sábado, 18 de agosto de 2018
El Espejo (Leyenda Japonesa)
Había una vez en Japón, hace muchos siglos, una pareja de esposos que tenía una niña. El hombre era un samurai, es decir, un caballero, no era rico y vivía del cultivo de un pequeño terreno. La esposa era una mujer modesta, tímida y silenciosa que cuando se encontraba entre extraños, no deseaba otra cosa que pasar inadvertida.
Un día es elegido un nuevo rey. El marido, como caballero que era, tuvo que ir a la capital para rendir homenaje al nuevo soberano. Su ausencia fue por poco tiempo, el buen hombre no veía la hora de dejar el esplendor de la Corte para regresar a su casa.
A la niña le llevó de regalo una muñeca, y a la mujer un espejo de bronce plateado (en aquellos tiempos los espejos eran de metal brillante, no de cristal como los nuestros). La mujer miró el espejo con gran maravilla: no los había visto nunca. Nadie jamás había llevado uno a aquel pueblo. Lo miró y, percibiendo reflejado el rostro sonriente, preguntó al marido con ingenuo estupor:
— ¿Quién es esta mujer?
El marido se puso a reír:
— ¡Pero cómo! ¿No te das cuenta de que este es tu rostro?
Un poco avergonzada de su propia ignorancia, la mujer no hizo otras preguntas, y guardó el espejo, considerándolo un objeto misterioso. Había entendido sólo una cosa: que aparecía su propia imagen.
Por muchos años, lo tuvo siempre escondido. Era un regalo de amor; y los regalos de amor son sagrados.
Su salud era delicada, frágil como una flor. Por este motivo la esposa desmejoró pronto, cuando se sintió próxima al final, tomó el espejo y se lo dio a su hija, diciéndole:
— Cuando no esté más sobre esta tierra, mira mañana y tarde en este espejo, y me verás. Después expiró. Y desde aquel día, mañana y tarde, la muchacha miraba el pequeño espejo.
Ingenua como la madre, a la cual se parecía tanto, no dudó jamás que el rostro reflejado en la chapa reluciente no fuese el de su madre. Hablaba a la adorada imagen, convencida de ser escuchada.
Un día el padre la sorprende mientras murmuraba al espejo palabras de ternura.
— ¿Qué haces, querida hija?, le pregunta.
— Miro a mamá. Fíjate, No se le ve pálida y cansada como cuando estaba enferma: parece más joven y sonriente.
Conmovido y enternecido el padre, sin quitar a su hija la ilusión, le dijo:
— Tú la encuentras en el espejo, como yo la hallo en ti.
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Un cuento muy chulo.
ResponderEliminarBesos.
Me gustó mucho,abrazos.
ResponderEliminarEsta leyenda me ha gustado más que la anterior, la encuentro más delicada, pese a que consideran a las dos mujeres unas personas excesivamente incultas.
ResponderEliminarSaludos a 9 grados a esta hora, donde me encuentro.
Maravilloso. Me ha dejado sin palabras. Gracias por compartirlo. Un abrazo.
ResponderEliminarBellísima y emotiva leyenda.Besicos
ResponderEliminarLindo relato
ResponderEliminarmás de las veces nos cuesta ver nuestro propia imagen..
mi aprecio.
Qué leyenda tan bonita!!!
ResponderEliminarEmociona.
Besos.
¡Buenos días Piruja! Como observo que te gustan las leyendas, en mi blog tengo aproximadamente unas 50 la mayoría españolas, aunque hay de todo.
ResponderEliminarSi quieres hojearlas, el enlace es este : http://www.unjubilado.info/category/leyendas-2/.
No podrás comentar en casi ninguna, ya que cierro los comentarios automáticamente a los 60 días, para evitarme el SPAM.
Un cordial saludo
Muchas gracias por dejarme el enlace, ya he leído algunas y me han encantado, gracias de nuevo.
EliminarBesos.
Muy bonita como todas tus leyendas. Besitos y buen domingo.
ResponderEliminarUn relato precioso. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesosssss
Que hermosa y tierna leyenda llena de amor.....Un placer leerte...saludos
ResponderEliminarPiruja en Benidorm hay hospitales privados, si que hay Ambulatorio de la SS pero el Hospital de la Seguridad Social está en Villajoyosa, un año estando de vacaciones con un matrimonio amigo lo tuvieron que ingresar y no veas lo engorroso que fue para la mujer tener que ir diariamente en el tren a Villajollosa para ver a su marido teniendo en cuenta que también queda lejos la estación del hotel.
ResponderEliminarEs bonito mantener vivo el recuerdo de la madre, para la hija en el espejo y para el padre en la cara de la hija...Cuando nos miramos al espejo, todos encontramos rasgos de nuestros padres. Ellos habitan en nuestros genes y en el corazón...Hermosa leyenda japonesa, Pilar.
ResponderEliminarMi abrazo y espero que ahora estéis más fresquitos en Valencia.
Preciosos estos relatos que nos pones -
ResponderEliminarCortitos y muy emotivos .
Un abrazo.
Hola!!!! me encanto *-* aparte que amo todo lo relacionado con lo oriental <3 hermosa leyenda la verdad porque a pesar de todo el espejo es algo que o le tenemos o le tenemos cariño ( casi siempre el primero ), y es donde la pasamos casi todo el día mirándonos y tirándonos preguntas de nosotros mismo.
ResponderEliminarpd: muy hermoso blog *-* te felicito <3 me quedo en tu morada para seguir leyendo estos hermosas historias que publicas, sino es molestia y tienes un tiempito te invito a que me visites por el mio https://plegariasenlanoche.blogspot.com/ nos estamos leyendo.
Un besote grande desde Plegarias en la Noche.
Muy bonita y conmovedora leyenda.
ResponderEliminarUn beso. Felices días.
que leyenda mas bonita, y triste a la vez, un besazo
ResponderEliminarHermoso relato lleno de ternura y amor aun empañada por la tristeza.
ResponderEliminarUn placer visitarte.
Abrazos.
Hola Piruja , una leyenda muy tierna , bonita con un final que toca con sensibilidad el corazón de lector , me a gustado mucho amiga mía besos de flor.
ResponderEliminarPd , Espero que estés bien , ya que hace mucho tiempo que no se de ti , y ya que estoy que sabes de Karras ? ya que no se ve tampoco por facebook , besitos preciosa ;)
Quë inocencia. Un beso
ResponderEliminarDe una ternura y delicadeza, preciosas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una verdadera hermosura!!
ResponderEliminarAbrazos
Que alegría me has dado Maite, espero que todo te vaya muy bien y te veamos por aquí pronto, cuídate mucho.
EliminarUn beso muy fuerte.