sábado, 5 de noviembre de 2022

El Cocay.

Quizás alguna noche en el campo hayáis visto una lucecita que brilla y se mueve de un laso a otro, esa lucecita la hace el Cocay, que es el nombre que le dan los Mayas a la Luciérnaga. Ellos saben como este insecto creo su luz, y esta es la historia que cuentan:

Había una vez un Señor muy querido por todos los habitantes de el Mayab, porque era el único que podía curar todas las enfermedades, cuando los enfermos iban a rogarle que los aliviara, el sacaba una piedra verde de su bolsillo, después la tenia entre sus manos y susurraba algunas palabras, eso era suficiente para sanar cualquier mal.

Pero una mañana, el Señor salió a pasear a la selva, allí quiso acostarse un rato y se entretuvo horas y horas escuchando el canto de los pájaros, de pronto unas nubes negras aparecieron en el cielo y empezó a caer un gran aguacero, el Señor se levanto y corrió a refugiarse de la lluvia, pero con la prisa, no se dio cuenta que su piedra verde se le salió del bolsillo. Al llegar a su casa lo esperaba una mujer para pedirle que sanara a su hijo, entonces el Señor busco su piedra y se dio cuenta que no la tenia, muy preocupado quiso salir a buscarla, pero pensó que tardaría demasiado en hallarla, asique mando reunir a varios animales.

Enseguida llegaron el Venado, la Liebre, el Zopilote y el Cocay, muy serio el Señor les dijo:

- Necesito vuestra ayuda, perdí mi piedra verde en la selva y sin ella no puedo curar, vosotros conocéis mejor que nadie los caminos, las cuevas y cada rincón de la selva, necesito que la encontréis, quien lo haga sera bien recompensado.

Al oír esas ultimas palabras, los animales corrieron en busca de la piedra verde, mientras el Cocay, que era insecto muy tranquilo, volaba despacio y se preguntaba una y otra vez:

-¿ Donde estará la piedra ?, tengo que encontrarla, solo así el Señor podrá curar de nuevo.

Y aunque el Cocay fue desde el inicio quien mas se ocupo de la búsqueda, el Venado encontró primero la piedra, al verla tan bonita, no quiso compartirla con nadie y se la trago.

- Aquí nadie la descubrirá - se dijo -, a partir de hoy yo haré las curaciones y los enfermos tendrán que pagarme por ellas.

Pero en cuanto pensó esas palabras el Venado se sintió enfermo, le dio un dolor de panza tan fuerte que devolvió la piedra, luego huyo asustado.

Entre tanto el Cocay daba vueltas por toda la selva, se metía en los huecos mas pequeños, revisaba todos los rincones y las hojas de las plantas, no hablaba con nadie, solo pensaba en que lugar estaría la piedra verde.

Entre tanto los demás animales que iniciaron la búsqueda ya se habían cansado. El Zopilote volaba demasiado alto y no alcanzaba a ver el suelo, la Liebre corría muy deprisa sin ver a su alrededor y el Venado no quería saber nada de la piedra, así, el único en estar buscándola era el Cocay. Un día, después de horas enteras de meditar sobre el paradero de la piedra, el Cocay sintió un chispazo de luz en su cabeza:

-¡ Ya se donde esta !-, grito feliz, pues había visto en su mente el lugar en que estaba la piedra, voló de inmediato hacia allí y aunque al principio no se dio cuenta, luego sintió como una luz salia de su cuerpo e iluminaba su camino, muy pronto hallo la piedra y mas pronto se la llevo a su dueño.

- Señor, busque en todos los rincones de la selva y por fin hoy di con tu piedra- le dijo el Cocay muy contento, al tiempo que su cuerpo se encendía.

- Gracias Cocay- le contesto el Señor -veo que tu mismo has logrado una recompensa, esa luz que sale de ti, representa la nobleza de tus sentimientos y lo brillante de tu inteligencia, desde hoy te acompañara siempre para guiar tu vida.

El Cocay se despidió muy contento y fue a contarles a los animales lo que había pasado, todos lo felicitaron por su nuevo don, menos la Libre, que sintió envidia de la luz del Cocay y quiso robársela.

- Esa chispa me quedaría mejor a mi, ¿que tal se me vería en un collar?- pensó la liebre.

Así, para lograr su deseo, espero a que el Cocay se despidiera y comenzó a seguirlo por el monte.

-¡ Cocay ! Ven, enséñame tu luz- le grito al insecto cuando estuvo seguro de que nadie los veía.

- Claro que si- dijo el Cocay y detuvo su vuelo. Entonces la Liebre aprovecho y ¡zas!, le salto encima, el Cocay quedo aplastado bajo su cuerpo y casi no podía respirar, cuando la Liebre empezó a saltar de un lado a otro, creyendo que el Cocay se le había escapado.

El Cocay empezó a volar despacio para esconderse de la Liebre, ahora era el quien la perseguía y en cuanto la vio distraída quiso desquitarse. Entonces voló encima de ella y se puso en su frente al mismo tiempo que se iluminaba, la Liebre se llevo un gran susto, pues creyó que la había caído un rayo en la cabeza, y aunque daba brincos no podía apagar el fuego, pues el Cocay seguía volando sobre ella.

En eso, llego hasta un lago y en su desesperación creyó que lo mejor era echarse al agua, así evitaría que se le quemase la cabeza, pero en cuanto salto, el Cocay voló lejos y desde lo alto se rió mucho de la Liebre, que trataba de salir del lago toda empapada.

Desde entonces, hasta los animales mas grandes respetan al Cocay, no vaya a ser que un día los engañe con su luz.



13 comentarios:

  1. Una magnífica historia donde la magia está presente en esas luciérnagas que con su luz iluminan un poco más la oscura noche. Un fuerte abrazo, feliz fin de semana.

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  2. Muy bella leyenda, desconocía de la historia.
    Gracias por compartir...
    Abrazos

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  3. Una fábula muy divertida para enseñarnos la ancestral historia del origen de la inteligente y tenaz luciérnaga. Cuando las contemplas todavía se siente su magia. Feliz fin de semana

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  4. Que bonita leyenda piruja, me ha encantado.
    Un abrazo y que pases un bonito fin de semana.

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  5. Una bonita historia aunque el venado casi estropea el final feliz.Besicos

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  6. Una historia de mágica luz y un animalito nada ambicioso.
    Te mando un abrazo.

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  7. Menuda movida, todos a por la luz.
    Bien por el Cocay.

    Un beso.

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  8. Una excelente leyenda. Me ha gustado mucho conocerla.
    Un beso. Felices días.

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  9. Hacía muchos años que no veía ninguna, pero desde unos cinco años tatrás, tenía una luciérnaga en mi parcelita, siempre se encontraba aproximadamente en el mismo sitio, pero este año ya no la he visto, no se que habrá sido de ella.
    La leyenda mu bonita, la desconocía.
    Besos

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  10. Las luciérnagas son muy especiales, siempre las hemos buscado y admirado. Su luz es pura magia y en este relato se les hace justicia. Muy bueno, amiga.
    Te dejo mi abrazo entrañable y espero que todo vaya bien.

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  11. Bellísima historia, me ha gustado mucho. Antes se veían muchas más luciérnagas, pero aún veo alguna en mi jardín y siempre me sacan una sonrisa.
    Muchos beitos.

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  12. Seré un poquito Cocay...
    Enciendo mi lucecita de vez en vez por aquí para dejarle un saludo a Pirujilla

    Pero que bella historia nos dejas, chiquillaaaaaa

    Abrazosssss

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