Buda se encontraba en su palacio azul, más allá de las nubes. Sintió el deseo de descender sobre la tierra para ver a los hombres de cerca y leer en su alma, Se deslizo sobre el reluciente hilo de un rayo de sol y llego a una casita que se levantaba en medio del campo. Buda no tenia cuerpo, era solo una sombra luminosa. Por eso Chi-Pan, el dueño de la casita, que meditaba sentado al pie de un árbol, no lo vio.
Chi-Pan era un hombre codicioso, cruel, sin conciencia. Y en aquel momento pensaba: "Conviene realmente que Pao-Chiú, mi primo, muera. No tiene mujer, ni hijos, ni hermanos. Yo soy su pariente más próximo, su campo pasara a ser mío, es vecino al mío y podre llenar la zanja divisoria con poco trabajo".
Llamo al pariente:
-Pao-Chiú, un poco sorprendido, avanzo hacia él. Era un hombre de rostro franco y apacible. Buda puso en su alma pensamientos honrados, leales y generosos.
-¿Me necesitas? –pregunto amablemente Pao-Chiú.
Chin-Pan le rogó que se sentara a su lado.
-Realmente no me explico como tú y yo siendo vecinos, no encontramos nunca tiempo para conversar amigablemente. A Pao-Chiú las palabras del pariente le parecieron muy simpáticas.
-Creía que tú me tenías por tonto y aburrido. Nunca me hubiese atrevido a visitarte.
-Al contrario, te aprecio muchísimo. Y quiero que vivas eternamente, como viviré yo.
-¿Vivir eternamente? No es posible.
-Hablas como un pobre ignorante. ¿No sabes que en el mundo existen ciertos cerezos cuya fruta, que debe comerse en el mismo árbol, hace inmortales a los hombres? Yo poseo uno de esos árboles milagrosos. Tiene mil años, dos mil años, que se yo. Míralo allá abajo, el más alto. Tú treparas hasta la cima, cogerás y comerás muchas cerezas y la virtud de la vida eterna entrara en ti, resplandecerá en tu sangre.
Chi-Pan se levanto y empujo al primo hacia el cerezo.
-Sube, Buda te asiste, está contigo.
Luego comenzó a encaramarse al árbol, ya no era joven, pero en aquel momento sentíase milagrosamente ágil, llego sin esfuerzo a las ramas más altas.
-Come cerezas –invitaba el primo, mirándolo cínicamente-, muchas cerezas.
Pao-Chiú arrancaba de las ramas las relucientes cerezas, se metía en la boca las encarnadas bolitas, dulces como el azúcar.
-¿Ves? –le grito Chi-Pan desde abajo, ahora has conquistado la inmortalidad, ya nadie te puede hacer ningún daño, déjate caer, lánzate tranquilamente al vacío.
El buen hombre no sospechaba el engaño, abrió los brazos y se lanzo al espacio. Pero Buda, que había leído en su alma inocente y honrada lo amparo con sus manos invisibles, lo dejo sano y contento en el suelo.
-¡Soy feliz, primo mío! – exclamo
Chi-Pan, que había esperado verlo muerto a sus pies, sufrió una fuerte decepción, luego pensó que tal vez el cerezo era efectivamente el árbol de la inmortalidad. Se encamino a su vez, comió muchas cerezas y luego se lanzo también el al vacío. Pero Buda esa vez queriendo castigar su perfidia, no lo amparo, cayo como bólido y se rompió la cabeza contra la piedra del pozo.
Pao-Chiú heredo el campo y la casa de su primo Chi-Pan. Vivió luego años trabajando y socorriendo a los mas necesitados.
Autor desconocido.
Buda pudo apreciar la esencia de cada uno de ellos. Hermosa historia.
ResponderEliminarUn gran abrazo, feliz fin de semana!
Preciosa leyenda con final feliz.Besicos
ResponderEliminarOjalá que todos los malhechores, que andan por el mundo recibieran un toque, como Chi-Pan...No tan duro, pero si que les sirviera de escarmiento a sus malas ideas...El mundo sería distinto, amiga...Una leyenda en la que el bien sale vencedor sobre el mal...Buen final, Buda anduvo listo y puso a cada cual en su lugar.
ResponderEliminarMi gratitud y mi abrazo, Pilar.
Feliz finde, amiga.
Ahora, cada vez que coma cerezas, con lo que me gustan, recordaré esta historia tuya!
ResponderEliminar:)
Aún así, las comeré, pero prometo no creerme nada más que lo que soy, una persona con los pies en la tierra ;)
Besos.
Que pena que no haya un buda en cada momento...mejor nos iria. Como siempre es un placer estar un ratito relajada leyendo tus historias en tu casita
ResponderEliminarUn abrazo para las dos
Mi querida Piruja!!!!!
ResponderEliminarQué historia tan bonita!!!! Merecido castigo al malvado y próspera vida al corazón generoso y bueno. Es perfecto!!!!!
Gracias por traernos estas historias tan originales y maravillosas!!!
Un abrazo inmenso cariño!!!!
Una historia hermosa.
ResponderEliminarGracias siempre por las leyendas tan lindas que nos regalas.
Besitosss. Feliz comienzo de semana.
Merecido castigo el que sufrió el egoísta de Chi-Pan. Ojalá tuviésemos en nuestro mundo real estos seres luminosos que ejercieran de verdaderos jueces. Aunque en estos tiempos que vivimos, tendrían que echar horas extras.
ResponderEliminarUna nueva leyenda genial, un fuerte abrazo amiga.
El egoísmo y la envidia nunca pueden tener buenas consecuencias, a la larga triunfaron los buenos sentimientos del primo de Chi-Pan por contar con el respaldo de Buda. Una vez más se ha cumplido el dicho: NO LAS HAGAS Y NO LAS TEMAS.
ResponderEliminarMe gustan tus leyendas, sobre todo las que tienen un buen final.
Te deseo un buen comienzo de semana.
Cariños en abrazos.
Kasioles
¡Hola, Pirusiña!!!
ResponderEliminarQue bueno y sabio es Buda, sabe meterse en el alma de las buenas personas. Esta tus leyenda, siempre dicen mucho nos dejan ejemplos y mensajes de enseñanza. ¡No se debe ir por la vida envidiando y deseando lo ajeno! Haciendo daño, todo se paga aquí en esta vida.
Es un encanto esta leyenda, bueno la verdad todo lo que nos dejas, lo es. Da gusto pasar por esta tu casa, siempre se encuentra algo nuevo, algo bello.
Ha sido un placer, te dejo mi gratitud y mi inmensa estima.
Un abrazo y se muy –muy feliz.
Hola Pirujita.
ResponderEliminarNunca llego de las primaras, pero ya estoy aquí disfrutando de esta bella historia.
Así debería ser siempre, que el inocente sea protegido y el malvado abaricioso, envidioso y celoso tenga el castigo que merece.
Un abrazo.
Ambar
Siempre nos traes lindos relatos. Besitos.
ResponderEliminarBuda impartió la justicia que merecía Chi-Pan. Me ha encantado tu leyenda Piruja.
ResponderEliminarBesos.
Hola Piruja! Qué ratitos tan agradables se pasan en tu casita, es sentarte a leerte y desconecto de todo lo que me rodea, además las fotografías que acompañas son muy bonitas! Me ha encantado la leyenda, no la conocía, y desde luego no se me olvidará cuando vuelva a comer cerezas.
ResponderEliminarOjala hubiera un Buda detrás de cada persona y aleccionara a todos los malvados, sería un mundo mejor... ya que no es posible, al menos disfruté imaginándolo el tiempo que pasé por aquí!
Un beso muy fuerte, te deseo un feliz fin de semana!
;uchos soberbiso aprenden la lección cuando es demasiado tarde.
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