sábado, 10 de marzo de 2018
Cuerpo de mujer.
Una noche de verano un chino llamado Yang despertó de pronto a causa del insoportable calor. Tumbado boca abajo, la cabeza entre las manos, se había entregado a hilvanar fogosas fantasías cuando se percató de que había un pulga avanzando por el borde de la cama. En la penumbra de la habitación la vio arrastrar su diminuto lomo fulgurando como polvo de plata rumbo al hombro de su mujer que dormía a su lado. Desnuda, yacía profundamente dormida, y oyó que respiraba dulcemente, la cabeza y el cuerpo vueltos hacia su lado.
Observando el avance indolente de la pulga, Yang reflexionó sobre la realidad de aquellas criaturas. "Una pulga necesita una hora para llegar a un sitio que está a dos o tres pasos nuestros, aparte de que todo su espacio se reduce a una cama. Muy tediosa sería mi vida de haber nacido pulga..."
Dominado por estos pensamientos, su conciencia se empezó a oscurecer lentamente y, sin darse cuenta, acabó hundiéndose en el profundo abismo de un extraño trance que no era ni sueño ni realidad. Imperceptiblemente, justo cuando se sintió despierto, vio, asombrado, que su alma había penetrado el cuerpo de la pulga que durante todo aquel tiempo avanzaba sin prisa por la cama, guiada por un acre olor a sudor. Aquello, en cambio, no era lo único que lo confundía, pese a ser una situación tan misteriosa que no conseguía salir de su asombro.
En el camino se alzaba una encumbrada montaña cuya forma más o menos redondeada aparecía suspendida de su cima como una estalactita, alzándose más allá de la vista y descendiendo hacia la cama donde se encontraba. La base medio redonda de la montaña, contigua a la cama, tenía el aspecto de una granada tan encendida que daba la impresión de contener fuego almacenado en su seno. Salvo esta base, el resto de la armoniosa montaña era blancuzco, compuesto de la masa nívea de una sustancia grasa, tierna y pulida. La vasta superficie de la montaña bañada en luz despedía un lustre ligeramente ambarino que se curvaba hacia el cielo como un arco de belleza exquisita, a la par que su ladera oscura refulgía como una nieve azulada bajo la luz de la luna.
Los ojos abiertos de par en par, Yang fijó la mirada atónita en aquella montaña de inusitada belleza. Pero cuál no sería su asombro al comprobar que la montaña era uno de los pechos de su mujer. Poniendo a un lado el amor, el odio y el deseo carnal, Yang contempló aquel pecho enorme que parecía una montaña de marfil. En el colmo de la admiración permaneció un largo rato petrificado y como aturdido ante aquella imagen irresistible, ajeno por completo al acre olor a sudor. No se había dado cuenta, hasta volverse una pulga, de la belleza aparente de su mujer. Tampoco se puede limitar un hombre de temperamento artístico a la belleza aparente de una mujer y contemplarla azorado como hizo la pulga.
Autor: Ryunosuke Akutagawa.
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Cuerpo de mujer, nuy bella esta historia, siempre me sorprendes con tus post, eres genial, mi felicitación Piruja.
ResponderEliminarFeliz finde.
Un beso
Encantador el texto de este autor, con esa visión sobre el cuerpo de la mujer cuando se ve en una perspectiva menor. Muy original. No conozco a este autor, pero sus cuentos deben ser interesantes como es el caso.
ResponderEliminarUn placer la lectura Piruja.
Un abrazo.
Brillante desarroollo para mostrarnos la belleza de un cuerpo.
ResponderEliminarBesos.
¡Hola Piruja!
ResponderEliminarPero que bueno!!! Más que bueno. Hay ver el efecto que hacen ciertas montañas... cuando se miran con ojos como los de Yang .
Me ha gustado mucho leerte, gracias por compartir historias bonitas y diferentes, es un placer pasear por tu espacio.
Un abrazo y mi inmensa gratitud.
Ten un bonito fin de semana.
Un relato muy curioso donde prevalece la belleza de esa "montaña".Besicos
ResponderEliminarde todo los blog que leo el tuyo me hace vibrar por su interesante contenido, y por cierto me ha encantado la vision del pecho desde los ojos de una pulga, un besito
ResponderEliminarEa una oda a la belleza femenina. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Una historia interesante. Besitos.
ResponderEliminarMuy bueno el texto y muy gráfico para imaginar. :)
ResponderEliminarEs muy interesante la perspectiva diferente para ver las cosas según nuestra posición.
Muchos besos.
Hola Piruja, ahora me doy cuenta del error, el autor Ryunosuke Akutagawa, que por cierto no lo conozco... pero me encantó.
ResponderEliminarFeliz semana.
Bss.
Me ha encantado.
ResponderEliminarExcelente.
Besitoss
¡Hola Piruja!
ResponderEliminarAquella montaña era bella, tanto para el como para aquella pulga, pero como siempre se ha dicho: todo depende del cristal con el que uno mira...
Un beso y gracias por el regalo de tus letras.
Encontrar al fn el verdadero sentido de la belleza de un cuerpo y que mas con aquella zona dadora de vida...así toda la hermosura ilustrada...Gracias
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