sábado, 27 de julio de 2019

El increíble Ki (Grito)


Un Maestro de combate a mano desnuda enseñaba su arte en una ciudad de provincia. Su reputación era tal en la región que nadie podía competir con el. Los demás profesores de artes marciales se encontraban sin discípulos.Un joven experto que había decidido establecerse y enseñar en los alrededores quiso ir un día a provocar a este famoso Maestro con el fin de terminar con su reinado.El experto se presento en la escuela del Maestro. Un anciano le abrió la puerta y le pregunto que deseaba.

El joven anunció sin dudar su intención. El anciano visiblemente contrariado, le explicó que esa idea era un suicidio ya que la eficacia del Maestro era temible.El experto, con el fin de impresionar a este viejo medio chocho que dudaba de su fuerza, cogió una plancha de madera que andaba por allí y de un rodillazo la partió en dos. El anciano permaneció imperturbable. El visitante insistió de nuevo en combatir con el Maestro, amenazando con romperlo todo para demostrar su determinación y sus capacidades. El buen hombre le rogó que esperara un momento y desapareció.

Poco tiempo después volvió con un enorme trozo de bambú en la mano. Se lo dio al joven y le dijo: El Maestro tiene la costumbre de romper con un puñetazo los bambúes de este grosor. No puedo tomar en serio su petición si usted no es capaz de hacer lo mismo.El joven presuntuoso se esforzó en hacer con el bambú lo mismo que había hecho con la plancha de madera, pero finalmente renunció, exhausto y con los miembros doloridos. Dijo que ningún hombre podía romper ese bambú con la mano desnuda.

El anciano replicó que el Maestro podía hacerlo. Aconsejó al visitante que abandonara su proyecto hasta el momento que fuera capaz de hacer lo mismo. Abrumado, el experto juró volver y superar la prueba. Durante dos años se entrenó intensivamente rompiendo bambúes. Sus músculos y su cuerpo se endurecían día a día.Sus esfuerzos tuvieron sus frutos y un día se presentó de nuevo en la puerta de la escuela, seguro de sí. Fue recibido por el mismo anciano.

Exigió que le trajeran uno de esos famosos bambúes de la prueba y no tardo en calarlo entre dos piedras. Se concentró durante algunos segundos, levanto la mano y lanzando un terrible grito rompió el bambú. Con una gran sonrisa de satisfacción en los labios se volvió hacía el frágil anciano. Este le declaró un poco molesto: Decididamente soy imperdonable. Creo que he olvidado precisar un detalle: el Maestro rompe el bambú… sin tocarlo.

El joven, fuera de sí, contestó que no creía en las promesas de este Maestro cuya simple existencia no había podido verificar. En ese momento, el anciano cogió un bambú y lo ató a una cuerda que colgaba del techo.  Después de haber respirado profundamente, sin quitar los ojos de bambú, lanzó un terrible grito que surgió de lo más profundo de su ser, al mismo tiempo que su mano, igual que un sable, hendió el aire y se detuvo a 5 centímetros del bambú… que saltó en pedazos.

Subyugado por el choque que acababa de recibir, el experto se quedó durante varios minutos sin poder decir un palabra, estaba petrificado. Por último pidió humildemente perdón al anciano Maestro por su odioso comportamiento y le rogó que lo aceptara como discípulo.

Autor: Desconocido.





sábado, 20 de julio de 2019

Las Vacaciones de la Luna.

Una noche el cielo estaba muy oscuro, de ese negro que solo está cuando la luna brilla por su ausencia. De las chimeneas salían nubes de humo que llegaban muy alto, se sorprendieron de no ver ninguna luz por allí arriba, pero poco a poco y sin que nadie se diera cuenta se fue disolviendo en el aire.

Las estrellas se preguntaban unas a otras dónde estaría la dama de la noche, los barcos en el mar intentaban encontrarla en sus latitudes, pero por ningún lado había un rayito de ella.

Desde el otro lado del mundo se oía una voz cantando:

Tiii-tiraaa-tiruriii-titaaaaaaa….

Y entre dos palmeras muy divertidas que bailaban con el viento se encontraba la luna, chapoteando en el mar, como una niñita pequeña, eso sí, tenía unos enormes anteojos de sol, estaba muy divertida porque no tenía que brillar por todos lados. Trajo consigo una maleta con algunas cosas, sus distintas caras, la menguante, la creciente, la nueva y la llena, también trajo algunas estrellitas vecinas que se negaban a salir de la oscuridad de la maleta, algunos polvos del cielo que usaba para resaltar más su linda blancura.

Después de un buen rato la luna empezó a enrojecerse, su piel que siempre fue tan blanca le ardía bastante, no se había puesto ningún protector solar, porque no existía ninguno para una luna tan grandota.

El sol, los delfines que pasaban y todos los habitantes marinos se tapaban la risita, pero sin poderse contener al final.

¡AAAYYYY….. cómo me pica! ¡Cómo me piiiicaaaa!, estoy toda roja, ¡que raro es!, se quejaba la luna.

El sol estaba riéndose bastante y empezó hablarle a la luna:

Jo-Jo-Jo-Jo…. qué risa, una luna roja, ¿¡y ahora cómo vas a dar luz!?, vas a dar una luz bien roja, y en realidad nadie va a encontrar más sus caminos, ni se formaran más caminos de luz de luna en el mar… terminó de decir el Sol un poco triste.

Y ahora ¿qué puedo hacer?, ¿Cómo haré para volver a ser blanca y hermosa?, decía afligida la luna.

Los animales le dieron toda clase de consejos de qué podía hacer para quitarse el ardor, ella muy paciente los seguía al pie de la letra, pero además de quedar como una luna loca mucho efecto no le hacía.

Un delfín le dijo en secreto lo que le devolvería su blancura, tenía que beber mucha, pero mucha, de verdad, leche de vaca. La luna le tiró un beso al aire, sin siquiera tocarse los labios porque también le ardían, y se fue corriendo para todos los países que tuvieran vacas y las dejó casi sin una gota para nadie más…

Poco a poco fue aliviándose su penar, al acercarse al mar por la noche se dio cuenta que ya no estaba más roja, pero sí estaba enormemente grande después de haber tomado tanta leche, muchísimo más que el sol y como después de haber estado lejos tanto tiempo, ahora tenía que ponerse la cara de Luna creciente, y no le entraba por ningún lado se le salían pedazos de luna por todos los costados, así que se puso a hacer algo de ejercicio.

¡Hop!¡Hop!¡Hop! Vueltas para arriba…¡Hop!¡Hop!¡Hop! Vueltas para abajo…¡Hop! ¡Hop!¡Hop! Muchas vueltas más hasta volver a estar como antes… ¡Hop!¡Hop!¡Hop!…

Al terminar de dar tantas vueltas había vuelto a ser la bella luna de siempre, con su bonita cara Creciente… Así fue cambiando tranquilamente sus caras hasta cuando por fin se pudo poner Llena, por suerte no quedaba ningún rastro de sus locas vacaciones.

Todos los peces, pulpos, delfines y demás habitantes marinos se reunieron a cuchichear muy bajito algunas cosas, lo hacían tan en secreto que la luna por más que disimuladamente bajara para oír mejor, no se enteraba de nada.

Los delfines saltaron dando piruetas en el aire, los pulpos saltaron también muy graciosos tocándose sus tentáculos encima de su cabeza, todas las almejas, mejillones y ostras hicieron música castañeteando, los peces llenaron de maravillosos colores el baile acuático porque todos querían cantarle a la bella de la noche lo resplandeciente que estaba y cómo adoraban a esta estupenda anfitriona de la gran fiesta en el camino de luz de la Luna Llena.


Autor: Desconocido.




sábado, 13 de julio de 2019

El hombre de los Crisantemos ( Leyenda Japonesa )


Vivía hace tiempo en  Japón un hombre llamado Kkikuo, al que gustaban muchísimo las flores y sobre todo los crisantemos. Los cultivaba en su jardín, los cuidaba con cariño, les decía palabras tiernas y los trataba como si hubiesen sido sus propios hijos.
Los crisantemos, fuese que el hombre poseía algún secreto sobre el modo de cultivarlos, fuese que se sintieran estimulados y vivificados por el amor del jardinero, crecían hermosísimos y según los rumores de la gente, eran los crisantemos más bellos de todo el Japón.

Pasaron los años. Kikuo se hizo viejo y decrépito, y un mal día cayó enfermo. Yacía solo y abandonado en su pobre cama, pensando con añoranza en su hermoso jardín, que en aquella época del año estaba florido, y en sus amados crisantemos.

-¡Si muero, tendré que abandonaros!-murmuró, mientras una lágrima resbalaba por sus marchitas mejillas.

En aquel momento oyó un rumor de voces y un ruido de pisadas. La puerta se abrió y entraron en la estancia numerosos muchachos, pintorescamente vestidos de muchos colores, y todos ellos hermosísimos. Los visitantes rodearon el lecho, se inclinaron sobre el moribundo y dijeron:

-Somos los espíritus de los crisantemos que has plantado. Nos apena muchísimo verte en este estado y por eso hemos venido a hacerte compañía.

El anciano sintiose confortado, una sonrisa  apareció en su rostro pálido y casi a pesar suyo, murmuró estas palabras:

-¡Cómo me apena dejaros florecitas mías! Mas ¿Cómo es posible que me acompañéis?

-Kikuo, dijeron a una voz los muchachos, has sido un gran amigo para nosotros, más que un amigo un padre, nos has dado toda la ternura de tu corazón y nosotros no somos ingratos. En el mismo momento en que mueras, también nosotros moriremos y te seguiremos al cielo. Te lo prometemos solemnemente.

Al cabo de unos días. Kikuo murió, cuando llegaron los vecinos a rendir los honores póstumos a sus restos mortales, vieron con asombro que todos los crisantemos que el muerto había plantado, yacían en el  suelo marchitos.




sábado, 6 de julio de 2019

Carta de una Madre....


Hoy os dejo esta carta dando un toque de humor que siempre viene bien reír un poquito, seguro que alguno de vosotros la conoce ya que tiene su tiempo, pero para el que no la conozca espero que le guste y le haga al menos sonreír, que disfrutéis de ella.


Querido hijo:
Te escribo estas lineas para que sepas que estoy viva pues por teléfono me oyes pero no me ves, lo escribo despacio porque se que no puedes leer deprisa, si recibes esta carta es porque te llega, si no avísame y te la mando de nuevo.

Te diré que tu padre leyó que según las encuestas, la mayoría de los accidentes ocurren a un kilómetro de la casa, así que nos hemos mudado mucho mas lejos, no vas a conocer la casa, el lugar es bonito, tiene una lavadora que no estoy segura si funciona o no, es blanca y esta pegada al piso, ayer metí ropa, tire de la cadena y no he vuelto a ver la ropa desde entonces, por lo que creo que esta rota.

Con respecto a la chaqueta que quieres que te envié, tu tío Pancho dijo que si la mandamos con los botones puestos pesaría demasiado y seria mucho mas caro el envío, así que le quite los botones y te los puse en el bolsillo.

El clima no es tan malo, la semana pasada solo llovió dos veces, la primera por 3 días y la segunda por 4. Ah! al fin enterramos a tu abuelo, encontramos su cadáver con lo de la mudanza, estaba en el armario desde el día que nos gano jugando al escondite.

Te cuento que el otro día hubo una explosión en la cocina de gas y tu padre y yo salimos disparados por el aire cayendo fuera de la casa, ¡ que emoción !, era la primera vez que tu padre y yo salíamos juntos en muchos años, vino el medico a la casa y me puso un tubito de cristal en la boca y me dijo que no la abriera en 10 minutos, tu padre le quiso comprar el tubito al medico.

Tu hermana Chacha, la que se casa con su marido pario, pero como todavía no se de que sexo es, no te se decir si eres tío o tía, si el bebe es una niñita, tu hermana la va a llamar como yo, que cosas tiene tu hermana, mira que llamar a su hija Mama.

Tu padre le pregunta a tu hermana Pilar que si estaba embarazada, ella le dijo que si, que de 5 meses ya, pero ahí tu padre le pregunta si ella estaba segura que es de ella.

La Pilarica dijo que saque el carácter de hierro que tiene tu hermana Pila, ah ¡que orgullo! de tal palo tal astilla, por cierto tu primo se casa y resulta que le reza todas las noches a la esposa porque es virgen.

Tengo una mala noticia, tu amigo Clodomiro ya no esta en este mundo, su padre murió hace dos meses y pedía ser enterrado en el lago, Clodomiro murió cavando la fosa en el fondo del lago.

Muérete, tu hermano Juancho cerro el coche y dejo las llaves dentro, tuvo que ir hasta la casa a buscar el duplicado para poder sacarnos a todos del auto.

Bueno hijo, no te pongo mi dirección en la carta porque no la se aun, resulta que la ultima familia de pinareños que vivía por aquí se llevo los números para no tener que cambiar de domicilio.

Si ves a Doña Remedios, dale saludos de mi parte, si no la ves no le digas nada.

Tu madre que te quiere:

Josefa.

P.D. Te iba a mandar 100€, pero como ya voy a cerrar el sobre sera para la próxima.