Hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano, había una pequeña villa en el valle que se formaba entre dos altas montañas. Era éste un lugar recóndito, apartado del mundo, donde parecía que incluso el mismísimo Padre Tiempo jamás hubiera puesto un pie en él. De hierba verde y arroyos cantarines que descendían de los montes colindantes, olor a azucena y madreselva, la aldea vivía una perpetua primavera.
Así como el lugar era confortable, los habitantes también eran generosos y amables los unos con los otros. No había trifulcas, todo era concordia y paz... conformaban una gran familia en la que cada miembro destacaba en una función: estaba Gerand, el leñador y su esposa Joanne, la curandera; Barbarás el panadero, Tobías el agricultor... y, sí, en éste sitio también había una hilandera y tejedora, llamada Dalia.
Dalia era una anciana amable que se entretenía en tejer todo tipo de cosas para sus convecinos, las cuales cambiaba por comida y demás utensilios para ella. Desde una simple bufanda para cuando la temperatura era algo más fresca, hasta una alfombra, no había objeto que sus hábiles dedos no pudieran confeccionar. Un buen día, mientras Dalia permanecía despierta dándole los últimos retoques a un gorro para Gerand, se quedó dormida junto al fuego en su cómoda mecedora.
En sueños, se le apareció lo que no pudo catalogar más que como un hada. - No temas, sabia tejedora, no he venido a hacerte ningún mal- le dijo- Es más, he visitado tu sueño para encargarte un trabajo digno de una reina. Nuestra soberana, el hada Carmín, desea que seas la creadora de un tapiz para decorar el salón del trono. - Más, yo soy una anciana de aldea y no he visto mundo en toda mi vida. Nací aquí y moriré aquí, no sé el que podría ser del agrado de tan nobles gentes- replicó ella, opinando que los paisajes que bordaba comúnmente podían no ser del agrado de la reina de las hadas. - No te preocupes, pues es deseo de mi señora el dotarte de un extraño don para que puedas representar algo digno de nuestro mundo.
Durante un año soñarás todas las noches con nuestro mundo. Volarás junto a nosotras, visitarás cuevas llenas de riquezas, bosques exuberantes y lagos donde jamás deja de manar un agua tan pura como el cristal. Así conseguirás los motivos para tejer tu tapiz de día. Tras estas palabras, la tejedora despertó y supo al instante que no había sido un sueño, pues junto al gorro a medio acabar había unas huellas tan diminutas sobre el mantel que sólo podían corresponder a un hada. Así pues, durante todo un año la anciana se puso manos a la obra.
Por las noches soñaba estar volando junto a majestuosos dragones, mientras recorría un mundo de ensueño bajo su vista. Soñaba bucear por las profundidades marinas convertida en una sirena, entre enormes castillos de coral y perlas, y adentrarse bajo la tierra descubriendo vetas de piedras preciosas del tamaño de castillos. Durante todos sus oníricos viajes, unas hadas la acompañaban e instruían en qué aspectos debería destacar de cada lugar, enseñándole las más preciosas puestas de sol y amaneceres de su mundo.
Mientras que por el día, Dalia se limitaba a reflejar todo aquello en un enorme tapiz lleno de color y tan realista que los vecinos, al contemplar como iba quedando su obra, se maravillaban por el simple hecho de que todas aquellas figuras fantásticas no saltaran de la tela y se pusieran a corretear por la aldea. Así pues, al cabo de un año exactamente, Dalia podía examinar su obra completa rematando las almenas del lugar que había visitado en su último sueño: un castillo hecho de tal forma que parecía fundirse con el bosque que lo rodeaba, desbordando un aura de magia y misticismo en él.
Finalizada su obra, aguardó el sueño en el cual el hada que le encargó aquello volvió a aparecer mirando todo lo que los dedos de la anciana habían tejido. - En verdad éste es un regalo digno de reyes, sabia tejedora. Mi reina en persona, Carmín, desea felicitarte por tu excelente obra.
Y Dalia acompañó al hada hasta el castillo que había visto la noche anterior, con el que había finalizado el tapiz. Pues éste no era otro que el hogar de la reina de todas las hadas, la cual recibió a la anciana con toda suerte de honores y festejos. - Has hecho un excelente trabajo- comentó Carmín mientras contemplaba su tapiz, situado tras el trono- Y por ello, en pago a tan diligente esfuerzo, mis hermanas y yo hemos decidido condecorarte con el mayor honor que podemos darle a un ser humano. A partir de hoy, tejedora Dalia, abandonarás tu cuerpo mortal y serás una de nosotras.
En la aldea encontraron que la anciana tejedora había fallecido durante la noche, metida en su cama con una sonrisa de paz, como si se hubiera quedado dormida para no despertar. Tras el funeral, los vecinos de la aldea buscaron el maravilloso tapiz por todas partes pero no lo encontraron, puesto que la obra había pasado al mundo de la magia, donde colgaría por siempre tras el trono de Carmín, la reina de las hadas. ¿Y qué decir de Dalia? Pues que fue la encargada de uno de los trabajos más importantes del mundo mágico: las hadas la nombraron tejedora de los sueños.
Y desde entonces, ella es la encargada de visitar las mentes de todos los humanos mientras duermen y, con sus hábiles manos e hilos de oro y nácar, tejer nuestras fantasías para provocarnos los más placenteros descansos y poder soñar, así, con ése mundo mágico que siempre nos espera al otro lado.
Autor: Desconocido.
Hola Piruja, buenas noches...
ResponderEliminarwow... hermosa y llena de fantasía!
esperemos que Dalia visite nuestros sueños y que teja libremente dejandose llevar =)
Felicitaciones al autor anónimo y a ti
una maravillosa historia.
Te deseo un excelente lunes
un beso y un brazo enorme
Hola niña bueno nos dejas hoy una historia llena de fantasia y de sueños, esos sueños que todos tenemos de vez en cuando y que nos gustaría que se cumpliesen siempre, pero que a fin de cuentas no dejan de ser sueños.
ResponderEliminarLa verdad es que mientras siga viva el hada de los sueños seguiremos teniendolos en nuestras cabezas.
Las fotos que has puesto son muy chulas, quiza un poco de música celta..... jejejeje
espero que hayas tenido un buen finde.
Besotes para ti y para la prince, reparte eh, no te los quedes todos jajajaj
¡Hola Piru!!!
ResponderEliminarAy que delicia de leyenda nos dejas, linda mía: Ojala que Dalia no se olvide de visitar nuestras mente y nos haga soñar lindos sueños reales.
Las imágenes son preciosas todas ellas, pero me gusta mucho esa primera con ese verde mágico.
Gracias por compartir tanta belleza con sueños y fantasías que también a veces son necesarias.
Te dejo mi gratitud y mi estima siempre.
Un abrazo y feliz semana.
Pilar espero que Dalia no deje de colarse en nuestros sueños y nos lleve a mundos donde reine la belleza y la paz.
ResponderEliminarPreciosa leyenda.
Muchos besos.
Pues se pasa muchísimas noches conmigo...
ResponderEliminarCada vez que tenga un buen sueño me acordaré de esta hada tejedora de sueños.Besicos
ResponderEliminarPilar, preciosa esta historia, que nos llena de magia y esperanza...Esa viejecita generosa y sencilla, que tejía para sus vecinos, tuvo al final de su vida el mejor regaló que nunca esperó...Ojalá, todos sigamos poniendo en nuestro trabajo diario lo mejor de nosotros mismos y al final tengamos tan bella sorpresa, como la tuvo Dalia...Mientras tanto, soñemos, que todo puede ser realidad...y quizá ella bendiga nuestros sueños, amiga.
ResponderEliminarMi gratitud y mi abrazo inmenso por tus bellísimos posts.
M.Jesús
Pirujlla, muchas gracias. Besicos Pilar.
ResponderEliminarCada día nos sorprendes más princesa de las historias ,historias que no nos cansamos de leer una y otra vez.
ResponderEliminarSaludos
Hola Piruja,mira que has escrito historias bonitas eh,pero ésta es una preciosidad .Ahora sólo espero que esa preciosa Hada tenga a bien visitar mis sueños y los de todos los seres humanos.Porque nos hace falta un poquito de su magia.
ResponderEliminarBesos y mas besos:)
HOla preciosa.
ResponderEliminarMenuda historia fantastica con la que nos has deleitado hoy. Un buen rato agradable que he pasado leyendo esta maravilla que ojala fuera verdad y el sueño de muchos mortales se hiciera realidad....pero eso...los sueños sueños son y mientras duran uno es feliz
Un abrazo
Buena tejedora si señora, falta hacen personas así, que hagan más bellos nuestros días, ya que todo permanece un poco difuso bueno es que en el sueño reparador encontremos hadas buenas, que nos ayuden con un despertar hermoso y cálido. Tú eres la tejedora de nuestros sueños con tus hermosas historias. Un beso grande amiga.
ResponderEliminarUna historia llena de encanto y preciosa.
ResponderEliminarUna maravillosa fantasía
Un besito
Que preciosa historia
ResponderEliminarBesos
En el mundo que todos desearíamos vivir cada uno es valorado por lo que es, por lo que hace y por el amor que pone en realizarlo.
ResponderEliminarOjalá un día nos visitase alguna de estas hadas y nos hiciese ver que en realidad todos tenemos un don.....hacer las cosas amando para que cada una de ellas cobre vida bajo la destreza de nuestras manos y el deseo de nuestros corazones.
El don más preciado de todas las hadas yo creo que lo tiene la encargada de comunicar las buenas nuevas a las personas.
Como has hecho tu con este cuento.
Besotes.
Coincido con Karras, qué mejor tejedora de sueños que tú, que nos deleitas siempre con retazos de mundos llenos de fantasía.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Me ha encantado lo de volar con los dragones, me ha recordado a Juego de Tronos. Un abrazo.
ResponderEliminarHola piruja , una bella y mágica historia de hadas , es muy bonita de verdad , te deseo un feliz fin de semana , besos de flor .
ResponderEliminar