lunes, 31 de agosto de 2015
La flor de Peonia
La princesa Aya debía casarse con el príncipe Ako. Las familias de los dos jóvenes habían decidido el matrimonio y todos los preparativos necesarios estaban hechos.
La tarde del día anterior a la boda, la princesa paseaba por su jardín, mirando melancólicamente aquellos lugares tan amados y familiares que debía abandonar para siempre, y amargas lágrimas brotaban de sus ojos y resbalaban por sus rosadas mejillas.
Al llegar a un rincón del jardín oyó un suspiro que respondía al suyo. Se volvió, e imaginad el asombro que sentiría al ver detrás de una planta de peonías, que eran sus flores predilectas, a un hermosísimo príncipe envuelto en un manto de terciopelo, salpicado de peonías recamadas en oro.
El joven miró a la muchacha con ojos dulcísimos y entreabrió sus labios con una sonrisa triste que penetró hasta el fondo del corazón de Aya, luego desapareció en forma misteriosa.
Profundamente turbada por aquel encuentro, Aya regresó muy despacio al palacio y dijo a su padre que por nada del mundo se casaría con el príncipe Ako, ya que solamente amaba al misterioso joven del jardín. El anciano príncipe, que adoraba a su hijita, mando suspender la boda y mando por todo el mundo caballeros y servidores en busca del desconocido joven, del cual se había enamorado su hija.
Los mensajeros escalaron montes escarpados, recorrieron inmensas llanuras, atravesaron ríos caudalosos y áridos desiertos, pero todo fue en vano, el misterioso joven no aparecía por ninguna parte. Todos tuvieron que regresar al castillo con las manos vacías.
Entonces el anciano príncipe, que era muy sabio, dijo a su hija:
-Querida niña, el joven que vieron tus ojos no es una criatura de este mundo, ya que si así fuera mis hombres lo habrían encontrado. Debe de ser el espíritu de la peonía, desde el momento que se apareció precisamente detrás de una planta de estas flores. Por eso, tu deseo es irrealizable, comprende que no puedes casarte con un espíritu.
Mañana estará aquí el príncipe Ako y celebraremos la boda. He dicho.
Aya inclinó la cabeza en señal de obediencia, comprendía que su padre tenía razón y que no podía seguir obstinándose en aquel capricho.
Empero, corrió al jardín para saludar por última vez a sus flores preferidas y arrodillada junto a la planta de peonías, estalló en sollozos.
Las lágrimas manaban a raudales de sus ojos y regaban la tierra. Bajo aquella tierra rociada de lagrimas, una flor bellísima floreció, una flor como jamás viose otra igual.
A la mañana siguiente los invitados a la boda, al pasar junto a la plante de peonías, no podían dejar de detenerse y admirar aquella flor magnífica.
Pero cuando, después de la ceremonia nupcial, volvieron a pasar por allí, vieron la espléndida peonía que yacía en el suelo marchita.
El corazón de la flor no soportó el dolor de ver a la princesa Aya esposa de otro, y se había roto.
Autor: Desconocido.
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Un bonito relato con un amor imposible.Besicos
ResponderEliminarPrecioso relato querida Piruja. No sé cual de todos los que has traído es e mejor, todos son inigualables.
ResponderEliminarBesitos.
UUUUUUUUUUUf como echaba de menos estos relatos y leyendas. Es que me haces pasar unos raticos relajados y felices. Eres un amor
ResponderEliminarun abrazo apretaoooooooooo
Pilar, nos haces pensar de nuevo con tus bellos relatos...A veces hay seres espirituales cerca de nosotros, que nos alientan y nos acompañan...Este era el caso de la peonia, que tenía el espíritu de un príncipe y amaba a la princesa Aya...Se nos olvida que, cerca de nosotros hay otros mundos de seres elementales, que a veces nos influyen para bien o para mal y debemos estar atentos.
ResponderEliminarMi gratitud y mi abrazo de luz por tu constancia, tu sensibilidad y tu amistad...Feliz semana, amiga.
M.Jesús
Qué bonita leyenda !!!
ResponderEliminarLos relatos o leyendas que involucran flores siempre me gustaron, desde el viejo y conocido cuento de Oscar Wilde, El ruiseñor y la rosa.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
el príncipe "peonío" era como el perro del hortelano.
ResponderEliminarUna leyenda emocionante y bella.
ResponderEliminarGracias por tu sensibilidad tan linda.
Un besito. Feliz Septiembre.
Hola Piruja,a veces,aunque parezca mentira se puede llegar a sentir el Amor de alguien que aun no estando,está:).
ResponderEliminarBesos y mas besos!! .
Muy hermoso cuento, pero me da pena el final y, es que soy tan romántica...
ResponderEliminarMe alegro de volver a tener noticas tuyas.
Un besito
Gracias amiga
ResponderEliminarPor tu cariñoso comentario--Me encanta los cuentos desde muy pequeña y aun la niña que llevo dentro de mí me sigen gustando,,,
Espero que seamos buenas amigas a travez de este mundo..
Te enlazo a mis blogs amig@s
Con cariño Victoria
Un gran cuento con un poco de tristeza añadida ,pero así son los relatos agridulces.
ResponderEliminarSaludos
Hola querida Piruja, es un placer volver a estar por aquí para encontrarme con leyendas tan hermosas como esta.
ResponderEliminarLa peonía es una flor maravillosa, aunque toda la fama se la lleve la rosa, tal vez debido a su perfume, esta no tiene nada que envidiarle en cuanto a belleza se refiere,
Un fuerte abrazo
¡Hola Pirujiña!!!
ResponderEliminarEn un honor estar de nuevo por aquí , por este lugar maravillosa donde aprendemos que el amor está en todas las casa que nos rodean: puede estar en una preciosa flor como esa, o en un árbol frutal. Te cuento, uno de mis hijos vive en una casa que tiene una terraza grande que mira al mar muy soleada, y tiene arboles frutales frutales entre ellos un cerezo que lleva dos años dando cerezas y se las comen la gaviotas, por otro lado quería deshacerse de algunos, entonces decidió traerlos y plantarlos en un pinar que heredó por parte de su padre, me llevó con él y esta todo sombrío era o es un bosque oscuro, allá hizo dos zanjas más bien pequeñas pues estaba muy dura la tierra y, allí los dejó, yo me vine para casa con una tristeza inmensa, no me parecía justo dejar allí los arbolitos, pasé la noche en vela pensando en ellos, al día siguiente lo llamé y le dije que yo los quería tener en mi pequeña huerta, al principio no quería me decía que me iban a dar trajo, pero hijo, trabajo me lo da el perro, pero los árboles no hay que bañarlos y llevarlos al veterinario, yo los mando buscar, los quiero conmigo, son como personas, nosotros somos árboles, si abandonas los arbolitos allí en aquella oscuridad, es como si me abandonaras a mí, aunque no te lo parezca ellos tiene vida tienen sentimientos no puedes hacerle esa faena. Bien pues, llamé a otro de mis hijos fuimos a buscarlos, compre tierra y los planté de nuevo en unos barreños grandes. Mira, llegaron un poco mustios tristes diría yo, ¡Pero ahora están preciosos, tan contentos! Que el cerezo vuelve a tener flores, ¿no te parece increíble? Que después de haber dado su cosecha, vuelva a florecer? Parece que me está sonriendo con sus flores. Porque no creo que un árbol de dos cosechas una tras de otra... Y menos un cerezo. Si tú sabes de frutales dime si pueden dar dos cosechas, y ademas en casa de mi hijo daba una sola, vino hoy a casa y quedó asombrado con el cerezo. Yo le dije, es que me está agradecido y me sonríe.
Perdona mi rollo de hoy con mis arbolitos.
Te dejo mi gratitud y mi estima siempre.
Un abrazo y se muy muy feliz.
Que bonita anécdota.
EliminarPues pensé que la flor seria su amado príncipe, ya ves que voy más deprisa que tus letras y al final… zassss equivocada del todo. Una historia preciosa, todas las que escribes lo son, a mi me encantan. Un beso querida amiga.
ResponderEliminarEs un placer volver a estar en tu casita con tus bellas leyendas.
ResponderEliminarMe encantan las peonias.
Poco a poco, voy volviendo.
Un beso Piruja
Isa
Que linda historia!!!!
ResponderEliminarUn besito......feliz domingo Piruja!
Qué triste!!! Lástima que se tuviera que casar. Un abrazo.
ResponderEliminarNo todos los cuentos tienen final feliz eso no quiere decir que dejen de ser bellos
ResponderEliminarUn saludo
Hola Piruja, encatadora y tierna tu historia.
ResponderEliminarUn beso.