sábado, 25 de agosto de 2018
Lago Tahoe.
Hola amigos, hoy os voy a enseñar un sitio de ensueño que yo creo que a mas de uno le va a gustar, yo me iría ya mismo:), os hablo de este pequeño paraíso en forma de pequeña isla que esta situada en el Lago Tahoe, juzgar por vosotros mismos y a ver quien se apunta:)
Emerald Bay da nombre a un parque estatal de California, y es otra de las atracciones de ésta región y Estado. Por su parte, la pequeña isla del interior de la bahía se llama Fannette, y es la única de todo el lago Tahoe. Si la idea es la de nadar a la isla, primero hay que alertar que es bueno dejar esa aventura a un lado, el agua del lago es helada, y pocos resistirían hasta llegar el pequeño promontorio rocoso.
Un paraíso podemos imaginarlo gigante o extenso. Pero éste rincón del lago Tahoe, permite recrearlo pequeño y abarcable en pocos minutos. Después de todo, no hace falta que sea tan grande, porque basta una bahía como ésta para que se pueda disfrutar largas horas sin apenas moverse. El Lago Tahoe, es famoso por sus aguas puras y transparentes rodeadas de montaña. Y en su orilla, una lengua de agua se interna conformando una bahía (Emerald Bay) coronada por una pequeña isla, tal vez la postal más difundida de la región. Aunque en verano las temperaturas apenas alcanzan los 20°C en promedio, es suficiente para navegar, o sentarse a disfrutar de vistas como éstas.
Lake Tahoe es un lago de agua dulce en las montañas de Sierra Nevada de los Estados Unidos.Se encuentra a lo largo de la frontera entre California y Nevada, al oeste de Carson City, Nevada. Lake Tahoe es el mayor lago alpino en América del Norte. Su profundidad es de 1.645 pies (501 m) por lo que es Estados Unidos el segundo más profundo.
El lago se formó alrededor de hace 2 millones de años y es una parte de la Cuenca del Lago Tahoe con el lago que se forma moderna de la Edad de Hielo. El lago es conocido por la claridad de sus aguas y el panorama de las montañas que lo rodean por todas partes. La zona que rodea el lago también es conocido como el Lago Tahoe, o simplemente Tahoe.
Lake Tahoe es una atracción turística importante, tanto para California y Nevada. Es el hogar de un número de estaciones de esquí, en verano de recreación al aire libre y atracciones turísticas. La nieve y el esquí son una parte importante de la economía de la zona. La montaña y el paisaje del lago son atracciones durante todo el año. Sus carreteras proporcionan acceso todo el año desde Reno, Carson City y Sacramento.
Aproximadamente dos terceras partes de la costa está en California. La costa sur está dominada por la ciudad más grande del lago, Lake Tahoe, California, que colinda con la ciudad de Stateline, Nevada, mientras Tahoe City, California está ubicada en el lago del noroeste de la costa. Aunque las carreteras de ejecución a la vista de la orilla del lago de gran parte del perímetro de Tahoe, muchas partes importantes de la costa se encuentran actualmente dentro de los parques estatales o están protegidos por el Servicio Forestal de Estados Unidos.
sábado, 18 de agosto de 2018
El Espejo (Leyenda Japonesa)
Había una vez en Japón, hace muchos siglos, una pareja de esposos que tenía una niña. El hombre era un samurai, es decir, un caballero, no era rico y vivía del cultivo de un pequeño terreno. La esposa era una mujer modesta, tímida y silenciosa que cuando se encontraba entre extraños, no deseaba otra cosa que pasar inadvertida.
Un día es elegido un nuevo rey. El marido, como caballero que era, tuvo que ir a la capital para rendir homenaje al nuevo soberano. Su ausencia fue por poco tiempo, el buen hombre no veía la hora de dejar el esplendor de la Corte para regresar a su casa.
A la niña le llevó de regalo una muñeca, y a la mujer un espejo de bronce plateado (en aquellos tiempos los espejos eran de metal brillante, no de cristal como los nuestros). La mujer miró el espejo con gran maravilla: no los había visto nunca. Nadie jamás había llevado uno a aquel pueblo. Lo miró y, percibiendo reflejado el rostro sonriente, preguntó al marido con ingenuo estupor:
— ¿Quién es esta mujer?
El marido se puso a reír:
— ¡Pero cómo! ¿No te das cuenta de que este es tu rostro?
Un poco avergonzada de su propia ignorancia, la mujer no hizo otras preguntas, y guardó el espejo, considerándolo un objeto misterioso. Había entendido sólo una cosa: que aparecía su propia imagen.
Por muchos años, lo tuvo siempre escondido. Era un regalo de amor; y los regalos de amor son sagrados.
Su salud era delicada, frágil como una flor. Por este motivo la esposa desmejoró pronto, cuando se sintió próxima al final, tomó el espejo y se lo dio a su hija, diciéndole:
— Cuando no esté más sobre esta tierra, mira mañana y tarde en este espejo, y me verás. Después expiró. Y desde aquel día, mañana y tarde, la muchacha miraba el pequeño espejo.
Ingenua como la madre, a la cual se parecía tanto, no dudó jamás que el rostro reflejado en la chapa reluciente no fuese el de su madre. Hablaba a la adorada imagen, convencida de ser escuchada.
Un día el padre la sorprende mientras murmuraba al espejo palabras de ternura.
— ¿Qué haces, querida hija?, le pregunta.
— Miro a mamá. Fíjate, No se le ve pálida y cansada como cuando estaba enferma: parece más joven y sonriente.
Conmovido y enternecido el padre, sin quitar a su hija la ilusión, le dijo:
— Tú la encuentras en el espejo, como yo la hallo en ti.
sábado, 11 de agosto de 2018
El Ocaso (Leyenda rusa)
En las proximidades de los Urales había un pequeño pueblo, y en él una pequeña casa en la que vivía un matrimonio con su hijo llamado Grischa. Pese a que el muchacho había acompañado a sus padres en diversos viajes, aseguraba que ningún lugar se podía comparar en cuanto a belleza con su poblado y sus alrededores, colmados de maravillas naturales.
Ni las grandes estructuras, ni la magnificencia del río Moskva a su paso por Moscú o los suntuosos palacios del zar hacían sombra a la tierra que habitaba Grischa, nada… hasta que conoció y se enamoró perdidamente de Natalyja.
Los dos enamorados pasaban largas tardes planeando sobre su futuro en común y sobre la posibilidad de tener hijos algún día; a veces tomaban Michkas y bebían Kumy o simplemente se tomaban de la mano y se miraban mutuamente durante horas. Incluso en los peores momentos, Grischa sentía que mientras estuviese junto a Natalyja nada podría hacerle daño, pero comenzaba a albergar el temor de que su suerte cambiase de un momento a otro, como finalmente sucedió.
Una tarde, Grischa llevaba como regalo a Natalyja una caja de Michkas mientras pensaba en las más sublimes palabras para dedicarle a su amada. Al verla, le dedicó una amplia sonrisa y un beso, pero cuando sus labios se juntaron Grischa advirtió que algo no marchaba pues aquel beso era tan frío e indiferente como el de un desconocido. Acto seguido Natalyja le confesó que su relación había llegado a su fin, ya que ella debía marcharse lejos.
El desolado Grischa tuvo que enfrentarse a la situación, pero su amor por ella no le dejó pensar en otra cosa y comenzó a buscarla por todas partes: en el campo, en pueblos vecinos, en calles y callejones. Hasta que un día la vio fugazmente y se acercó, pero en su desesperación por recuperarla sus palabras hacia ella fueron torpes e impertinentes, de reproche por su actitud, a lo que Natalyja respondió con desdén. Al ver el error que había cometido por no pensar sus palabras, decidió que ya no la buscaría más y que la había perdido para siempre.
Una tarde, Grischa vio a Natalyja en la distancia, pero en lugar de acercarse se quedó mirándola desde lejos, viendo que los años la habían vuelto incluso más hermosa que antes. Las llamas de su pasión por ella aun ardían con intensidad, pero había decidido dejar que Natalyja fuese libre, así que se marchó. Poco después, Grischa se encontraba a orillas del Mar Negro y lentamente comenzó a adentrarse en sus aguas hasta que desapareció bajo ellas. Se dice que la pasión de su corazón dio a los atardeceres el color rojo del fuego, una llama que ni las aguas pudieron apagar. Natalyja nunca supo que el color carmesí de los atardeceres es un recuerdo de su antiguo y joven amor.
Autor: Desconocido.
sábado, 4 de agosto de 2018
Las tres fechas de Bécquer... ( La Leyenda... )
En algunas placas colgadas en las esquinas de las callejuelas toledanas se destaca el dibujo de una hoja de los naranjos, los amantes del Toledo mágico saben descifrar su símbolo, un vivo recuerdo a Gustavo Adolfo Bécquer, a las leyendas toledanas que relató.
Se encontraba el poeta paseando un día por la plaza de Santo Domingo El Real, cuando vio como las cortinillas de una de las ventanas se levantaban para volver a caer con rapidez, ocultando a sus ojos la persona que le miraba. Bécquer volvió a pasar otra tarde y nuevamente ocurrió el mismo hecho, pero no pudo distinguir a nadie en concreto; sin embargo, su sensibilidad como poeta, no le dejo duda que se trataba de una bella mujer, que la conocía y que ella quería expresarle algo... Aquel día sacó su lápiz y apuntó en su cuaderno lo que llamo “ la primera fecha”.
Pasados unos meses, Bécquer vuelve a Toledo, y en otra de sus salidas por esta parte de la ciudad, estando dibujando la portada del viejo convento, creyó ver que desde la misma ventana, una blanca y juvenil mano le saludaba, sin que pudiera percibir rostro alguno. Nuestro poeta espero durante algún tiempo para ver si se repetía el suceso pero ya no volvió a ver aquella misteriosa mano.
Llegó la hora en que tenia que partir hacia Madrid, donde residía, pero antes de guardar sus dibujos apuntó en su cuaderno esta “segunda fecha”
Pasó un año hasta que el poeta volvió nuevamente a esta plaza sin que se le hubieran borrado del todo aquellos recuerdos. Llegándose, le pareció oír las notas de un órgano y los cantos religiosos de voces femeninas que salían del convento.
Preguntó a un mendigo que se hallaba junto a la puerta qué se celebraba ahí, y éste le contestó que se trataba de una toma de hábitos para una novicia.
Vio como la abadesa, en una acto ceremonial, cortó a la joven el largo cabello que tenía, le quitó las joyas que llevaba y la desnudó de su traje ordinario para ponerle el hábito, vio también como la joven se tumbaba boca abajo en el suelo y se la cubría con pétalos de flores en medio del sonido de una triste melodía.
Acabado el rito, se abrió una puerta dentro del coro por donde la nueva esposa de Dios entró hacia la clausura; en ese momento el poeta pudo ver su rostro y se dio cuenta que él conocía a aquella muchacha sin haberla visto nunca, era la mujer de la mano blanca que le saludaba desde las ventanas del convento.
Quiso gritar para expresar sus sentimientos, pero no pudo. En aquel mismo instante se cerraba para siempre la puerta claustral.
Pregunta con impaciencia a una viejecita quién era la muchacha... y ésta le dijo que se trataba de una joven que se encontraba sola en el mundo tras la muerte de sus padres y, viéndola así, el deán de la catedral, le ofreció una dote para que pudiera tomar el velo.
Cuando nuestro poeta le pregunta donde vivía esa mujer, no pudo contener sus sentimientos al saber que era aquella casa donde vio por primera vez levantarse y caerse las cortinas de la ventana.
Esta es “La tercera fecha” de Bécquer, que nunca fue escrita porque el poeta la llevó en un sitio donde no se borraría jamás, donde nadie más la puede leer...., en su corazón.
Bécquer.
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