sábado, 17 de noviembre de 2018
Leyenda de la Dama Blanca.
Corría el año 1550, el oro venia de Perú en galeones bien custodiados, acompañando el dulce tintineo, llenos de orgullo y acariciados por doradas esperanzas, también llegaban sus propietarios.
Uno de ellos, viejo, encorvado, con los ojos cansados de contemplar tesoros, desembarcaba en Cadiz. Era rico, y con el oro se creía capaz de comprarlo todo...hasta el amor. Se le hizo largo el viaje a la Villa y Corte, pues recordaba que su amigo el medico del Rey quedo tutor de una niña encantadora que ahora estaría por los veinte años y soñaba en contagiarse de su juventud contrayendo matrimonio con ella.
Llego el viejo y hablo con el tutor, nada se consulto con la joven, aunque algo se le dio a entender de boda inminente, una vez todo dispuesto para la ceremonia, el viejo medico llevo a su pupila al Palacio Real, Don Felipe II había demostrado siempre afecto por ella, en esta ocasión le ofreció como regalo nupcial digno de su grandeza, las trece monedas de oro que habían de servir de arras.
Vivía la novia en la calle de las Infantas, en una casa de piedra roja, con siete chimeneas y rodeada de un gran jardín. Celebrose el casamiento con gran pompa, el anciano esposo había regalado a la juvenil desposada un magnifico traje blanco, todo bordado con perlas, de encaje de Bruselas era el velo que le llegaba hasta el suelo, ocultaba su cara y ojos enrojecidos por el llanto.
Vino después el banquete en el que los invitados, obsequiados hasta la saciedad, se tambaleaban en los limites de la embriaguez, cayo la tarde, los criados encendieron las luces. La novia se había retirado a sus habitaciones lejos del bullicio, en medio de la noche, cuando el anciano pensando en su felicidad, comprada con oro a costa de las lagrimas de una obediente muchacha, fue a buscarla...y no la encontró.
Alarmado grito a los criados, recorrieron la inmensa casa, registraron rincones, repasaron los salones del banquete sin el menor éxito, por ultimo bajaron a los sótanos. Allí en el suelo húmedo, el aire oliendo a moho pesado e irrespirable, la encontraron en el suelo, el velo de encaje aun temblaba en la frente, el traje de perlas estaba teñido de rojo, acercaron los candiles, entre sus manos sostenía el pañuelo bordado, trece monedas de oro, las arras estaban a sus pies, y un puñal florentino incrustado con gemas de colores, estaba clavado en su corazón. Horrorizados, se retiraron en silencio amo y servidores.
¿ Quien pudo hacer aquello ? ¿ Un despechado amante ? ¿ Un novio celoso ?. Aun queda en pie el enigma.
Solo sabemos que de cuando en cuando, en los sótanos de la casa se oyen gemidos, y dicen que alguien ha visto pasear como un espectro, en las altas horas de la noche a una dulce mujer, envuelta en velos, haciendo tintinear en sus manos blancas de cadáver, las trece monedas de oro que tubo como arras el día que la casaron sin darle opción a elegir.
Fin.
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Qué historia mas bonita aunque triste,Pero noi me extraña que el final fuera así,Aseguro que fué ella misma quien se clavó el puñal para no caer en las manos de un hombre al que ni amaba y es que el amor,no tiene precio
ResponderEliminarBesucos
Gó
Precioso cuento nos dejas hoy ..que triste por ella .El amor nunca se compra se da ...
ResponderEliminarUn abrazo Piruja.
Preciosa leyenda, que pena que la mayoría termine tan mal.
ResponderEliminarBesos
Una bonita leyenda sentimental que acaba como casi todas las leyendas de este tipo, pero aquí sin saber quien fue el culpable de la muerte.
ResponderEliminarSiempre un gusto leer tus leyendas.
Un abrazo y buen fin de semana.
Muy triste, no se puede inponer nada a nadie.
ResponderEliminarBesos.
Afortunadamente estas leyendas, son solo eso, leyendas. Hoy sería raro que una mujer con veinte años aceptara una componenda de ese calibre, por mu rico que fuese el pretendiente.
ResponderEliminarComo ejercicio literario es comprensible y bello.
Besos.
Qué miedoooo, por eso no me gustan a mi los sótanos.
ResponderEliminarBuen finde y un abrazooo.
Bonita leyenda Piruja.
ResponderEliminarFeliz sábado.
Un abrazo amiga
La leyenda es bonita pero triste. Besitos.
ResponderEliminarMe ha gustado leerte.
ResponderEliminarFeliz fin de semana
La leyenda de la casa de las siete chimeneas; ahí es donde se ubica el ministerio de cultura.
ResponderEliminarEsta historia me la habían contado, besossssss
Interesante y misteriosa leyenda, Pilar...Todo hace suponer que la misma joven se quitó la vida, pero nadie pudo demostrarlo. Y el señor ambicioso se quedó con su oro, que no le sirvió de nada.
ResponderEliminarTe dejo mi gratitud y espero que las lluvias no os hagan sufrir mucho en Valencia.Aquí comienzan mañana, amiga.
Mi abrazo y feliz domingo, Pilar.
Ya te agregué con la nueva dirección
ResponderEliminarPerfecto
Besucos
Gó
Perdona
ResponderEliminarA lo mejor me confundì de blog
Alguiem puso que le habian cerrado el suyo
Aysss,esta cabeza
Ya miraré quién fué o tal vez entré en uno tuyo ya no usado?
Besucos y disculpas
Gô
Hola Go, no tienes que disculparte por nada:), puede ser que hayas entrado al que tenia antes y no hago entradas en el ya que me dio muchos problemas y por eso abrí este hace unos años, gracias por todo:)
EliminarBesos.
Que triste historia......el oro jamás podrá comprar el Amor y los buenos sentimientos.Besicos
ResponderEliminarPobre chica. Es una historia muy triste, no todo compra el oro.
ResponderEliminarFuerte abrazo.
Nos parece raro pero eso sigue pasando, aunque no con tanto bombo.
ResponderEliminarClaro que los de ahora, ofrecen un chalé, un coche, una casita en la playa...etc.
¡Los padres quizá son más avaros que las hijas!
Un beso Piruja.
Hermosa leyenda. Puede que sea el origen de las arras. En mi pueblo antiguamente se llevaban para la novia las trece monedas pero de plata. Un beso.
ResponderEliminarQué triste!!.
ResponderEliminarBella leyenda. Nunca se puede comprar el amor.
Un beso.
No conocia la leyenda que triste!
ResponderEliminarBuen jueves piru!
¡Qué desgraciadas eran las mujeres en esa época!, no tenían ni voz ni voto sobre su destino, yo no creo que nadie la apuñalara, lo hizo ella misma, por muy rico que fuese el novio, no lo pudo soportar.
ResponderEliminarPreciosa y triste leyenda.
Besos, querida Piruja
Hola Pili, que triste era la vida de la mujer en aquellos momentos de la historia, compraban su amor con monedas de oro y tal y como le paso a tu protagonista no lo pudo soportar y decidió poner fin a su vida.
ResponderEliminarMuy bonita y triste tu relado.
Besos
Puri