sábado, 1 de diciembre de 2018

Una calle en silencio.


Tuvo la extraña sensación de conocer ya aquel pueblo en el que jamás había estado. Quizá eran sus calles angostas, empinadas y empedradas, bordeadas de casas grises con balcones vacíos. Tal vez porque la plaza tenía un kiosco como tantos otros, rodeado de árboles, y una fuente seca junto al monumento. Probablemente fue por la gente paseando en círculos por el centro, saludándose sin detenerse porque nada tenían que decirse o ya lo habían hecho. O fue por la melancolía de la tarde, cuando el ocaso anuncia el pronto descanso; o porque comenzaron a dibujarse sombras y éstas le trajeron recuerdos. Pero sintió que conocía el pueblo, si bien era la primera vez que lo visitaba y de ello estaba muy seguro.

Supo que era por aquella calle, una en la que sonaba el silencio. Lo leyó en los árboles tristes, las casas viejas con abolengo, la hiedra que cubría las paredes y en la sensación de un recuerdo. Se detuvo ante una puerta y dejó volar sus pensamientos. Se parecía la entrada, con tres escalones, una reja forjada y una imagen de algún santo. Se parecía a otra casa, a una casi borrada en su mente, aunque no había olvidado lo que hubo dentro. Y se parecía a otras, a miles en calles con árboles y silencio.
Observó la ventana y la cortina que se separaba. Vio durante segundos unos ojos y luego volvió a su estado el velo.

Se apoyó en un árbol, encendió un cigarrillo y lanzó el humo al viento. Un nudo le tapó la garganta y algo se le movió en el cuerpo. Era como aquélla la casa de sus recuerdos. Así como la cortina y los ojos. Y en la sala había un piano, cuadros rancios en las paredes y un gato dormilón en las rodillas del anciano. Y ella en la ventana, espiando sus movimientos, aguardando verle en el árbol, con el cigarrillo encendido y la sonrisa en los labios. Luego salía al porche y ambos se sentaban en los sillones de mimbre, oliendo el azahar de la tarde, escuchando el murmullo de la brisa, leyendo sus pensamientos.

Así fue aquella tarde sin mañana, cuando el ocaso se tiñó de luto y el llanto empañó sus ojos. Se cerró para siempre la cortina, él olvidó el camino y esperó que el tiempo borrase sus recuerdos. Pero regresaba en cada pueblo, en cada calle en silencio, en cada pared con hiedra, en cada árbol gris de la tarde, en cada crepúsculo melancólico.
Se abrió la puerta y la mujer salió al porche. Se sentó en el banco ornado de azulejos. Miró hacia el árbol, el hombre y lo que había a lo lejos. Él subió los tres peldaños y apoyó la espalda en la pared. Observó a la mujer, sin verle ni el rostro o el cuerpo. Intentó ver en ella a otra, como mimbre en los azulejos.
—¿Tiene un piano en la sala? —preguntó en tono quedo.
—No —dijo ella con una sonrisa para forasteros.
—¿Y cuadros viejos en las paredes, un gato y un abuelo?
—No —respondió ella, perpleja—, no tengo nada de eso. Vivo con mi hermana y su esposo.

Ella sonreía invitante, deseosa de conversación. El atardecer motivaba a un rato en el porche, incluso al lado de un forastero.
Él descendió los escalones y encaminó sus pasos por la calle, dentro del silencio. No, no conocía aquel pueblo, ni la calle sombría, ni la hiedra sobre los muros de piedra, ni el kiosco y la fuente seca. Se parecía a uno de sus recuerdos, a uno al que sólo volvería en sueños.


Autor: Erlantz Gamboa.






21 comentarios:

  1. Que bonito relato nos has dejado , me encanto siempre nos dejas un buen sabor al leer tus escritos.
    Un fuerte abrazo y muy feliz noche.

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  2. Muy linda historia y las imágenes que le acompañan también...saludos amiga.

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  3. Bonito he inquietante relato, aunque sinceramente no me esperaba este final. Pensaba algo sobre novela negra, de la que el autor obtuvo el Premio de Novela Negra LH Confidencial, en 2010 con su obra "Caminos Cruzados"
    Besos

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  4. Inquietante y nostálgico relato, Pilar...La mente humana es un misterio, guarda recuerdos que ha vivido o que no ha vivido en esta vida. Lo cierto es que el protagonista de la historia buscaba el calor de su pasado en ese pueblo que tantos recuerdos le traía. Al leerlo nos identificamos con él,también buscamos en nuestro pueblo y en sus calles, personas y vivencias que ya no están y nos duele que así sea...
    Mi gratitud por esta belleza, Pilar.
    Mi abrazo y feliz fin de semana, amiga.

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  5. Me ha encantado. Yo pensaba en otro pueblo también. Besitos.

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  6. Hola Piruja.. Excelente, nos cuentas unos relatos magníficos, este es intrigante pero al tiempo algo nostálgico en la busca de los recuerdos perdidos..
    Un abrazo..

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  7. Bonito Piruja. En algún lugar de nuestra mente siempre queda el pueblo olvidado, el sueño incumplido o la ilusión de lo que fue. Un beso.

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  8. creo que a todos nos puede llegar una historia como ésta, en realidad, el protagonista nunca pudo olvidar y quedo en él el deseo de volver a vivir la misma situación. Interesante tema.
    Un abrazo.

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  9. Excelente e intrigante este relato, disfruté leyendo.
    Feliz domingo Piruja.
    Un beso

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  10. Un relato encantador que invita a seguir leyendo para ver si en realidad sólo eran recuerdos en un pueblo cualquiera.
    Un abrazo

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  11. Intrigante relato, amiga.
    Feliz y mágica noche.
    Besossss

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  12. Bonito y sorprendente relato.Besicos

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  13. Muy ameno el relato y muy bien enmarcado con las imágenes . Todos tenemos algún pueblo en nuestro recuerdo, y el protagonista de este cuento no se puede olvidar de lo que allí vivió en algún momento de su vida.
    Besos Pili
    Puri

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  14. En cada lugar que visitamos,aunque sea con el pensamiento,parece que encontramos una estela de lo que fué la infancia ,el pasado,y luces y sombras y cuadros y ...
    Me gusta caminar de vez en cuando por estos senderos
    Besucos

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  15. Un estupendo relato.
    Belleza e intriga.
    Un beso.

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  16. Bonito relato.
    Feliz puente Piruja.
    Un abrazo.

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  17. Somos muchos los que la echaremos en falta, se hacía querer, siempre estaba ahí con una palabra amable en sus comentarios.
    Hoy me siento fatal.
    Abrazos.
    Kasioles

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  18. Que bonito relato!
    Yo creo que todos hemos sentido esa sensación de haber estado ya en algún lugar por el que pasamos y sentir ese vació que no alcanzamos a llenar porque justo estamos en otro momento, en otro tiempo.
    Me gusto mucho el relato. saludos.

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  19. Cuando se pierden los recuerdos, se pierde el camino.
    Muy interesante, nostálgico y profundo.
    Como siempre, nos dejas una buena lectura.
    Gracias mil Piruja, por tu preocupación y por tus deseos. No sabes cuanto bien me hicieron.
    Te dejo un inmenso beso y un fuerte abrazo. gracias.

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