Allí estaban todos los que habían sido desde el principio de los tiempos. A un lado los humanos, al otro… los demás seres vivos. Y en el centro la Luz, la Voz y el Ejecutante. La Voz desgranaba los nombres de todo lo que un día respiró en el mar, en el aire o sobre la tierra. Uno por uno se iban acercando hasta aquel peculiar tribunal y escuchaban, en silencio, la historia de su vida. Tras oír la relación de sus hechos, el Ejecutante, a una señal de la Luz, señalaba una puerta de salida y hacia allá se encaminaba el viejecito jorobado, la niña hermosa, la matrona malhumorada, el guerrero de hierro, la langosta que asolara los cultivos, la ballena plácida, el abedul y el fresno, o el león que recorriera, rugiendo, las praderas.
Todos, absolutamente todos, desde el más pequeño al más grande, humano, animal o vegetal, rendían cuentas ante un Tribunal que sentenciaba si sus acciones merecían el premio de volver a vivir, bajo la misma forma, en otro planeta, en otro nuevo universo que ya se estaba configurando.Sucedió que en una de las últimas filas de la izquierda, donde estaban situados toda clase de árboles, se encontraba un tejo que había crecido en una montaña abrupta. A su lado se encontraba el olivo que, traído de tierras cálidas, le había hecho compañía durante centenares de años. Ambos conversaban y comentaban, susurrando, todo lo que estaba aconteciendo a su alrededor en aquel momento.
Ahora que ya todo había acabado y esperaban el dictamen final, el tejo le rogó a su amigo que le explicara qué le había sucedido durante su vida en la tierra, porque se había quedado sin recuerdos. Y el olivo contó, desgranó con voz clara y muy despacio, que el tejo, alegre y vibrante durante cientos de años, había sido herido en su corazón por múltiples rayos y poco a poco había perdido el habla e incluso la memoria.
El olivo le explicaba a su amigo que por más que el viento, los pájaros, los insectos, las ardillas y él mismo se habían afanado en contarle cómo había sido su existencia, él era incapaz de recordar cosa alguna de su pasado. Y una fría mañana de diciembre-siguió contando el olivo- el hacha del leñador le había ahorrado sus últimos sufrimientos y quedó convertido en astillas.Cuando le tocó comparecer al viejo tejo, la Voz habló de cada día de su vida, del bienestar y la sombra que había aportado a quienes bajo sus ramas se cobijaron, del sosiego y la tranquilidad que experimentaron los que a su lado pasaron, de cómo protegió a los caminantes y al leñador de la lluvia menuda y de todo el amor que había otorgado a pájaros e insectos. Había sido una buena vida la suya y el Ejecutante, a un signo de la Luz, le indicó una de las puertas de salida. El tejo, que ya se encaminaba hacia aquella puerta se volvió y preguntó con voz humilde a su amigo:
-¿Y qué sucedió cuando mis raíces fueron arrancadas y mis ramas y mi tronco cayeron bajo el frío filo del hacha?El olivo contestó:
-Entonces tu recuerdo se convirtió en una silla vacía.
El olivo, que le siguió por la misma puerta, terminó de contarle al anciano tejo que el leñador, que deseaba que aquel árbol se perpetuara de algún modo, trabajó parte de su madera y con sus manos construyó una silla grande y fuerte en la que solía sentarse, al atardecer, para contemplar la llegada de las sombras sobre las montañas. El leñador cerró su corazón y sus ojos a la vida una noche de verano y aquella silla quedó solitaria y callada, como calcinado y olvidado quedó aquel planeta donde un día vivieran hombres, animales y plantas.
Y una mañana, en otro mundo claro y bello que, poco a poco, iba creando su propia historia, alguien encontró, uno junto al otro, a un tejo y a un olivo centenarios y rogó para que se perpetuaran a través de las lluvias, las nieves y los soles de todos los siglos venideros. Para que el rayo no les hiriera, ni perdieran la memoria, y que un día, en otro tiempo y en la historia de otra Tierra pudieran permanecer juntos, por los universos de los universos, amén.Autor: Maria del Carmen Polo Soler.
Todas las imágenes son de Karras.
Bonita historia de una gran amistad. Un beso
ResponderEliminarPreciosa esta leyenda de los dos árboles amigos.
ResponderEliminarMuchos besos!
Que bonita es esa amistad que se crea entre ellos . No solo los seres humanos tenemos sentimientos , todo ser vivo que hay en esta tierra tan bien los sienten. Un besazo grande y feliz semana Piruja muakk.
ResponderEliminarLa imagenes son lindas, lindas.
Que hermosa historia Piruja, tengo dos perritos y te aseguro que la amistad existe en ellos, a veces discuten, otras defienden su sitio, y otras se lamen y se quieren.
ResponderEliminarFeliz fin de semana amiga.
Un abrazo
Conmueve pensar que nos estamos autodestruyendo, llevándonos por delante lo bello de la naturaleza.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bellísima historia que me ha hecho convencerme todavía más del respeto y el cuidado que debemos de tener a todo ser vivo.Besicos
ResponderEliminarMe ha encantado Piruja. Muchos besos.
ResponderEliminarHola Piruja.. Pues mira una gran amistad entre dos árboles es la primera vez que leo. Pero me ha parecido magnífica, porque los árboles también tienen vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
la magia que leo Te admiro
ResponderEliminarabrazo
Gran valor el de la amistad,
ResponderEliminarEs una historia preciosa.
Un beso.
Que bonita leyenda que no conocia. Saludos amiga. Que tengas un lindo dia.
ResponderEliminarPilar, me emocionó la historia del tejo y el olivo.Realmente esos sentimientos existen en la naturaleza y nos dan constantemente ejemplo de ello.Los árboles son auténticos maestros de vida, su paciencia, su entrega, su fortaleza ante las estaciones y siempre se renuevan en primavera.Enfrente de casa tengo una dehesa de pinos y ahora están todos rotos, con sus ramas colgando. La tormenta de Filomena les ha hecho mucho daño. Es una pena verlos desde la ventana, amiga. Las fotos de Karras hacen que siga vivo entre nosotros y recordemos su amor a la naturaleza, él la amaba como nadie.
ResponderEliminarTe dejo mi gratitud y mi abrazo entrañable, amiga. Cuídate mucho, esto pasará, ya lo verás.
¡¡Qué gran lección!!!
ResponderEliminarMe ha encantado. La comparto con la familia, gracias- Las fotos son espectaculares,
Besos
Hola, preciosa leyenda.
ResponderEliminarFeliz día.
Un abrazo
Hola Pili,una leyenda que esconde una gran verdad para todo aquel que crea que todo aquello que tiene vida,, siente. Mi nieta Mara no consiente que se corte ni una sola rosa del jardín porque dice que se le hace daño. Me ha encantado esta leyenda:) Muchos besos linda amiga:)
ResponderEliminar