Esta es la leyenda de dos amantes, aunque predestinados, incumplieron una promesa y cometieron pecado. Jamás pudieron vivir su amor libremente, estaban encadenados a su libertad, muertos en vida. El amor que se profesaban les llevó a la locura y posterior muerte.
Era una cortesana de pelo largo castaño oscuro y ojos negros profundos, su belleza era conocida en todo el condado pero más conocida era su tristeza que arrastraba desde tiempo atrás. Un buen día se decantó por un caballero al que sólo conocía de oídas en las celebraciones de la corte noble. Sus hazañas, su caballerosidad y su sensibilidad estaban en boca de todo el mundo y ella quedó fascinada de las historias acerca de aquel supuesto caballero apuesto y misterioso, aunque más que fascinación, sintió curiosidad y se aventuró a escribirle. El intercambio de cartas era cada vez más frecuente, sus escritos iban tomando contenido alentador, palabras complacientes, música y poema para su audición, revelaciones y compromisos íntimos y profundos que ella anhelaba muchísimo.
Pasaba el tiempo y aquellas palabras tomaban ternura, los escritos sensualidad y aquel amor desconocido se convirtió real. Una noche lluviosa ella le citó en un lugar seguro y observaba a través de la ventana de su oculta morada la llegada de su amado, le veía acercarse hacia su portón galopando sobre su caballo andaluz. Ella se escondió detrás de las cortinas de la antesala de sus aposentos para oír la llegada de su amado, quería observar previamente su físico, aunque ese detalle poco le importaba, ya le quería antes de conocerle. El amante golpeo suavemente la puerta y la doncella le abrió. Le hizo pasar hacia los aposentos de la cortesana y por vez primera se vieron la cara. El caballero que tanta valentía derrochaba en sus cartas quedó inmóvil sujetando la cortina, no sabía qué hacer ante tanta belleza y ella tomó la decisión. Le cogió de la mano, le introdujo en sus aposentos y le besó tiernamente. Un temblor se apoderó de su cuerpo vigoroso a la vez que su corazón latía frenéticamente, no quería soltarla, deseaba con ansiedad ese momento y ella, después de todas aquellas cartas, estaba convencida de que sus palabras no sólo eran letras escritas con una tinta mediocre, eran sentimientos trasladados a poesía y plasmados con amor febril sobre un papel fino y suave, tan delicado como ella.
Le llevó lentamente sin separar sus labios y sus cuerpos hacia el lecho. Se recostaron y él comenzó a desabrochar lentamente los lazos de su camisón negro sedoso, lo retiró espalda abajo y comenzó un juego de caricias y besos suaves. Ella sentía un escalofrío recorrer su delicada piel, le gustaba, disfrutaba de la ternura y sensibilidad con que la acariciaba su amado, cada vez sentía más deseo de descubrir la pasión de sus escritos de una forma más intensa, más profunda. Aquellas palabras alentadoras que nacieron a través de unas cartas inocentes fueron forjando un amor verdadero, pero también un amor maldito, ese amor a ojos del más allá estaba manchado; no eran libres y el destino jamás les dejó reunirse de nuevo.
Cuenta la leyenda que sus espíritus vagan por la eternidad escribiendo cartas convictas destinadas a sus iguales.
Autor: Desconocido.
Que bonito por dios, y romántico. Las cartas de amor cuando se llevan a cabo dan un resultado que puede ser doblemente agradable o tal vez infernal.
ResponderEliminarMuy bonito texto me ha gustado y ahora sí buenas noches y a dormir. Besos
Qué lástima. Un b3so
ResponderEliminarHay amores que nacen condenados, un abrazo Pili!
ResponderEliminarUna historia realmente impresionante, donde la mente y el corazón están unidos...Sin embargo, por cosas del destino no pudieron estar juntos. A veces la vida guarda misterios que no conocemos y nos hacen pensar. Lo cierto es que la historia es apasionante y muy bien escrita y expresiva, Pilar...Gracias por traerla.
ResponderEliminarTe dejo mi abrazo grande y espero que tengas un buen fin de semana, amiga.
Buen fin de semana Piruja, gracias por tan hermosa historia. Besos
ResponderEliminarBonita leyenda como todas
ResponderEliminarSaludos