sábado, 27 de marzo de 2021

El Lago Prestado.

Un joven jefe cortejaba a la hija de otro jefe, cuyo fuerte se hallaba situado en el linde de Loch Ennel en Westmeath.

La damisela era bastante altanera y melindrosa, y le dijo claramente que no aceptaría asumir la condición de dueña de casa mientras no pudiera ver desde su ventana un lago tan hermoso como el que se divisaba frente a la casa de su padre. Eso era algo engorroso.

El valle era adecuado, pero las laderas de las colinas estaban cubiertas de casitas y el arroyuelo que serpenteaba allá en el fondo tardaría quizá muchísimos años en llenar el valle, una vez terminada la represa, para cuya construcción se necesitaría una docena de años.

El galán sería viejo ya en esa época. Su madre adoptiva, una hechicera (esto ocurría en los tiempos de los Danaans), al verlo tirarse del cabello perplejo en un par de ocasiones, lo indujo a desahogarse y le ordenó que respetara hasta el día siguiente sus sueltos bucles.

Luego, la hechicera se dirigió con el medio corriente de transporte de las hechiceras, a la cabaña de una hermana Firbolg en el mágico arte, situada sobre la margen occidental del Shannon. Esta cabaña estaba cómodamente ubicada sobre el filo de una colina, dando sobre un agradable lago, y la mujer Danaan fue hospitalariamente agasajada por la mujer Firbolg.

Después de su sencillo refrigerio, la visitante reveló el motivo de su viaje y le suplicó a su sabia amiga que le prestara su lago hasta el día de la luna siguiente, añadiendo engañosamente entre dientes "después de la semana de eternidad".

Un lago era algo difícil de conseguir, pero finalmente lo obtuvo y se lo llevó triunfalmente debajo de la capa al valle de Leinster. La gente que vivía en las laderas de las colinas despertó esa noche de su sueño al oír el estruendo, digámonos así, de diez mil cascadas. Todos huyeron hacia las tierras altas y fueron hospitalariamente resguardados por los edificios del fuerte, y al alborear de la mañana siguiente, millares de asombrados ojos contemplaron la plácida sabana de agua que cubría sus moradas del día anterior. Así fue conquistada la altanera novia.

La descarriada mujer del Connacht esperó hasta el día de la segunda luna, irritadísima ante el fangoso lecho que exhibía el fondo de su lago bajo la influencia de un sol ardiente y sin aparentes perspectivas de que le devolvieran con gratitud las aguas. Hasta una mujer sabia puede perder la paciencia.

Ésta voló presurosamente a la casa de su embaucadora colega en brujerías, cabalgando sobre su escoba y fue recibida con fingida alegría. -No hay tiempo para cumplidos, comadre -le dijo-. Ha llegado el día de la luna siguiente y hasta el de la luna subsiguiente, y en vez de mi agradable lago, sólo veo rocas, barro y pescado podrido. Devuélveme mi lago, te digo.

-¡Ay, querida hermana! La ira te ha quitado la memoria. Te prometí devolverte tu hermoso pedazo de agua el día de la luna siguiente a la semana de eternidad, no antes, reclámala cuando venza el plazo.

La ira de la bruja traicionada no tuvo límites, pero carecía de recurso alguno, debido a la traicionera reserva de la astuta Danaan.

El resultado fue trágico para la mayor parte de los interesados, pero la incorporación de Loch Owel a las gratas llanuras de Meath es todo lo que nos interesa por ahora.


Leyenda Celta.



sábado, 20 de marzo de 2021

Colinas de Chocolate ( Bohol )

Bohol, lugar que posee una gran variedad de paisajes y una naturaleza fascinante. Se encuentra entre las 10 islas más grandes de Filipinas y es conocida por sus bellísimos arrecifes de coral, por ser el hogar de una de las especies de primate más pequeñas del mundo y por unas singulares formaciones geológicas que reciben el nombre de Colinas de Chocolate.

Son colinas que miden entre 30 y 120 metros, de cima suave, algunas cónicas, que emergen entre la vegetación exuberante como trufas semienterradas en la selva. Pero solo durante una parte del año tendrán esa apariencia de chocolate que contrasta con el verde circundante.

Y es que según la estación, la hierba que recubre los más de mil montes cambia de color, y en la estación seca, en los meses de diciembre a mayo, se convierten en "trufas" marrones, de ahí el nombre por el que se la conocen.

Las colinas de Chocolate (tsokolateng burol en tagalo) es uno de los principales atractivos de la décima isla más grande de Filipinas, un entorno único en el mundo, compuesto por miles de montículos de forma casi idéntica que se acumulan en un área de 50 kilómetros cuadrados.

Se ubican en el centro de la isla de Bohol, entre las ciudades de Carmen, Batuan y Sagbayan. La versión científica de los montículos "de chocolate" explica que los restos de coral y moluscos acumulado durante siglos cuando el mar cubría la zona fueron adquiriendo esa forma con el devenir del tiempo.

Así reza una placa de bronce en el mirador del municipio de Carmen sobre el que podemos asomarnos al maravilloso panorama:

"La forma de tierra única conocida como las Colinas de Chocolate de Bohol se formó hace siglos por la elevación de los depósitos de coral y la acción del agua de lluvia y la erosión. Las colinas cubiertas de hierba alguna vez fueron arrecifes de coral que surgieron del mar en un cambio geológico masivo. El viento y el agua dieron los toques finales durante cientos de miles de años."


Este origen kárstiko, a partir de una combinación de la disolución de la roca por las lluvias, las aguas de superficie y las subterráneas, explica que los montes de roca calcárea contengan numerosas cuevas y manantiales.

Hay otras "teorías" para este curioso paisaje. La leyenda afirma que hay gigantes mitológicos tras las colinas de chocolate. Según las versiones, podría haber sido por una lucha de grandes bolas de tierra y piedras entre ellos; o también, en una leyenda de carácter más romántico, por las lágrimas que un gigante derramó al perder a su amada.

El caso es que hay más de mil colinas, cerca de 1300 según las versiones oficiales, aunque en esto también hay variedad de opiniones y hay quien ve unos 1700 montículos. En Java se localiza un conjunto de montes similares, pero de formas y tamaños más irregulares. La singularidad geomórfica de las colinas de chocolate radica, pues, en la similitud entre ellas.

Las colinas de chocolate son tan emblemáticas en Bohol que forman parte de la bandera y sello provinciales para simbolizar el atractivo natural de la provincia. Por su peculiaridad, fueron declaradas tercer Monumento Geológico Nacional y propuestas para su inclusión en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

En esta isla vamos a encontrarnos con unos curiosos habitantes llamados tarseros o tarsiers. Se trata de uno de los primates más pequeños del planeta, mide unos pocos centímetros y exhibe unos ojos increíblemente grandes y redondos en relación al tamaño de su cuerpo. Siempre da la impresión de que el tarsero nos mira fijamente y aguanta como nadie la mirada. Esto es así porque los ojos de estos diminutos animalitos se encuentran anclados a su cráneo y no disponen de movilidad en sus cuencas. Por cierto, su visión nocturna es excelente. 

Lamentablemente, estos pequeños primates se encuentran en peligro de extinción. En Bohol existe un santuario y un centro de conservación que investiga y trabaja para evitar la desaparición de esta singular especie.



sábado, 13 de marzo de 2021

La Fuente de la Juventud.

Había una vez un viejo carbonero que vivía con su esposa, que era también viejíta. El viejo se llamaba Yoshiba, y su esposa se llamaba Fumi. Los dos vivían en la isla sagrada de Mija Jivora, donde nadie tiene derecho a morir. Cuando una persona enferma lo mandan a la isla vecina, y si por casualidad muere alguien sin síntomas, envían el cadáver a toda prisa a la otra ribera.

La isla, la más pequeña del Japón, es también la más hermosa. Está cubierta de pinos y sauces, y en el centro se alza un hermoso y solemne templo, cuya puerta parece que se adentre en el mar. El mar más azul y transparente que podáis imaginar, mientras que el aire, el aire es nítido y diáfano.

Los dos ancianos eran admirados por el resto de la aldea, que les admiraba por dos virtudes: su resignación y persistencia a la hora de aceptar y superar los avatares de la vida, y el amor mutuo que se habían procesado durante más de cincuenta años.

El suyo, como tantos otros en Japón, había sido un matrimonio concertado por sus padres. Fumi no había visto nunca a Yoshiba antes de la boda, y éste sólo la había entrevisto un par de veces a través de las cortinas, y se había quedado admirado por su rostro ovalado, la gentileza de su figura y la dulzura de su mirada. Desde el día del casamiento, la admiración y adoración fue mutua. Ambos disfrutaron de la alegría de su enlace que se multiplicó con creces con tres hermosos y fuertes hijos, pero ambos también se vieron sacudidos por la tristeza de perder a sus tres hijos, una noche de tormenta en el mar.

Aunque disimulaban ante sus vecinos, cuando estaban solos lloraban abrazados y secaban sus lágrimas en las mangas de sus quimonos.  En el lugar central de la casa, construyeron un altar, en memoria de sus hijos y cada noche llevaban ofrendas y rezaban ante él. Pero últimamente una nueva preocupación había devuelto la congoja a sus corazones. Ambos eran mayores y sabían que ya no les quedaba mucho tiempo. Pero Yoshiba se había convertido en las manos de su esposa y Fumi en sus ojos y sus pies, y no sabían cómo podrían superar la muerte de alguno de ellos. ¡oh, si tuviésemos una larga vida por delante!

Una tarde, Yoshiba sintió la necesidad de volver a ver el lugar donde había trabajado durante más de cincuenta años. Pero al llegar al claro del bosque, y observar los árboles, tan conocido, se dio cuenta que había algo nuevo. Tanto años trabajando allí, y nunca se había fijado en que debajo del mayor árbol había un manantial de agua clara y cristalina, que al caer parecía cantar, y su crujido, como el de hojas de papel arrugadas, se mezclaba con el murmullo de la hojas al ser movidas por el susurro de la brisa al atardecer. Yoshiba sintió una terrible sed y se acercó a la fuente. Cogió un poco de agua y bebió. Al rozar sus labios, sintió la necesidad de beber más, pero al ir a cogerla observó su reflejo en el agua y vio que habían desaparecido las arrugas de su rostro, su pelo era otra vez una hermosa y negra cabellera, y su cuerpo parecía más vigoroso y fortalecido. Aquel agua tenía un poder misterioso que lo habían hecho rejuvenecer.

Entonces sintió la necesidad de ir corriendo a decírselo a su esposa. Cuando Fumi lo vio llegar no reconoció a aquel mozo que de pronto se acercaba hacía la casa, pero al estar junto a él observó sus ojos y lo reconoció. Cayó desmayada al recordar sus años de juventud, pero Yoshiba la levantó y le contó lo que había ocurrido en el bosque. Decidió que fuese por la mañana, porque ya era de noche y no deseaba que se perdiera.

A la mañana siguiente Fumi se fue al bosque. Yoshiba calculó dos horas, porque aunque a la ida tardaría más por su edad y la falta de fuerza, a la vuelta llegaría enseguida porque habría recuperado su juventud. Pero pasaron dos horas, y tres, y cuatro, y hasta cinco, por lo que Yoshiba empezó a preocuparse y decidió ir él mismo al bosque a buscar a su esposa. Cuando llegó al claro, vio la fuente, pero no encontró a nadie. Entre el murmullo de las hojas y el crujido del agua, oyó un leve sonido. Como el que hace cualquier cría de animal cuando está sólo. Se acercó a unas zarzas, las apartó y encontró una pequeña criatura que le tendía los brazos. Al cogerla, reconoció la mirada. Era Fumi, que en su ansia de juventud había bebido demasiada agua, llegando así hasta su primera infancia. Yoshiba la ató a su espalda y se dirigió hacia casa. A partir de entonces, tendría que ser el padre de la que había sido la compañera de su vida.


Autor: Anonimo.


sábado, 6 de marzo de 2021

La Piedra de Cinco Colores.

La montaña Shu seguía vomitando fuego y llamas, y los ríos de lava amenazaban con invadir todo el Japón. Por la violencia de la erupción, la base de uno de los pilares que sostenían el firmamento se quebró y un ángulo del cielo cayó sobre la tierra. A causa de este desastre. El sol y la luna no pudieron pasar por los senderos del cielo con sus carros ardientes, de modo que el mundo quedó envuelto en una noche continua.

La emperatriz Jouka corrió en busca del remedio. La oscuridad obsesionaba a su gente, y la buena emperatriz, para romper las tinieblas, mandó encender grandes hogueras en las alturas. Obteniendo así cierto vislumbre que calmo los asustados ánimos, la soberana ordenó que todos sus súbditos recogiesen piedras de cinco colores: azul, anaranjado, rojo, blanco y negro. Cuando hubo reunido una gran cantidad de ellas, las puso a hervir, junto con unos polvos finísimos de porcelana, en un enorme caldero, obteniendo así  una pasta húmeda y reluciente.

Llamó entonces a una nube que navegaba por el cielo. La nube descendió dócil a sus pies. La emperatriz subió en ella, y se hizo llevar arriba allá donde el cielo  estaba roto.

Con gran paciencia y precisión. Valiéndose de la pasta que ella misma había fabricado, reconstruyó el ángulo de cielo que faltaba. Luego volvió a bajar a la tierra, y con la concha de una enorme tortuga construyo un nuevo pedestal para el pilar deteriorado.

Mas aunque ahora todo estuviese en su sitio en el cielo, la oscuridad reinaba todavía en el mundo, ni el sol de día ni la luna de noche aparecían en el firmamento.

La emperatriz, extrañada de este hecho, convocó  a todos los sabios del imperio y pidió su consejo sobre qué debía hacer en semejante caso. El más anciano de la asamblea, dijo:

-Probablemente el sol y la luna, habiéndose encerrado en casa en el momento del desastre, no saben  que los caminos del firmamento han sido reparados. Es necesario mandar un embajador que se lo comunique. Todos aplaudieron tan sabias palabras, y la emperatriz decidió enviar inmediatamente un embajador al sol y a la luna, montado en el caballo más veloz que había en sus caballerizas.

Sus majestades la Luna y el Sol concedieron enseguida la audiencia solicitada por el mensajero terrestre, y cuando se enteraron de las reparaciones hechas por Jouka, se mostraron muy satisfechos. Salieron enseguida con sus carrozas de fuego del palacio en que habían permanecido tanto tiempo encerrados y volvieron a surcar el viejo camino, iluminando al mundo.

El cielo, después de los sabios retoques, tenía una luminosidad más suave, una belleza delicada y más nítida. Diéronse cuenta de ello, el sol en su viaje diurno, y la luna en su ronda nocturna, y para demostrar su gratitud a la que había dado un nuevo encanto a su patria celeste, pusieron todo el empeño por dar aún más viva luz de la que se beneficiaban la tierra y sus habitantes.

Los hombres se alegraron al volver a ver los dos grandes astros celestes y alzaron cánticos de bendición y alabanza a la sabia emperatriz, a quien tanto debían. Pero los honores y las loas no hicieron soberbia a Jouka. La alegría de su pueblo, el amor y la gratitud de sus súbditos fue para ella el premio más grande y más agradecido que consoló por largos años su corazón bueno y honrado.


Autor: Desconocido.