En el automóvil, volviendo a la ciudad, el padre preguntó a su hijo:
- ¿Qué te pareció la experiencia?.
- Buena - contestó el hijo con la mirada puesta a la distancia.
El hijo contestó:
1.- Que nosotros tenemos un perro y ellos tienen cuatro.
2.- Nosotros tenemos una piscina con agua estancada que llega a la mitad del jardín... y ellos tienen un río sin fin, de agua cristalina, donde hay pececitos.
3.- Que nosotros importamos linternas del Oriente para alumbrar nuestro jardín...mientras que ellos se alumbran con las estrellas, la luna y velas sobre la mesa.4.- Nuestro patio llega hasta la cerca y el de ellos llega al horizonte.
5.- Que nosotros compramos nuestra comida;...ellos, siembran y cosechan la de ellos.
6.- Nosotros oímos CD's... Ellos escuchan una perpetua sinfonía de golondrinas, pericos, ranas, sapos, chicharras y otros animalitos....todo esto a veces dominado por el sonoro canto de un vecino que trabaja su monte.7.- Nosotros cocinamos en estufa eléctrica... Ellos, todo lo que comen tiene ese sabor del fogón de leña.
8.- Para protegernos nosotros vivimos rodeados por un muro, con alarmas.... Ellos viven con sus puertas abiertas, protegidos por la amistad de sus vecinos.9.- Nosotros vivimos conectados al teléfono móvil, al ordenador, al televisor... Ellos, en cambio, están "conectados" a la vida, al cielo, al sol, al agua, al verde del monte, a los animales, a sus siembras, a su familia.
El padre quedó impactado por la profundidad de su hijo...y entonces el hijo terminó:- Gracias papá, por haberme enseñado lo pobres que somos!
Cada día estamos más pobres de espíritu y de apreciación por la naturaleza que son las grandes obras del universo. Nos preocupamos por TENER, TENER, TENER y nos olvidamos del SER, SER, SER....
Costaría encontrar a un joven dando estas reflexiones.
ResponderEliminarBuena historia.
Besos.
Me suena haber leído esta reflexión tan hermosa, pero me ha encantado volver a leerla y entender en ella tanta realidad, la cual se nos olvida por vivir como vivimos, con tanto materialismo.
ResponderEliminarUn abrazo Piruja y un placer la lectura.
Un abrazo y buen finde.
Sí que descubrió la verdadera riqueza. Un beso
ResponderEliminarPreciosos eso es dar la vuelta de torca pero con argumentos que no son destilables. La riqueza esta en nosotros en lo que necesitamos para sobrevivir. Pero hoy en el presente es difícil encontrar jóvenes que piensen así y lo vean de ese modo. Un besazo me ha encanto precioso.
ResponderEliminarMuchas gracias Piruja por acordarte de esta gran reflexión con magnifica moraleja. Sin duda es una de las muchísimas que en su haberr tiene Germán de la Cruz Carrizales, un destacado ilustrado. Tiene varias carreras universitarias y es un gran literato.
ResponderEliminarEs un placer visitarte.
Que tengas un buen finde.
Besos.
Conocía esta historia, siempre me ha parecido una excelente reflexión sobre lo que valoramos y lo que deberíamos valorar, como bien dices, menos tener y más ser.
ResponderEliminarMuchos besos!!
Hola Piruja, que bonito relato, cuantas verdades dice, no disfrutamos de lo que tenemos y ni lo apreciamos.
ResponderEliminarQue tengas un buen fin de semana.
Un abrazo
Bellísimo y que razón lleva el niño.Besicos
ResponderEliminarEste relato lo conocía, pero no me ha importado nada volver a leerlo.
ResponderEliminarBesos
Bonito relato que describe a la perfección las diferencia de vivir en plena naturaleza, algo que no todos conocen, yo tuve la suerte de conocer esa vida en mi niñez y adolescencia en un lugar lejos de la gran ciudad disfrutando de la naturaleza.
ResponderEliminarAbrazo.
Magnífico!!.
ResponderEliminarY lleno de razón este bello escrito.
Besos.
Cierto Piruja. La gente solo quiere más, más y más y en el fondo.... NO tienen nada. Pena me dan.
ResponderEliminarUn abrazoooo.
Preciosas y muy sensatas las respuestas del hijo. Me ha encantado leerte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Piruja, me has dejado sin palabras. ¿Cuándo volveremos a "conectados" a la vida, al cielo, al sol, al agua, al verde del monte, a los animales, a sus siembras, a su familia?
ResponderEliminarBesos.
¡Holaa Poiruja, amiga! Que bella entrada, me encanta.
ResponderEliminar¡Cuánta razón!!! Y lección le dio el hijo a su padre. Crecí en el campo y he añorado, y añoro, muchas veces todo eso, aunque vivo humildemente dentro de una limpieza, pero sin campo.
Un abrazo y bendiciones. Se muy, muy feliz.
Tengo una nueva entrada en mi blog.
Bonita fábula. Un beso.
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