A tu memoria querido mago.
Imagen de Karras |
Allí estaban todos los que habían sido desde el principio de los tiempos. A un lado los humanos, al otro… los demás seres vivos. Y en el centro la Luz, la Voz y el Ejecutante. La Voz desgranaba los nombres de todo lo que un día respiró en el mar, en el aire o sobre la tierra. Uno por uno se iban acercando hasta aquel peculiar tribunal y escuchaban, en silencio, la historia de su vida. Tras oír la relación de sus hechos, el Ejecutante, a una señal de la Luz, señalaba una puerta de salida y hacia allá se encaminaba el viejecito jorobado, la niña hermosa, la matrona malhumorada, el guerrero de hierro, la langosta que asolara los cultivos, la ballena plácida, el abedul y el fresno, o el león que recorriera, rugiendo, las praderas.
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Sucedió que en una de las últimas filas de la izquierda, donde estaban situados toda clase de árboles, se encontraba un tejo que había crecido en una montaña abrupta. A su lado se encontraba el olivo que, traído de tierras cálidas, le había hecho compañía durante centenares de años. Ambos conversaban y comentaban, susurrando, todo lo que estaba aconteciendo a su alrededor en aquel momento.
Ahora que ya todo había acabado y esperaban el dictamen final, el tejo le rogó a su amigo que le explicara qué le había sucedido durante su vida en la tierra, porque se había quedado sin recuerdos. Y el olivo contó, desgranó con voz clara y muy despacio, que el tejo, alegre y vibrante durante cientos de años, había sido herido en su corazón por múltiples rayos y poco a poco había perdido el habla e incluso la memoria.
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Cuando le tocó comparecer al viejo tejo, la Voz habló de cada día de su vida, del bienestar y la sombra que había aportado a quienes bajo sus ramas se cobijaron, del sosiego y la tranquilidad que experimentaron los que a su lado pasaron, de cómo protegió a los caminantes y al leñador de la lluvia menuda y de todo el amor que había otorgado a pájaros e insectos. Había sido una buena vida la suya y el Ejecutante, a un signo de la Luz, le indicó una de las puertas de salida. El tejo, que ya se encaminaba hacia aquella puerta se volvió y preguntó con voz humilde a su amigo:
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El olivo contestó:
-Entonces tu recuerdo se convirtió en una silla vacía.
El olivo, que le siguió por la misma puerta, terminó de contarle al anciano tejo que el leñador, que deseaba que aquel árbol se perpetuara de algún modo, trabajó parte de su madera y con sus manos construyó una silla grande y fuerte en la que solía sentarse, al atardecer, para contemplar la llegada de las sombras sobre las montañas. El leñador cerró su corazón y sus ojos a la vida una noche de verano y aquella silla quedó solitaria y callada, como calcinado y olvidado quedó aquel planeta donde un día vivieran hombres, animales y plantas.
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Autor: Maria del Carmen Polo Soler.
Sólo puedo decirte PRECIOSO,me ha emocionado la ternura como está relatado y el fondo tan pleno y
ResponderEliminarexistencial que tiene
Te felicito,es una caricia para el alma
Besucos
Gó
Hermoso relato el que nos has dedicado y mucho más el homenaje a tu buen amigo, está lleno de nostalgia y un encanto especial .
ResponderEliminarGracias por tus letras , te deseo un feliz fin de semana.
Abrazos.
Me encantó,cariños.
ResponderEliminarUna leyenda preciosa y tierna acompañada con estas bellas imágenes recordando a tu amigo.
ResponderEliminarUn placer la lectura Piruja.
Un buen finde y un abrazo.
Muy aleccionadora. Un beso
ResponderEliminarUn buen relato, y muy buen recuerdo, felicitaciones..
ResponderEliminarUn abrazo Piruja..
Brillante relato. triste, porque, a todos, tejos y olivos, viejos y jóvenes, nos llega el día del frío filo del hacha.
ResponderEliminarBesos.
Pilar, qué hermosa historia de amor entre estos árboles...Me ha emocionado, amiga...Estoy segura de que Karrás la habrá leído desde el cielo y estará sonriendo, orgulloso de que su amiga esté promoviendo el amor a los árboles y a los bosques.Lo he sentido entre tus letras, enviándonos su alegría y sus deseos de que seamos felices.
ResponderEliminarMi gratitud y mi abrazo Pilar, feliz fin de semana, amiga.
Bellísima historia recordando a u querido amigo Karras.Besicos
ResponderEliminarLa vida es una metáfora ...un cuento ...que pasa irremediablemente , pero se vuelve a renacer
ResponderEliminaraquí hay muchas enseñanzas de vida...de lo que somos , de la filosofía de la vida, de las creencias, es una historia de nuestra historia ...hay que ver que estamos haciendo cada día
para abrir los ojos a los tiempos de los tiempos...y no nos vayamos secos, sino como partículas
que al pasar de los siglos sigamos existiendo, pero en unión con todo...porque nada al fin es nuestro y quien ve con esos ojos sabe que esto de ahora es un breve respiro en la infinidad de la existencia.
un abrazo.
Me ha encantado este relato que compartes hoy. Las imágenes son espectaculares... un gran homenaje a la naturaleza y a tu amigo.
ResponderEliminarUna amistad eterna...
Feliz tarde y miles de besosssss
Maravilloso, esté relato de hoy me ha encantado. Las fotografías preciosas. Un abrazo.
ResponderEliminarUn precioso homenaje a tu querido amigo, seguro que desde las alturas nos leerá a todos y a su manera nos mandará bendiciones para todos.
ResponderEliminarMe ha encantado la leyenda, tengo preparada una sobre la araucaria, aunque no se cuando la voy a publicar ya que el fin de semana próximo salgo de España una semana luego volveré con fotos y nuevas historias.
Besos
Muy buen relato el de esta leyenda...saludos
ResponderEliminarMuy bonito, muy bonitas las imágenes también. Abrazos desde Brasil.
ResponderEliminarBonita historia.
ResponderEliminarRecuerdo un cuento donde los protagonistas también eran los árboles:
"Porqué el pino, el abeto y el enebro conservan sus hojas en invierno"
Y antes de que los árboles pierdan sus hojas con la llegada de la nueva estación aprovecho para felicitarte el otoño entrante.
La leyenda es muy bella.
ResponderEliminarUna buena historia.
Y las imágenes son preciosas.
Un beso.
Se ha personificado a dos árboles como un símbolo de amistad con lo que nos has ofrecido una historia que rebasa los límites de la realidad hacia las fronteras de la posibilidad de una nueva vida en el más allá. Hermosa narración. Gracias por compartirla.
ResponderEliminarUn abrazo. Franziska
Precioso. Entre tus cientos de leyendas has ido a escoger una que seguro le hubiera emocionado.
ResponderEliminarGracias por tan bello gesto hacia tu amigo.
Yo no llegué a conocerlo tanto, pero te aseguro que lo poco que lo traté ya me dejó huella. Era una bella persona, sensible, sincero y entregado, y artista genial.
Un abrazo bien grande y cálido para estos momentos
Bella historia.
ResponderEliminarBesitos.
Hermosas imágenes, que has empleado con esta sensible entrada, que de seguro ha llevado alegría a tu amigo.
ResponderEliminarUn abrazo, hermosa... ánimo.
Otra que no conocía... el mundo contado por las leyendas es más bonito.
ResponderEliminarBesos.
Se ve querida Piruja que te cuesta mucho olvidar a tu querido amigo.
ResponderEliminarEspero que toda la familia y tú incluida, lo llevéis lo mejor posible.
Un beso bien fuerte querida amiga.
Una hermosa leyenda querida amiga...un hermoso homenaje a Karras.
ResponderEliminarSu bosque siempre estará iluminado con la luz de sus letras...de su recuerdo.
Besos.
Un abrazo grande para vos♥
ResponderEliminarBesos
Preciosa leyenda y bonitas imágenes que nos recuerdan su buen hacer con la fotografía.
ResponderEliminarBesos y mucho animo.
Gran homenaje en esta bella leyenda a Karras.La realidad es más dura, pero en esta leyenda la has suavizado con tus letras e imaginación.
ResponderEliminarDe nuevo con todos vosotros después de mi largo descanso.
Un placer leerte Piruja.
Un beso
Lleno de ternura y emoción; Karras lo habrá leido conmovido porque está escrito con mucho amor.
ResponderEliminarBesos