usando como soporte para su pintura las plumas de los cisnes. Davie, descubrió su talento artístico a los 40 años, añade que antes nunca había tenido un pincel en la mano. La revolucionaria faceta artística de este innovador pintor surgió a raíz de un viaje a Nueva Zelanda, donde quedó prendado de la técnica asombrosa de los Maoríes decorando toda clase de plumas. Le tomó cuatro años alcanzar la perfección técnica. Recoge las plumas de cisnes que viven cerca de su casa, ubicada en el Parque Nacional de Snowdonia en Gales.


Una vez que las plumas se lavan y se limpian, el artista las pinta con acrílico. Todas " están listas en una semana", dice Ian. "La primera pintura debe ser clara y precisa, porque los errores se corrigen con gran dificultad" - dijo el artista.


Sus obras siempre tratan temas relacionados con la flora y la fauna El artista está encantado por el inesperado éxito que disfruta. Sus composiciones pequeñas o simples en plumas se venden a precios entre 600 y 800 euros, las composiciones más complejas pueden llegar a 2000 euros.


Cuenta con gran emoción, que lo han invitado a participar en las grandes exposiciones organizadas por el Museo “D'art de Gales” y el Museo “de arte de Gloucestershire.” 


Se dice que es una buena idea invertir en estas obras de arte, porque este material se puede conservar por mucho tiempo y la prueba es que se han encontrado plumas intactas en las tumbas de los faraones egipcios.


Y hasta aquí la información que he podido encontrar sobre este artista, espero os haya gustado:)



sábado, 17 de julio de 2021

La Rosa Blanca.

En un jardín de matorrales, entre hierbas y maleza, apareció como salida de la nada una rosa blanca. Era blanca como la nieve, sus pétalos parecían de terciopelo y el rocío de la mañana brillaba sobre sus hojas como cristales resplandecientes. Ella no podía verse, por eso no sabía lo bonita que era. Por ello pasó los pocos días que fue flor hasta que empezó a marchitarse sin saber que a su alrededor todos estaban pendientes de ella y de su perfección, su perfume, la suavidad de sus pétalos, su armonía. No se daba cuenta de que todo el que la veía tenia elogios hacia ella. Las malas hierbas que la envolvían estaban fascinadas con su belleza y vivían hechizadas por su aroma y elegancia.

Un día de mucho sol y calor, una muchacha paseaba por el jardín pensando cuántas cosas bonitas nos regala la madre tierra, cuando de pronto vio una rosa blanca en una parte olvidada del jardín, que empezaba a marchitarse.

–Hace días que no llueve, pensó – si se queda aquí mañana ya estará mustia. La llevaré a casa y la pondré en aquel jarrón tan bonito que me regalaron.

Y así lo hizo. Con todo su amor puso la rosa marchita en agua, en un lindo jarrón de cristal de colores, y lo acercó a la ventana.- La dejaré aquí, pensó –porque así le llegará la luz del sol. Lo que la joven no sabía es que su reflejo en la ventana mostraba a la rosa un retrato de ella misma que jamás había llegado a conocer.

-¿Esta soy yo? Pensó. Poco a poco sus hojas inclinadas hacia el suelo se fueron enderezando y miraban de nuevo hacia el sol y así, lentamente, fue recuperando su estilizada silueta. Cuando ya estuvo totalmente restablecida vio, mirándose al cristal, que era una hermosa flor, y pensó: ¡¡Vaya!! Hasta ahora no me he dado cuenta de quién era, ¿cómo he podido estar tan ciega?

La rosa descubrió que había pasado sus días sin apreciar su belleza. Sin mirarse bien a sí misma para saber quién era en realidad. Si quieres saber quién eres de verdad, olvida lo que ves a tu alrededor y mira siempre en tu corazón.


Autor: Rosa María Roé

sábado, 10 de julio de 2021

El Hombre que veía pasar los Trenes.

Cada tarde, después de tomarse el café con mucha espuma que tanto le gustaba, se marchaba a la estación de tren, y se sentaba allí, a la sombra de las marquesinas de hierro de los andenes, esperando no sabía qué, tal vez que se abriera una puerta que le permitiera escapar, acaso una bocanada de aire nuevo que le ventilase ese espíritu suyo que se había ido fraguando en las preocupaciones de cada día, en una sorda amargura que le corroía el interior y le mordía las entrañas con la misma falta de piedad con la que una manada de lobos despedazaría a un cordero herido.

En medio del trajín de la estación descansaba un rato, dejaba que su cabeza volara, se olvidaba de los fantasmas que lo habitaban y soñaba con que de uno de esos trenes se bajara una mujer en blanco y negro, resuelta y de una belleza lánguida, como la Lauren Bacall o la Ingrid Bergman de las películas que tanto le gustaban, y que fuera a buscarlo para regalarle una mirada, tal vez un beso furtivo, acaso una invitación a subir al vagón de cola, desde el que divisar paisajes nuevos, horizontes sucedidos en el recuadro de la ventanilla con la velocidad de lo que siempre es nunca. Llegaban puntuales los trenes por el este, como lentas orugas gigantes que arrastran un cargamento de polen robado en el último minuto de vida de una flor, pero nunca traían lo que él esperaba. Nunca llegaban con otros futuros que no fueran los futuros imposibles, su cargamento era siempre una suma de palabras negadas y de sobres vacíos.

Y lo que comenzó siendo una ocupación de cada tarde acabó convirtiéndose en una obsesión, y mes a mes fueron creciendo las horas que pasaba en la estación. Sentado, viendo pasar los trenes, observando los ancianos que llegaban a los andenes arrastrando sus maletas, contemplando a las adolescentes que al terminar el llegar del viaje se echan en brazos de sus amantes y los besan con la fuerza de todo lo que se reivindica puro y necesario, sintiendo la risa de los niños o la premura de las madres para no llegar tarde a la hora de salida fijada en el billete que apretaban en la otra mano.

Allí, construía las vidas imaginarias de todas esas personas que para él eran personajes de una gran novela sin escribir, llegó a distinguir a los que caminan por el andén con las manos engarrotadas de los que por apurar la despedida con alguien que se quiere y se necesita mucho tenían que correr y subirse al vagón cuando ya el tren había arrancado, pero también le daba contenido a las personas que sólo veía fugazmente, a través de la ventanilla, las que no se bajaban en esa estación y continuaban su viaje, esas personas que cuando el tren llegaba levantaban furtivamente la cabeza del libro o la revista que venían leyendo y contemplaban la vida desbordada de los pasajeros y de los revisores, personas que alguna vez habían cruzado con él la mirada rápida que pronto, muy pronto, tal vez avergonzada o asustada por la ansiedad que habitaba en sus ojos sin fondo, había vuelto a posarse en las largas frases de Proust o a los versos de algún poeta sin lectores.

Ninguno de esos trenes era su tren, todos partían sin que él pudiera subirse al vagón arrastrando la maleta en la que tenía planchados y doblados los veranos de la infancia, alguna tarde de enero que había estado siempre arrugada en el fondo de un bolsillo de sus pantalones vaqueros, un puñado de libros y un rosario de discos de Bach. Soñaba siempre con que llegase un tren con su nombre que lo llevase hasta Venecia, para simplemente asomarse a una ventana gótica desde la que ver pasar las góndolas, que a él, al pensarlas mecidas por las aguas densas, duras, de la laguna, se le figuraban algo tan frágil y quebradizo como una mariposa que vuela bordeando el círculo avariento de las hogueras.


Autor: Desconocido.


sábado, 3 de julio de 2021

La Puerta del Sueño.

En la Granada mora existía un anciano rey llamado Aben Habuz. Durante toda su vida fue un valiente guerrero y obtuvo grandes tesoros, pero con la vejez, también se le calmó la ansiedad por nuevas riquezas. Así se dedicó a custodiar su tesoro de los jóvenes guerreros Cristianos pues temía perder sus riquezas.

Un buen día llegó procedente de Egipto un mago árabe llamado Ibrahim. Éste conocía todos los secretos de la ciencia (incluido el de la vida eterna) porque poseía el "Libro de la sabiduría" que le había dado Dios a Adán al echarlo del paraíso.

El mago se ofreció a crear un invento con el cual podía conocerse cuándo iban a atacar los enemigos. Ibrahim creó un curioso tablero de ajedrez donde se encontraba un jinete con una lanza; cuando el jinete apuntaba a algún sitio significaba que se acercaba un ejército por ahí, y entonces en el tablero aparecían unas figuras de ajedrez, que representaban la imagen del enemigo.

El mago incitaba al rey a que derribase las figuras y entonces así mataba al ejército enemigo. Por este trabajo, Ibrahim pidió que se acomodase una cueva de la montaña con lujos y con bailarinas que lo animasen mientras elaboraba sus artes.

Así llegó a gastar la mitad de la fortuna del rey. Pero Aben Habuz aceptó y disfrutaba con el juego de ajedrez matando enemigos.

Pero un buen día el jinete del ajedrez apuntó a un lado del mimo que representaba un valle en el que no aparecieron figuras. ¿Venía algún enemigo?. Así mandó su ejército allá, pero en vez del enemigo capturaron a una dulce cristiana con una lira de plata.

Ibrahim quiso poseerla, pero Aben Habuz la quiso para sí, pues estaba enamorado de su juvenil belleza. Ella no deseaba a ninguno de los dos viejos, pero se quedó en el reino de Aben Habuz.

El rey moro, empezó a gastarse todos los tesoros que le quedaban en ella, pero cuando la quería poseer, la cristiana empezaba a tocar su lira y él se dormía dulcemente.

Sus súbditos se sublevaron, pues no podían consentir que el rey se gastase su fortuna en ella y no parase de dormir. Aben Habuz pudo contener la sublevación, pero pidió al mago que hiciese algo para evitar esto, pues quería vivir en tranquilidad con la joven.

Ibrahim le propuso construir para él un paraíso que no fuese visible desde fuera y que no se pudiese entrar de no quererlo el que viviera allí. Aben Habuz fascinado aceptó. Tardó tres días en construirlo en una montaña de Granada, y puso una puerta grande con una mano y una llave.

A cambio, Aben Habuz le entregaría el primer animal y la carga que entrase por esa puerta. Al tercer día fueron Ibrahim, Aben Habuz y la joven cristiana cada uno en un caballo. Se pararon los tres a observar la puerta, y el corcel de la joven echó a andar y cruzó la puerta.Ibrahim dijo que la cristiana le pertenecía, Aben Habuz se negó, pero Ibrahim entró con su caballo y cerró la puerta.

Muchos siglos después se construyó en la cima del monte “La Alhambra”, en base a los “Jardines de Irán” y la encantada barbacana existe, protegida por una mano mágica y una llave que están en el arco de “La Puerta de la Justicia”.


En las noches de verano ¡Todavía se puede escuchar la lira y la dulce voz! Los centinelas que escuchan la música, caen en un plácido sueño, se dice que es en la fortaleza donde más se duerme ¡El sueño mágico!

Y según cuentan las antiguas leyendas, esto seguirá ocurriendo de siglo en siglo, porque la princesa está cautiva por el mago, que permanece en un sueño mágico, al menos que la mano mágica empuñe la llave y deshaga el encantamiento de la colina.


Anónimo.